Drake es el rey de los ocho mil millones
El rapero se corona como el más escuchado de 2018 en Spotify, en una lista en la que el rap ocupa los puestos de cabecera
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El rapero se corona como el más escuchado de 2018 en Spotify, en una lista en la que el rap ocupa los puestos de cabecera.
Drake, el rapero canadiense, estrella polifacética del hip hop, con un ego a la altura de otras leyendas previas, encabeza las listas de lo más escuchado. Su «Scorpio», quinto disco de estudio, 25 canciones, tiene invitados de gama alta, tipo el igualmente megalómano Jay-Z y Ty Dollar, canciones potentes, diseño de producción lujosa, samples carísimos y, en general, esa falta de contención, y ese ánimo por agradar a todos los consumidores, que caracteriza a los penúltimos astros del género. Muy lejos de la politizada dinamita de unos Public Enemy, la gracia y el estilazo de De La Soul o la infinita capacidad para el salto mortal y el mestizaje de estilos con causa del llorado Guru en aquel imborrable Jazzmatazz.
En realidad cuesta creer que el rap viva su edad dorada. Por mucho que Drake encabece las listas de Spotify y Apple, o que también anden por ahí raperos como Post Malone y XXXTentacion, en segundo y tercer lugar, respectivamente. Al respecto de las listas, las agencias de márquetin al servicio de las plataformas tecnológicas destacan que entre los artistas más escuchados y celebrados a nivel global también figura el colombiano J. Balvin, gran astro del reggaeton. De hecho, y a pesar de la evidencia de las descargas y las escuchas, el «Scorpio» de Drake fue recibido con muchas dudas por las críticas. A día de hoy figura con unos magros 67 puntos sobre 100 posibles en el agregador de críticas profesionales más prestigioso del mundo anglosajón, Metacritic.
Cierto que Kendrick Lamar, el gran favorito de los entendidos, cosechó el pasado año nada menos que un Pulitzer. Un reconocimiento acaso excesivo para sus méritos particulares, pero desde luego inevitable si se trataba de paliar el criminal olvido del género en los ambientes digamos académicos. Esos en los que el que el rock, vía la generación de los «baby boomers», goza desde hace años de prestigio y premios. Desde tesis doctorales dedicadas a Bob Dylan y Bruce Springsteen al Nobel que recibió el primero y, por supuesto, gracias a las candidaturas y nominaciones anuales al Rock and Roll Hall of Fame. En el que el rap sigue infrarrepresentado. Asunto distinto sería argumentar, como hace tres meses el crítico Michael Hann en las páginas del «The Guardian», si estamos ante un cambio sistémico en el canon. Si las obras canónicas, los viejos discos de Dylan, los Stones, Beatles, etc., no serán barridas en clasificaciones futuras por las de Kanye West o Beyoncè. Cuesta creerlo.
En el panteón
Por mucho que Hann, en su controvertida pieza, titulada «Bland on blonde», denunciara que el canon es mayoritariamente masculino y blanco. Pronostica que en el futuro «se incluirá mucho más hip-hop, y no solo el hip-hop que merece la aprobación de los fans de rock. A Kendrick Lamar, Jay-Z, Beastie Boys y Public Enemy se unirán más Kanye y más discos de Wu-Tang en solitario y más rarezas del momento. Asumirá el lugar que les corresponde en el panteón. Varias tipos de música africana entrarán en las listas, no solo Fela Kuti; Lo mismo ocurre con los muchos vástagos de la música de baile». Quizá.
Pero si un Drake no figura de momento en el panteón junto a, pongamos, Chuck Berry o James Brown, quizá se deba a que todavía no ha publicado una obra a la altura de «Johnny B. Good» o «Live at The Apollo Vol.1». Nada de esto debiera de importar a un artista cuyas canciones fueron pinchadas más de 8 mil millones de veces en Spotify durante 2018. Sin olvidar que su «God's plan», single de «Scorpio», lleva ya nada menos que 1.116.650.250 reproducciones en la misma plataforma. De lejos, la canción más escuchada este año. Números de superestrella, colosales, que hablan a las claras de su bestial poder de convocatoria. Del éxito demoledor del rap y, de paso, de la decadencia comercial en la que malvive el rock and roll y afines. Para hacerse una idea, «Bad luck», de Neko Case, la gran cantautora del country-rock alternativo, no alcanza el millón de reproducciones. O que «Houng out at the mallows», de Father John Misty, apenas lleva 4.365.873. Lejos, muy lejos del emperador Drake.