Peter Farrelly: «Hoy no podría hacer ''Algo pasa con Mary''»
¿Se imaginan al director de «Dos tontos muy tontos» (1994) subiendo al estrado del teatro Dolby de Los Ángeles para recoger el Oscar a mejor película? Aunque improbable, es posible. «Green Book», la nueva cinta del autor también de «Algo pasa con Mary» (1998), viene de ganar el Globo de Oro a mejor comedia y suma cinco nominaciones a los Oscar: mejor película, guión, actor, actor de reparto y director. Es la primera vez que Peter Farrelly se presenta en solitario con una película, después del reciente fallecimiento del hijo de su hermano Bobby, su tándem cinematográfico, que lo ha obligado a dirigir en solitario.
«Green Book» relata una historia de amistad que transciende las barreras del racismo y la clase social que imperaban en EE UU a principios de los 60. Basada en hechos reales, cuenta la historia de Frank Anthony Vallelonga, más conocido como Tony Lip (Viggo Mortensen), un buscavidas que trabaja de portero de discoteca en el Bronx. Don Shirley (Mahershala Ali), un pianista negro que está de tour con sus conciertos, le contrata como conductor para dirigirse al sur más profundo del país. Su guía es el Green Book, que les mantendrá a salvo de los problema de segregación en esas zonas. Entre ambos se desarrollará una amistad sin precedentes.
–Usted y su hermano son conocidos por hacer comedias puras. «Green Book», a pesar de tener pinceladas de humor, es un drama que desvela los problemas de racismo del sur de EE UU. ¿Por qué se decidió a dirigirla?
–No es algo que tuviera planeado, pero se me ofreció la oportunidad y decidí lanzarme a la piscina.
–¿Fue importante la elección precisamente de Viggo Mortensen y Mahershala Ali para el dúo protagonista?
–En mi cabeza no existían dos mejores actores. Además, llevaba años detrás de Viggo y su respuesta siempre era que no podía.
–¿Recuerda con qué películas le rechazó?
–Le pregunté si quería estar conmigo en «Carta blanca» (2011) y en otras dos. Me encanta Viggo, es un actor como pocos. Para ésta en particular no quería que se me escapara y le escribí una carta muy larga. Le suplicaba que por favor leyera 30 páginas del guión. Me respondió a los tres días diciéndome que le había encantado, pero que no estaba seguro de que fuera un papel para él. Yo le repliqué que si había hecho «Promesas del Este» (2007) podía hacer esto. Le dije que él había vivido en Nueva York, que estaba familiarizado con el tipo de personajes que aparecen en el filme. Me pidió que le enseñara una foto del personaje que iba a interpretar y me dijo que no se parecía en nada, pero alegué que eso no importaba porque nadie, a parte de su familia, le conocía. Al final cuando aceptó hacerlo decidió aumentar de peso para parecerse lo más posible.
–¿Cuántos kilos ganó?
–Unos 22.
–¿Con Ali fue más sencillo?
–Por supuesto. Cualquier actor quiere estar con Viggo. Lo más gracioso es que ellos ya habían estado hablando de las ganas que tenían de trabajar juntos, así que salió todo a pedir de boca.
–El título hace alusión a «El libro verde del motorista negro», una guía para que los afroamericanos viajaran seguros por su propio país. ¿Por qué optó por reflejarlo en el título?
–Cuando empecé a escribir el guión no había nunca oído hablar del Green Book; de hecho, ocho de cada diez amigos negros que tengo tampoco lo conocían. Sin embargo, sus padres y abuelos sí sabían de él. El título original de la historia era «Cartas de amor para Dolores», pero pensé que eso iba a hacer que parte de la audiencia masculina no fuera a ver la película (risas).
–El humor de «Dos tontos muy tontos» y «Algo pasa con Mary» ha sido tildado a veces de ofensivo o políticamente incorrecto. Mirando hacia atrás, ¿cómo ve ahora esas películas?
–Estoy muy satisfecho de haberlas hecho. No me arrepiento de nada. Dos de ellas han sido elegidas entre las cien mejores comedias de todos los tiempos según el AFI (American Film Institute). Cierto es que en alguna hubiera cambiado un par de cosas, pero, en general, estoy muy contento con todas mis películas.
–Hablando de lo políticamente incorrecto. ¿No le parece que EE UU se está volviendo demasiado extremo en este asunto? Hoy no se puede prácticamente decir nada sin ofender a alguien.
–Es totalmente cierto, pero me parece que es algo más a nivel mundial, ¿no?
–Considero que en mi país aún no se ha llegado al mismo extremo.
–¿De dónde eres?
–De España.
–Me voy a mudar ahí (risas). Lo cierto es que aunque está muy exagerado, han salido muy buenas cosas de ello. Pero también es cierto que es mucho más complicado contar un chiste hoy. No sé si hoy podría haber hecho «Algo pasa con Mary» sin que se me criticara. En particular la escena del «gel» en el pelo. Recuerdo que dudamos en su momento con el estudio si ponerlo o no. Ellos definitivamente no querían incluirlo, pero yo insistí en que era muy gracioso y debíamos dejarlo. Tenían miedo de que por incluir eso no pudieran verla menores de 17 años. En uno de los pases había una señora de 85 a la que le preguntaba su hijo qué le había hecho más gracia, y la señora dijo: «La parte en la que Cameron Díaz tiene el semen en el pelo». En ese mismo momento supe que iba a ser un éxito. Si a una señora de 85 años le hace gracia le tiene que hacer gracia a todo el mundo.
–¿En «Green Book» tuvieron que cuidar el tipo de bromas?
–No, porque al estar basado en dos personajes reales tienes que ser fiel a su personalidad y Tony, el personaje que interpreta Viggo, es un italiano sin educación superior, un buscavidas con una visión muy limitada del mundo, por lo que va a soltar cosas que no suenen bien.
–El equilibrio entre los momentos hilarantes y los dramáticos están muy bien establecidos. ¿Cómo lo logró?
–Para serte totalmente honesto, cuando leías el guión por primera vez no tenía mucha gracia. Eran más bien alguna que otra risa y muchas sonrisillas. Pero la realidad es que la interpretación de ambos actores es tan buena que lo ha convertido en mucho más divertido. Dejarles hacer su trabajo como mejor lo pueden desarrollar ha sido el mejor regalo. Ahí es donde realmente la buena actuación eleva el guión a otro nivel.