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Un mundo fuera del mundo

En la película «El creyente» de Cédric Kahn se dan citan jóvenes intérpretes como Anthony Bajon o veteranos de la talla de Hanna Schygulla o Àlex Brendemühl.
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  • Víctor Fernández está en LA RAZÓN desde que publicó su primer artículo en diciembre de 1999. Periodista cultural y otras cosas en forma de libro, como comisario de exposiciones o editor de Lorca, Dalí, Pla, Machado o Hernández.

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En la película «El creyente» de Cédric Kahn se dan citan jóvenes intérpretes como Anthony Bajon o veteranos de la talla de Hanna Schygulla o Àlex Brendemühl.
Al actor Àlex Brendemühl le sorprendió el guión cuando lo leyó de «El creyente», la nueva película del francés Cédric Kahn. «Para mí resultó una novedad meterme en este mundo espiritual del que habla Kahn, un mundo que parece fuera de éste», explica Brendemühl en declaraciones a este diario. «El creyente» es la historia de Thomas (Anthony Bajon), un joven de 22 años adicto a la heroína que recala en un centro de rehabilitación, aislado en un paraje montañoso de los Alpes franceses, para superar su dependencia. La organización está dirigida por ex toxicómanos, entre los que se encuentra el personaje que interpreta Àlex Brendemühl. La oración es el método elegido para encontrar esa salvación. A ella se entregará Thomas, aunque el conocer a una chica le servirá para replantearse muchas cosas.
Un cómplice
«Mi personaje es un apoyo al protagonista. Es alguien que ha pasado por lo mismo», sostiene el intérprete, que para preparar su papel se ha estado documentando y descubriendo «la cruda realidad de la gente que sufre y que ha perdido el sentido de la vida. Estos son centros que tienen algo de cárcel. Por eso, Kahn en la película lo que nos plantea es si este es el camino adecuado».
Pero no solamente se enriquece «El creyente» de las interpretaciones de sus protagonistas. El duro paisaje natural en el que esos jóvenes tratan de desengancharse de las drogas es algo más que un simple decorado. «Ese paisaje alpino es un ambiente muy inspirador. Resultó ser una explosión de vitalidad. Para el protagonista el contacto directo con la naturaleza supone una revelación mística», argumentó Brendemühl.
La película cuenta también con alguna sorpresa inesperada como la de una aparición de Hanna Schygulla, la mítica musa del no menos mítico Fassbinder. «Fue impresionante poder trabajar con ella porque no deja de ser la oportunidad de estar ante un mito. Fue un privilegio poder charlar con ella, con una actriz de la que no recuerdo que haya hecho una película mala. Es curioso porque me dijo que lamentaba no poder trabajar todo lo que debería y eso que yo pensaba que estaría haciendo teatro o cine», aclaró el actor.
Pero no solo una veterana como Schygulla ha sido capaz de impresionar a Brendemühl. Formar parte de un reparto con tanto actores jóvenes ha sido «muy enriquecedor para mí porque traen un entusiamo y una alegría que son contagiosas. Aprendí mucho de ellos, especialmente del querer lanzarse sin red».