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Viaje paranoico al fondo de la mente

Aritz Moreno debuta con la fascinante y provocadora «Ventajas de viajar en tren», un desconcentante caleidoscopio de emociones.
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  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

  • M.Moleón

    Marta Moleón

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Panero aseguraba en uno de sus múltiples poemas dedicados a los infiernos de la mente que había sentido el tentáculo de la locura acariciarle el vientre, las nalgas y los pies frenéticos de la huida. Que había vivido su tentación y también su pecado. La locura no es un juego, pero puede vivirse como tal. Empezamos. El planteamiento en apariencia inocente de una pregunta como «¿le apetece que le cuente mi vida?» a una desconocida en el contexto de un viaje en tren, resulta de lo más tentador para el comienzo de una historia. Al director Aritz Moreno esta tentación le persiguió durante tanto tiempo y de una forma tan intensa que se vio en la obligación de materializar el argumento de la novela homónima de Antonio Orejudo «Ventajas de viajar en tren», en su debut cinematográfico.
La mezcla rocambolesca de estilos y la inexistencia de una línea divisoria entre géneros captaron de inmediato la atención del vasco, quien asegura que «esa rapidez a la hora de pasar de la risa al estremecimiento me atrapó enseguida». El reto, admite, «estaba en crear una película que contuviese muchas en su interior. De hecho eso es algo que lleva haciendo el cine coreano desde el año 2003 y cuyo ritmo he querido tomar como referencia porque me apasionan este tipo de estructuras». La incorrección, el surrealismo, la incomodidad y la originalidad extrema salpican una cinta cuya síntesis resulta cuanto menos complicada si nos atenemos al caleidoscopio de emociones e historias parceladas e inconexas que la forman.

La estética de la sordidez

La joven editora Helga Pato (la mujer desconocida), es interpelada por un hombre que se presenta ante ella en el asiento del tren como Ángel Sanagustín. Este improvisado conversador, interpretado por un impecable Ernesto Alterio, trabaja investigando trastornos de personalidad a través de los escritos de los pacientes y comienza a relatarle a Helga la historia de uno de los peores con los que ha tenido que lidiar hasta el momento, Martín Urales de Úbeda (Luis Tosar), que resulta ser un enfermo paranoico extremadamente peligroso con una querencia obsesiva por la basura.
A partir de ese relato y de un uso estético de la sordidez, el humor y el drama van sucediéndose una serie de episodios truculentos, un puñado de historias deslavazadas, brillantes, locas, necesariamente desagradables que obligan de manera tramposa al cuestionamiento permanente de nuestros propios límites. La construcción de una atmósfera envolvente tan personal como la que presenta «Ventajas de viajar en tren» guarda una estrecha relación con las referencias cinematográficas a las que se refiere Moreno para explicar su inspiración artística: «Al principio queríamos hacer una especie de “Club de la lucha” en Murcia dirigida por Wes Anderson. Esa era la idea. Pero también pensé en la estética de la serie británica “Utopía” y en el tono de “Magnolia” de Paul Thomas Anderson». Esta cinta constituye una oportunidad única para dejar que nos acaricie el tentáculo de Panero porque, como reza el leitmotiv del filme, la verosimilitud está sobrevalorada.

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