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Crítica de "Fallen Leaves": las revoluciones del afecto ★★★★★

Dirección y guión: Aki Kaurismäki. Intérpretes: Alma Pöysti, Jussi Vatanen, Anna Karjalainen, Kaisa Karjalainen, Janne Hyytiäinen. Fotografía: Timo Salminen. Finlandia, 2023. Duración: 81 minutos. Comedia dramática.

Un fotograma de "Fallen Leaves"
Un fotograma de "Fallen Leaves"Imdb

Aki Kaurismäki no tiene necesidad de creer en Dios. Para qué, si ya cree en los humanos. Cierto: la realidad es amarga, hostil, pero sus protagonistas no se dejan llevar por lo que podríamos denominar la fuerza de un cuerpo social, o de un sistema económico que se divierte tendiendo trampas bajo sus pies. Acaso Kaurismäki tenga bastante con creer en su propio sistema, que es, en cierto modo, una utopía estética: confía en crear un espacio seguro para sus personajes, maltratados por la vida, en la electricidad estática de sus encuadres, en su vivaz composición cromática, en las repeticiones de un gesto de resistencia. Ese espacio seguro significa no rendirse nunca, porque al final, y esa es la utopía del cine, la que hace posible los milagros, habrá una recompensa.

Hace tiempo que Kaurismäki aparcó el pesimismo de “La chica de la fábrica de cerillas”. Aunque “Fallen Leaves” se une a la Trilogía del Proletariado de la que formaba parte aquella negra actualización del cuento de Andersen, lo hace sin dejarse llevar por la rabia. Ahora, cuando despiden a Ansa del supermercado por quedarse con unos yogures caducados, la rebelión se expresa a partir de la solidaridad de sus compañeras. Importan las revoluciones pequeñas, las revoluciones del afecto, que nunca son ajenas al presente histórico: antes de conocerse en persona, tanto Ansa como Holappa escucharán las mismas noticias en la radio sobre la guerra de Ucrania. La soledad de ambos está unida por la catástrofe, pero ese telón de fondo no impedirá que, un día, en un karaoke, se reconozcan desde los márgenes del plano.

“Los muertos no mueren” es el título de Jarmusch que enmarca la primera cita de Ansa y Holappa. Una película de zombis no parece muy buena idea para un encuentro romántico, pero la elección no es casual: no podemos dar por muertos a los desheredados cuando el amor puede resucitarlos, por muchos obstáculos que se encuentren en su camino. El cine es el espacio privilegiado para el amor, sobre todo cuando el amor de Kaurismäki por el cine parece impregnarlo todo: desde el melodrama sacrificial de Leo McCarey y Charles Chaplin hasta el rigor formal de Ozu y Bresson. Sin embargo, “Fallen Leaves” nunca parece depender de sus referencias. Cualquiera diría que lo que pretende hacer Kaurismäki es una película muda, con sus acostumbrados y eclécticos interludios musicales, que entiende la pureza de un método de puesta en escena como la traducción orgánica, necesaria, de la pureza del corazón de sus protagonistas.

Lo mejor:

Que sea una película sobre la esperanza que no quiera darnos lecciones.

Lo peor:

Que quizás Kaurismäki tarde cinco años más en hacer cine.