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Estrella Morente: “No nos van a privar de cantar a la libertad sexual y la tolerancia”

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  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

  • M.Moleón

    Marta Moleón

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Los ojos de Estrella Morente son capaces de regar la tierra de todos los campos con un solo movimiento de pestaña. A la cantaora granadina no le hacen falta demasiados pretextos para derramarse verbalmente y entregarse al juego de la palabra. Combativa, confidente, generosa, inocente y arrebatada, esta heredera por derecho de uno de esos clanes artísticos, icónicos, de tiniebla y pedernal como el de los Morente, me recibe en un sillón de terciopelo para hablar de «Copla», un nuevo trabajo propiedad de sus entrañas, pero también del pueblo. «Siempre hay que mirar hacia la historia que hemos vivido para poder avanzar hacia un futuro. Necesitaba poder compartir este colorido musical con el pueblo, porque este disco es suyo. Quiero que estas canciones sean capaces de interpretar el respeto que le profeso a la sociedad, a la gente», confiesa tras cuatro años de silencio musical acerca de un proyecto que incluye hitos musicales como «Yo soy esa», «Suspiros de España», «Ay, pena, penita, pena» o «La niña de puerta oscura».
Esa sociedad receptora, la señalada por la artista, resulta erigirse como un sujeto colectivo demandante de tolerancia en el que «no nos van a privar de cantar a la libertad sexual, política, económica y de cualquier otro ámbito. No estamos en tiempos de Mariana Pineda y no nos van a quemar envueltos en la bandera. Sobre todo, porque cuando uno se manifiesta desde el respeto, desde el diálogo y desde la admiración, la única bandera que podemos y debemos enarbolar es la de la cultura». Desde que lanzara su último disco en 2014, la nieta del guitarrista Montoyita ha estado cultivando el amor por los clásicos que beben de todo ese manantial flamenco de Imperio Argentina, Lola Flores, Juana Reina o Miguel de los Reyes, sin dejar de reajustarlo, pulirlo y adaptarlo a unos tiempos presentes en los que las diferentes sensibilidades sociales se antojan caprichosas y fuertemente revisionistas.
«Es importante acercar a las nuevas generaciones que hoy en día no tienen problema para descargarse cualquier tipo de música, el mensaje de que antiguamente no hubieran podido. Que había coplas que se censuraban. Que había letras que no podían cantarse. Que algunas, si me apuras, estaban disfrazadas porque se daba la situación de que un hombre no podía cantar a otro hombre y había que falsear ese relato con el de una historia de amor entre una madrina y un torero. Tú no podías hablar de homosexualidad porque te llevaban preso o te pegaban un palizón», comenta indignada al tiempo que añade «además la copla siempre ha estado vinculada al régimen, cuando creo que pertenece a un género musical mucho más libre, mucho más rico. Se merece otro tratamiento, otra relajación. En este disco, por ejemplo, es lo que hemos intentado. Cuidar las letras. Hemos quitado coplas que hablaban de cosas condenables como el maltrato físico».

Tierra mezclada

Esta lectura crítica y artísticamente renovadora se hace a través de un género, el de la copla, que la artista siempre ha tenido muy presente en el desarrollo de sus emociones y de su infancia y que durante mucho tiempo ha estado en la energía concentrada de los patios de vecinas, en las estaciones de tren, en la manera de acunar su sueño, en el interior de las casas con cuerpo de trigo y en el imaginario colectivo musical de la tradición española.
«La copla aquí tiene mucho que ver con el alma, con las raíces de la tierra y con los sentimientos», señala acerca de este trabajo una mujer que afirma no creer en el pedigrí musical de la raza (palabra que rehúsa utilizar para referirse a la etnia gitana) ni en el estigma manido de la apropiación cultural: «Somos lo que escuchamos. Conozco casos de gente que ha nacido en una familia de músicos gitanos cuya profesión no tiene nada que ver con el cante o el baile y en cambio gente que no es gitana y que se ha criado conmigo, ha despertado, ha visto las estrellas, el sol, la luna con los gitanos y el arte, el baile, las vivencias y todo eso lo ha convertido en un gitano. Es lo mismo que el niño del libro de la selva. Si tu naces en una manada de lobos y te crías con ellos, eres un lobo más». La Estrella que a todos interesa y que ventea el tiempo con la energía de la eterna juventud se despide con una proclama en la boca en forma de clavel: «El futuro de la música tiene que sonar a libertad, por encima de todo».

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