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La tragedia de ser cómico

No pudo más. Robin Williams arrastraba una fuerte depresión que le llevó hasta su final. Se ahorcó con su cinturón en su propia casa. No se despidió de los suyos y ahora Hollywood le llora
La tragedia de ser cómico
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Cumplió con el tópico. Su sonrisa ocultaba la expresión de un rostro triste. La desaparición de Robin Williams, que se suicidó el lunes, demuestra que debajo de la comedia también puede haber grandes tragedias
El lunes 11 de agosto a las 11:55 a.m. se produjo una llamada a la Policía desde la casa del actor en Tiburón, California, siete minutos más tarde era declarado muerto. La última vez que le vieron con vida fue el domingo a las diez de la noche. Según ha revelado el teniente coronel Keith Boyd, de la oficina del sheriff del Condado de Marin, el actor fue hallado parcialmente ahorcado (tras intentar cortarse las venas) con su cinturón y colgado de la puerta de una habitación de su domicilio. Fue su asistente quien encontró el cuerpo –su esposa, Susan Schneider, estaba haciendo unos recados en ese momento–. Williams luchaba por superar una severa depresión desde hacía tiempo, al menos eso afirma su representante Mara Bauxman. El actor habló abiertamente sobre su adicción a la cocaína y al alcohol, pero poco sobre su enfermedad mental, que parecía ser su fantasma permanente. Justo este verano había ingresado voluntariamente en Hazelden, un centro de Minnesota.
w Unas problemáticas finanzas
Un problema añadido que se le presentaba al protagonista de «Buenos días Vietnam» fueron los supuestos problemas financieros. Tras dos divorcios (el actor estuvo casado con Valeri Velardi de 1978 a 1988, con la que tuvo a su primer hijo, Zach,y con Marsha Garsés de 1989 al 2010, con la que tuvo dos hijos más, Zelda Rea y Cody Alan) sus finanzas no pasaban por su mejor momento. Su actual esposa es la diseñadora gráfica Susan Schneider, con la que llevaba casado apenas tres años y la cual ha declarado que ha perdido no sólo a su marido, sino a su mejor amigo. El actor comentaba en la revista «Parade» el año pasado que había tenido que hacer muchos recortes en su nivel de vida y había decidido aceptar un papel en la serie de televisión «The Crazy Ones» porque necesitaba el dinero. La serie fue cancelada tras la primera temporada, algo que el actor no llevó bien. Tuvo incluso que poner su rancho de Villa Sorriso, en Napa Valley, a la venta. Robin experimentó en propias carnes lo caro económicamente hablando que es divorciarse en California. En los últimos años, se comprometió con algunos papeles cinematográficos simple y llanamente por dinero. Según un amigo de la familia, Williams nunca estuvo interesado en hacer segundas partes e interpretar a Mrs. Doubtfire de nuevo; no era el papel ideal que tenía en mente, pero la necesidad financiera le obligó. Como actor nadie pone en duda su valía. Ha tenido momentos brillantes, como «Good Morning, Vietnam» (1987), «El club de los poetas muertos» (1989) o «El indomable Will Hunting» (1997), por la que recibió un Oscar al mejor actor secundario. En auqel momento y por primera vez en su vida, no pudo articular palabra, algo inusual en un actor conocido por su verborrea cómica.
A pesar de su vena histriónica e hilarante ha sabido alternar papeles cómicos y dramáticos. Quedan cuatro películas acabadas y por estrenar en las que el actor ha participado, «Night at the museum: Secret of the tomb», «Merry Friggin' Christmas», «Boulevard» y «Absolutely anything», algo que sus fans sabrán apreciar.
- Un corazón delicado
Williams era conocido por trabajar sin descanso. Su operación de corazón en 2009 le sirvió como una llamada de atención para ralentizar ese ritmo frenético. Llegó a rodar ocho películas en dos años, algo que cualquiera que sepa el esfuerzo que es hacer una sola película se puede imaginar. «Night at the museum: Secret of the tomb» se estrenará el próximo diciembre. Fox, el estudio productor del filme, hizo saber ayer a través de un comunicado el talento inmenso del actor y lo que se le va a echar de menos. Muchos de los que le conocían hacen hincapié en la sensibilidad del actor y su gran bondad. Quizás esta sensibilidad fuera óbice para lidiar con los problemas terrenales. Su obsesión con el trabajo se convertiría en otra herramienta de evasión, junto con el alcohol y la cocaína, que dejó tras el nacimiento de su primer hijo, en 1983. La muerte de su amigo John Belushi por una sobredosis dicen que fue una llamada de atención para el actor. En 2006 admitió en el programa «Good morning America», de la cadena ABC, que había vuelto a la andadas teniendo que ingresar en una clínica de desintoxicación. Tras su operación de corazón en 2009, cuyo cirujano aclaró que no se debía a su abuso de alcohol o cocaína, sino más bien a un tema genético, Williams anunció un tour llamado «Weapons of self destruction» donde explicaba en tono humorístico su operación de corazón, el divorcio de su segunda esposa y su rehabilitación en tierra de viñedos. A principios de julio, Williams volvía a ingresar en un centro de rehabilitación para personas con adicciones, aunque en esta ocasión comentó que era más una medida preventiva. Su ingresó ocurrió justo dos semanas después de que su serie de televisión «The crazy ones» fuera cancelada.
Para los que hemos tenido la suerte de entrevistarlo, Williams será recordado como un hombre bueno, sensible, muy diferente a la arrogancia y superficialidad que domina a muchos actores en la ciudad del oropel. Su sentido del humor era único, provocaba una risa difícilmente controlable pero al tiempo su abnegación y empatía hacia otros era admirable. Fue uno de los pocos que apoyaron a su amigo Christopher Reeves en sus momentos más duros tras su accidente.
Más que un buen actor, se ha perdido un espléndido ser humano de los que no es fácil encontrarse. Robin declaró hace años a James Lipton, el famoso periodista del programa «Actors Studio», que cuando fuera al cielo lo único que preguntaría en las puertas del paraíso es si ahí se ríen.

La despedida de sus hijos

Un tuit inspirado en Saint-Exupéry
Robin Williams había dedicado su último tuit a su hija Zelda. Ella, ayer, se despidió de él recordando a Antoine de Saint-Exupéry: «Tú tendrás las estrellas como nadie las tiene. En una de ellas estaré viviendo. En otra estaré riendo . Entonces será como si todas las estrellas estuviesen riendo cuando tú mires al cielo cada noche. Tú, sólo tú, tendrás estrellas que pueden reír. Te quiero. Te echaré de menos. Intentaré seguir mirando hacia arriba». Ayer se supo que Robin Williams protegió a sus hijos (Cody, Zelda, Zachary) mediante la creación de un fideicomiso en 2009. Se desconoce la cantidad del mismo, pero según han cumplido años sus hijos han ido percibiendo una parte. El total del importe lo recibirán al llegar a los 30, como así ha sido en el caso de Zelda.

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