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Fiesta contrapuntística

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Haendel: «Israel en Egipto». The Sixteen Choir & Orchestra. Director: Harry Christophers. Auditorio Nacional, 14-VI-2019. Madrid.
Con este oratorio haendeliano ha labrado parte de su carrera el director Harry Christophers, fundador del coro The Sixteen hace 40 años y creador también del conjunto orquestal que se acoge a la misma denominación. Formaciones que se atemperan a los flexibles dictados de un mando conocedor y que practican un modo renovado de hacer en el servicio fidedigno a las músicas del barroco. Buena ocasión ésta, pues, para calibrar su estado de forma actual y comprobar cómo mantiene sus criterios con firmeza y muestra su conocimiento del «métier». Haendel tiene pocos secretos para él; sabe concertar, ensamblar, cantar y ordenar sus pentagramas, aun los de más difícil plasmación. Y este oratorio, con predomino casi absoluto del canto coral, es una buena piedra de toque. En su realización se comprueba la perfecta adecuación al estilo al tiempo que un entendimiento nada sujeto a la letra. La música, enjundiosa y bien trabada, sus complejidades formales y sus amplios «fugatos», se nos han dado con las mejores garantías de autenticidad. Para ello, claro, el director ha dispuesto de una orquesta (27 músicos, con dos positivos y clave entre ellos) de diáfana sonoridad, equilibrio entre familias y buena afinación de sus instrumentos barrocos, y de un coro igualmente afinado (26 elementos), con sus componentes alternados, bien adiestrados en la reproducción de hasta 18 números a ocho voces. Un plantel adecuado para llevar a cabo con fortuna la interpretación de una partitura semejante, que empezó a esclarecerse nada más empezar, con el doble coro «And the children of Israel». En el coro nº 4, «They loathed», nos dimos cuenta de la redondez de los seis buenos bajos y de la claridad del contrapunto. Anotamos luego el conseguido aire modulante y grave y la excelente planificación en el coro nº 8, «He sent a thick»; el bien medido dramatismo del nº 11, «Egypt was», la grandiosidad del doble coro nº 15, «And Israel saw». Aplaudimos, ya en la segunda parte, las bien dibujadas agilidades del doble coro nº 18, «I will and the children»; la buena aplicación de los silencios en el nº 30, «Who is like unto Thee, O Lord»; la forma de acentuar, seca, dramática y obsesivamente, el doble coro nº 33, «The people shall». Y la transparencia meridiana del nº final, doble coro con soprano, «Sing ye to the Lord». Christophers, que marca suavemente sin batuta, que se gira, pasea, inclina y sugiere con intención, dio forma a una obra que tiene ahormada apoyándose en los espléndidos conjuntos; y en ocho discretos solistas, que intervinieron estratégicamente en los momentos requeridos. Destacar la fresca voz de la soprano Julia Cooper y la educada emisión del tenor Stuart Young. Un gran éxito al final que merecía un bis. No lo hubo.

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