Gran director de actrices
Vicente Aranda ha sido un gran profesional: dominaba como pocos la técnica cinematográfica y destacó como un gran director de actrices. Con él han hecho personajes memorables Maribel Verdú, Victoria Abril, Ariadna Gil... Yo he tenido la suerte de hacer seis películas con él, desde «Fanny Pelopaja» a «Canciones de amor en Lolita’s Club». Es uno de los grandes directores de los últimos treinta años, por no decir de la historia del cine español. Aunque en los últimos dos años hemos tenido menos contacto, sin duda es una gran pérdida y una noticia triste que recibo a miles de kilómetros de España. Recuerdo con cariño todas las películas que rodé con él, pero «La pasión turca» fue especial. Una cinta muy interesante en la que trabajamos codo con codo de una manera muy cercana. Su gran proyecto, el que llevaba años acariciando, fue «Libertarias». Ambos quedamos muy satisfechos aunque luego la película no fuera muy comercial. Nos gustó mucho y fue un placer hacerla con un grupo de actrices maravillosas.
Hoy se habla de su cine como impregnado de sexualidad, pero yo no lo entiendo así, sino como el fruto de un hombre sincero, nada hipócrita, que entendía que el sexo está en nuestras vidas de una manera cotidiana. Cuando alguien utiliza el sexo para contar una historia, hace lo que debe. Pero sus señas de identidad, las que quedarán en el cine español, son su sobriedad, su solvencia técnica, lo completas que eran sus películas, aunque rodara una «tv movie». Basta mirar las dos entregas que firmó de «El Lute». Aunque tocó todos los géneros, quizá se acercó menos a la comedia: miraba la vida de una manera trascendente. Fue un hombre sin grandes aficiones: estaba concentrado las 24 horas del día en lo que hacía. Era muy trabajador, siempre tenía tres o cuatro proyectos en marcha, un director obsesivo con lo que hacía y un ciudadano muy sincero en temas políticos. Era una persona de izquierdas en cuyo planteamiento había mezclado algo de anarquismo. Un hombre correcto e inteligente, transparente y directo en su forma de expresarse que nunca se casó con nadie.