El Bosco no admite dudas
El Museo de El Prado responde al estudio holandés que retiraba la autoría de tres obras de El Bosco en la inauguración de la muestra del Quinto Centenario.
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El Museo de El Prado responde al estudio holandés que retiraba la autoría de tres obras de El Bosco en la inauguración de la muestra del Quinto Centenario.
No era cuestión de invocar a los Tercios de Flandes ni a la Leyenda Negra. Ayer tampoco era el día ni el lugar, el Museo de El Prado, para mentar al Duque de Alba. Lo que se dirimía no era una cuita nacionalista ni «una cuestión de fe, sino de argumentos», como remarcó Pilar Silva, la comisaria de la exposición y experta en pintura flamenca de la pinacoteca, que dio respuesta pública por primera vez al estudio de expertos holandeses Bosch Research Project (BRP). Este grupo de investigadores dictaminó el pasado mes de febrero la desatribución de tres obras del pintor Jheronimus Van Aken (1450-1516) «El Bosco», en favor de un discípulo de su taller o seguidor. Hasta la fecha, El Prado había mantenido un silencio indignado, pero ayer era necesario abordar la cuestión. «No hay nada que nos lleve a pensar que no son suyas. De hecho, no pueden ser de nadie más», afirmó Silva en un salón de actos abarrotado de periodistas de varios países como pocas veces se había visto antes. Se presentaba la «irrepetible» exposición del Quinto Centenario de la muerte del pintor holandés –que no se abre hasta el próximo martes– y la expectación era total. El director de El Prado remató: «Si son científicos, también ellos deben estar dispuestos a rectificar».
El museo ya rectificó
El director adjunto del Museo, Miguel Falomir, destacó su «respeto por las conclusiones, pero no las compartimos. Y no es por inmovilismo ni por defender a capa y espada la colección, sino porque no nos convencen sus argumentos». Falomir recordó casos en los que El Prado ha rectificado, como el «Retrato de la infanta Margarita», que dejó de ser considerado oficialmente obra de Velázquez para serlo de su yerno, Juan Bautista Martínez del Mazo. Así que no era una cuestión de orgullo patrio, sino de argumentos.
Las obras en cuestión que pertenecen al Prado son tres: la monumental «Mesa de los pecados capitales», «Las tentaciones de San Antonio Abad» y «La extracción de la piedra de la locura». Como respuesta al estudio, el director adjunto del museo se refirió a los tres análisis pertinentes para dirimir la autoría de una obra y se afanó en aportar un análisis científico contra los argumentos que se han hecho públicos, dado que el estudio completo de la BRP no ha sido remitido a la pinacoteca madrileña. Falomir se refirió a las pruebas científicas, documentales e historiográficas que a su juicio no niegan la autoría de El Bosco, tales como la antigüedad de la madera sobre la que fueron pintadas las obras (que estaría en rango exacto con su tiempo), los pigmentos utilizados, y las pruebas documentales, como la que ha sido esgrimida por el estudio holandés. Este estudio se refería a un texto de Felipe de Guevara contenido en los «Comentarios de la pintura» y que, según Falomir, ha sido malinterpretado por los expertos holandeses debido a una cuestión de concordancia gramatical. De los argumentos a favor de su autoría mediante la contemplación de las obras se encargó Silva, que remarcó las similitudes de pincelada entre las obras acreditadas y las cuestionadas, a pesar de que haya muchos tipos de trazo «que pueden llevar a pensar que no se trate de la misma mano». También negó que pudieran ser copias, porque los rayos X han revelado arrepentimientos y cambios en superficie. «Aquí no hay nada que nos indique que no sea su obra. El Proyecto Bosco tiene una cantidad de material increíble y ellos han hecho la desatribución a través de las orejas», comentó en tono irónico sobre un detalle que utilizaban estos investigadores como argumento. Sobre la «Mesa de los pecados capitales», Silva fue contundente: «Nadie, ni Brueghel, se podía haber atrevido a hacer una composición como ésta. Porque los pecados mortales están aquí representados como en escenas de género, y en esa época se pintaban de una manera bien diferente», señaló. En cuanto a «Las tentaciones de San Antonio Abad», los responsables del Museo aseguran que el cuadro sufrió graves daños que obligaron a una restauración ya en torno a 1540. Fue en Flandes, y debió ser por obra de algún seguidor, a lo que se sumó otra intervención en el Museo de El Prado en el año 1839, con el añadido de unas hojas que ya no pueden despintarse sin arriesgarse a un resultado incierto. «Los cuadros tienen su historia, su propia vida, y el tiempo también pinta», comentaban al final de la rueda de Prensa los responsables del museo. «Pero todo lo que ha quedado en superficie es de su mano», dijo Silva, en referencia a la de El Bosco. «La creación y ejecución de la obra es suya, igual que en ‘‘Extracción de la piedra de la locura’’. Está hecha con su libertad característica, aquí no hay nada que no sea Bosco. Estamos absolutamente convencidos de que son suyas. Falomir: «El Bosco aconseja humildad al que lo estudia».
Un «hito histórico»
Al margen de las polémicas, Falomir se refirió a la ocasión histórica de esta exposición, «que no está organizada a golpe de efeméride. Llevamos dos décadas preparándola, restaurando obra –con el hito fundamental de ‘‘El jardín de las delicias’’ en 2002– y organizando los préstamos», que han llegado a Madrid de una veintena de instituciones. Un total de 51 obras, de las que 21son pinturas y ocho dibujos, lo que supone, según El Prado, el 75% de su producción conservada. Un hito histórico para el que ayer se agotaron los calificativos, ya que la obra del maestro holandés que ha llegado hasta nuestros días es muy escasa. Y además está casi por entero sin datar. Por esa razón, la comisaria descartó hacer una retrospectiva cronológica y ha planteado una muestra en torno a varios temas. La infancia de Cristo, la vida de los Santos, el Paraíso y el Infierno... puertas a ese mundo fantástico, de criaturas aladas, seres imposibles y personajes secundarios turbadores tan característico. La representación de un mensaje oculto, un subtexto turbador que amenaza con desatar los demonios de nuestra imaginación. Pero incluso sobre esto han querido en El Prado dar una visión nueva: «Una idea que queríamos transmitir es que El Bosco es mucho más que demonios: hay santos meditando y hay escenas cotidianas», comentó Silva, que resumió el mensaje del «Carro de Heno»: «Para evitar condenarnos, lo que no debemos hacer es dejarnos llevar por el goce de los sentidos. El Bosco no pide tanto que nos comportemos haciendo el bien, sino que tratemos de no hacer el mal», explicaba la comisaria sobre el carro que se dirige al infierno llevando detrás en procesión al Papa y al mismo Rey de Francia. Polémicas al margen, lo que hace mágica la obra del maestro holandés es que alberga mensajes tan profundos y enigmáticos que ni los rayos X pueden revelarlos.