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¿Qué nos mantiene unidos?

«Un asunto de familia», con la que Kore-eda ganó la Palma de Oro en Cannes, se adentra en los lazos secretos que vinculan a una familia japonesa con pocos recursos.

¿Qué nos mantiene unidos?
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«Un asunto de familia», con la que Kore-eda ganó la Palma de Oro en Cannes, se adentra en los lazos secretos que vinculan a una familia japonesa con pocos recursos.

Hirokazu Kore-eda leyó una noticia en los periódicos sobre el fraude de las pensiones. Había gente que no registraba la muerte de sus padres, de modo que seguía cobrando su jubilación. «El problema de las pensiones está haciendo peligrar la economía japonesa, porque la población ha envejecido mucho y es imposible de mantener si no se invierte en políticas sociales», explica Kore-eda. Fue entonces cuando se le ocurrió la historia de esta familia postiza que encuentra, en sus pequeños robos y estafas, una manera de permanecer unida ante la inoperancia del sistema. Cualquiera podría pensar que el director de «Afterlife» se ha convertido en un Ken Loach de ojos rasgados, pero él insiste en que «Un asunto de familia» no es una película social. «Solo he querido hacer visible lo invisible, no hacer una crítica al gobierno».

De hijo a padre

Lo que parece impertérrito es su interés por la familia, aunque si repasamos su filmografía nunca la ha abordado de la misma manera. «Mi perspectiva va cambiando con la edad. Cuando dirigí ''Nadie sabe'' acababa de morir mi padre y yo mismo me convertí en padre, lo que me influyó enormemente a la hora de acercarme a esa familia de niños abandonados. Cada vez la gente mayor vive más sola, tiene menos contacto con sus nietos. Ni siquiera una catástrofe como la del tsunami de Fukushima sirvió para resucitar la idea de familia tradicional nuclear que tenía la sociedad japonesa. En todo caso, sirvió para reafirmar que algo había cambiado para siempre, lo que no es bueno ni es malo per se». Ese relativismo es característico del cine de Kore-eda, y es lo que hace que, en sus mejores trabajos, parezca alérgico al juicio moral, siguiendo a rajatabla la máxima renoiriana de que «todos tienen sus razones»: «Me reservo la facultad de ser contradictorio, porque muchas de mis opiniones son fluidas, cambian con el tiempo».

Tal vez por eso, en «Un asunto de familia» se resiste a dejar claros los auténticos vínculos consanguíneos que atan a sus personajes. «En las clases de guión siempre recomiendan desarrollar los personajes, inventarles una vida, para empezar a escribir. No creo que eso sea necesario. Mis personajes existen según cómo se relacionan entre ellos». Y explica: «Me siento como un niño que se encierra en un armario, y desde su espacio protegido, observa lo que ocurre a su alrededor. Eso me permite fijarme en los detalles».

La Palma de Oro en Cannes y el éxito local de «Un asunto de familia» pillaron a Kore-eda metido de lleno en su primera producción internacional, «Verdad», rodada en Francia y protagonizada por Juliette Binoche, Catherine Deneuve y Ethan Hawke. También Spielberg compró los derechos de «De tal padre, tal hijo» para hacer un «remake» americano que aún está en fase de proyecto. Pero Kore-eda no se deja impresionar por el extranjero y sus futuros proyectos serán japoneses. Allí están sus raíces, su identidad, su familia. ¿Cómo abandonarla?