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Crítica de "Manifiesto ilegal": qué es ser un tío legal según Colson Whitehead ★★★★

Publica la segunda parte de la trilogía iniciada con «Harlem Shuffle», donde se desenvuelve de nuevo por un mundo de traficantes y sospechas policiales
El escritor norteamericano Colson Whitehead
El escritor norteamericano Colson WhiteheadQuique GarcíaEFE
La Razón
  • Diego Gándara

    Diego Gándara

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Es un gran escritor Colson Whitehead (1969, Nueva York). O al menos es uno bastante particular, con su universo propio y bien limitado. Un universo que sabe retratar no sólo a través de las tramas, sino de la realidad misma, en cuyo centro está la realidad social, un ambiente en el que Whitehead se ha criado y, por lo tanto, conoce muy bien: el de Harlem, un lugar algo sórdido y mafiosamente policial, pero también un lugar en el que hay sitio para las pequeñas redenciones, sin las cuales, parece decir el escritor, nadie podría vivir.
Ganador del Pulitzer en dos ocasiones, Whitehead regresa de nuevo a su hábitat natural con una novela que transcurre en los inicios de la década de los setenta y que se estructura en tres partes: lo que acontece en 1971, en 1973 y en 1976. «Manifiesto criminal», así se llama la novela, y tiene una trama sospechosamente policial aunque lo que la sustenta es otra cosa: una trama moral que sigue los pasos de Ray Carner, que vive alejado de los bajos fondos de otra época, tiene una tienda de muebles y es un hombre legal, aunque se le presenta una oportunidad unida a una necesidad y entonces el dilema se instala en su vida: qué es ser un tío ilegal.
Whitehead, pues, persigue como si fueran una estela los pasos de Ray mientras en Harlem hay una guerra abierta entre el Ejercito Negro de Liberación y la policía estatal. En medio de ese meollo, lo único que desea Ray es una cosa: conseguir entradas (se han acabado) para su hija adolescente, que quiere ir a ver y a escuchar los Jackson 5. Y para satisfacerla Ray no duda en recurrir a un viejo contacto de la policía, quien a cambio de las entradas le pedirá algunos favores que Ray dudará (de ahí el dilema) si devolvérselos o no. «Manifiesto criminal», en todo caso, es la segunda parte de una trilogía ya conformada por «Harlem Shuffle» y que se conduce por un mundo de traficantes de drogas, sicarios y también de héroes silenciosos. Todo augura un buen cierre de esta trilogía de Harlem.
Lo mejor:
El autor consigue hacer un buen retrato social de la década del 70 en Harlem
Lo peor:
Nada que reprochar a este autor que abre la puerta a un mundo cercano