Dios, patria e imperio
Se estrena en el Teatro Español una coproducción de Teatro del Barrio y A Tiro hecho sobre las españolas educadas por la Sección Femenina
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Se estrena en el Teatro Español una coproducción de Teatro del Barrio y A Tiro hecho sobre las españolas educadas por la Sección Femenina
«Incluso en los bandos vencedores, las mujeres son apartadas de la historia, por eso, nuestra intención es visibilizar esa parte que no se cuenta, la del 52% de la población. La historia se narra desde la perspectiva de los vencedores, no de las vencedoras, y menos de las vencidas, todas ellas invisibles por el simple hecho de ser mujeres», explica Jessica Belda, actriz y coautora junto a Ruth Sánchez González de «La Sección», que llega al Teatro Español dirigida por Carla Chillida. El reparto lo completan Manuela Rodríguez y Roser Pujol para dar vida a tres personalidades del régimen de Franco, Pilar Primo de Rivera, Mercedes Sanz-Bachiller y Carmen Polo.
La obra se centra en ellas y en la evolución de la Sección Femenina, desde el momento fundacional de la Falange hasta casi la Transición. «Queremos presentar aspectos que tuvieron una importancia capital en el devenir de tantas mujeres cuyas vidas fueron marcadas por las imposiciones educativas, políticas, religiosas y de género que tuvieron un calado hondo en la sociedad española –afirma Belda–. Se trataba de coger ese momento de la dictadura y ver cómo lo vivieron, cómo fueron adoctrinadas y utilizadas como herramienta política». En este aspecto, «la labor de la Sección Femenina fue muy importante, sobre todo en la construcción de lo que una mujer debía de ser, en el papel que debía de desempeñar dentro del régimen, cuya doctrina era hogar, patria e imperio», afirma la actriz.
Teatro político
La Sección Femenina las enseñaba a ser buenas mujeres, esposas y madres. «Su noción de la maternidad es épica, tenía una misión muy importante para la patria, dar grandes soldados que pudieran luchar para defenderla». Para Jessica Belda, «el modelo de mujer y de esposa era estar al servicio del hombre, cuidar la casa, tener hijos y educarlos. El cabeza de familia era el jefe del que dependía y al que debía hacer feliz, como indicaba «El manual de la buena esposa». Y prosigue: «Hasta 1981 las mujeres no adquieren los mismos derechos que los hombres. La dictadura supuso un paréntesis muy grande en el reloj biológico del feminismo, algunos derechos ganados ya estaban en la Constitución del 31, pero no se recuperarán hasta 1981, cuando se igualan con los de los hombres».
En la puesta en escena, Carla Chillida «ha intentado jugar con la interdisciplinariedad, utilizando la danza, proyecciones, marionetas, discursos, canciones... Se trata de teatro político entre el documento real y la ficción. Una pieza escrita, dirigida e interpretada por mujeres en un mundo con pocas dramaturgas porque, como en otras profesiones, también hemos sido invisibles». Y concluye: «Ahora hay una mayor concienciación para reclamar ese terreno que siempre se nos ha negado y es una pena ver que cuando esto va avanzando, surgen reacciones políticas virulentas que intentan frenar esta lucha que creo ya es imparable».