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Una paloma devora al León de Venecia

larazon
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Se cumplieron las previsiones: las dos mejores películas del certamen –con perdón para «Fires on a Plain», de Shinja Tsukamoto, por la que este crítico siente especial debilidad– ganaron los premios gordos. «Una paloma sentada en la rama reflexionando sobre la existencia», de Roy Andersson, ha ganado merecidamente el León de Oro. Compuesto por 39 planos secuencia que, a modo de «gags» tragicómicos, examinan la estupidez humana como si Tati y Beckett hubieran reescrito «Esperando a Godot» mano a mano, el filme sueco es original e imprevisible, desolador y optimista a un tiempo. En el caso de «The Look of Silence», Gran Premio del Jurado, Joshua Oppenheimer cierra el círculo del infierno abierto con «The Act of Killing» para ofrecer lo que faltaba en aquélla, esto es, la mirada de las víctimas sobre el genocidio indonesio. Igual de dignos resultan el Premio del Jurado para la turca «Sivas», por su incómoda crudeza al retratar la realidad de las peleas de perros clandestinas en la Anatolia profunda, y el premio al mejor guión para la iraní «Tales», película de episodios hábilmente interconectados que se cierra con dos historias escritas con mano de santo.
El premio al mejor director es harina de otro costal. Galardonar a Andrei Konchalovski por «Las noches blancas del cartero» tiene algo de simbólico. Es un cineasta consagrado, una vieja gloria del cine europeo, que ha decidido tirarse a la piscina del cine «low cost» después de haber descubierto las posibilidades creativas del digital. El riesgo es loable: montarse una docuficción en los confines del norte de Rusia tiene su mérito. Otra cosa es que el resultado sea satisfactorio. Es una película modest que puede despertar simpatías y en la que la Naturaleza está filmada con ojo clínico para la belleza, pero le falta entidad dramática y se deshincha en el recuerdo.
Y ahora viene lo peor. Acusan a los franceses de chauvinismo, pero lo de Venecia es de juzgado de guardia. Cada año, pase lo que pase, compita quien compita, una película italiana tiene que llevarse premio. ¿De verdad no hubo mejores actores que los de «Hungry Hearts»? Alba Rohrwacher se quedó sola como candidata por una cuestión de falta de competidoras, al menos hasta que llegó Lu Zhong, que en «Red Amnesia» está magnífica encarnando a una anciana que tiene que pasar cuentas con su pasado, décadas después de haber cometido un acto terrible en tiempos de la Revolución cultural. Es completamente injusto que la actriz, que ya ganó la Copa Volpi por «Il Papà di Giovanna» y que se ha convertido, un tanto prematuramente, en la Isabelle Huppert italiana, haya ganado la partida. Como lo es que Adam Driver se haya llevado la de mejor actor en una selección en la que, precisamente, sobraban buenos papeles masculinos. ¿Y Viggo Mortensen, Al Pacino, Willem Dafoe, Benoît Poelvoorde o, sobre todo, Michael Keaton por «Birdman»? La película de González Iñárritu, junto al «Pasolini» de Ferrara y el delirio bélico de Tsukamoto son, sin duda, las grandes ausentes del palmarés en una edición de transición, que coloca a la Mostra en una peligrosa encrucijada. ¿Seguirá conservando su relevancia como punto de encuentro ineludible en el calendario festivalero frente a la competencia de Toronto, Telluride y Nueva York?
Palmarés
Mejor Película: «Una paloma sentada en la rama reflexionando sobre la existencia», de Roy Andersson (en la imagen).
Gran Premio del Jurado: «The look of silence», de Joshua Oppenheimer.
Premio Especial del Jurado: «Sivas», de Kaan Müjdeci.
Mejor Director: Andrei Konchalovsk, por «The Postman's White Nights».
Mejor Guión: «Tales», de Rakhshan Banietemad.
Mejor Actor: Adam Driver, por «Hungry Hearts», de Saverio Costanzo.
Mejor Actriz: Alba Rohrwacher por «Hungry Hearts», de Saverio Costanzo.
Mejor Actor Emergente: Romain Paul por «Le dernier coup de Marteau».
Premio Luigi de Laurentiis: «Court» de C. Tamhane.