Cargando...

Estreno

Crítica de "Daaaaaali!": Dalí, pintor de brocha onírica ★★★★

Dirección y guion: Quentin Dupieux. Intérpretes: Anaïs Demoustier, Gilles Lellouche, Édouard Baer, Jonathan Cohen, Pio Marmaï, Didier Flamand, Romain Duris. Francia, 2023. Duración: 78 minutos. Comedia.

Un fotograma de "Daaaaaali!" Imdb

Sabemos lo mucho que les seducía la poética de la interrupción a los surrealistas. Por ejemplo, la interrupción del sueño era un modo de conectar con el subconsciente, de robarle el contexto a una situación cotidiana o a un relato para fragmentarlo, y reubicarlo en el flujo de la creación y de la vida. Cuando Quentin Dupieux concibe el gag vertebral de “Daaaaaali”, está pensando en esos términos, está sentando las bases del que tal vez sea el ‘biopic’ más coherente jamás filmado del pintor ampurdanés.

Que Dalí avance por el pasillo de un hotel hacia su entrevistadora sin que parezca llegar nunca a su destino, y sin que sepamos si es el pasillo el que retrocede en un hilarante ‘loop’ temporal que condena a la acción a una apertura eterna, representa el aleatorio dispositivo formal de la película y a la vez define el registro de su sentido del humor que, cómo no, le debe mucho al Buñuel de “El discreto encanto de la burguesía” (las variaciones de una misma escena, atrapadas en sus absurdos rituales) y de “Ese oscuro objeto del deseo” (Dalí interpretado por cinco actores distintos, intercambiándose con lúdica arbitrariedad en sus combinatorias secuenciales).

Dupieux encuentra en Dalí la sublimación de esos personajes maníacos, neuróticos, ególatras y convencidos de su singularidad que pueblan títulos de su filmografía como “Reality”, “La chaqueta de piel de ciervo” o “Yannick”. Respetando la hipertrofia del gesto y el peculiar modo de hablar del pintor que hemos visto en centenares de entrevistas televisadas, cada uno de los actores que lo encarnan aporta matices que, sumados, construyen un personaje que es, más que Dalí, una idea de Dalí.

De eso se trata, al fin y al cabo: de desplegar un imaginario, una fantasía que atrape a Dalí en las redes de su propio arte megalómano, más allá de las respuestas que le pueda dar a una periodista novata (Anaïs Demoustier, perfecta en su perpetua estupefacción). De ahí que la película adquiera visos de cómica pesadilla en la escena de la cena, en la que Dalí escucha el relato del sueño de un sacerdote que se convertirá en un juego de muñecas rusas que desembocan en el sueño que podría ser la propia película. El cine es sueño, nos viene a decir Dupieux, ese sueño del que solo nos despertará el pegajoso tic-tac de un reloj derretido en medio del desierto.

Lo mejor:

Se adapta como un guante a la figura que retrata, y no puede ser más coherente con la filmografía de su director.

Lo peor:

Su estructura en bucle, a base de repeticiones y callejones sin salida, puede cansar al espectador convencional.