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Guerra en la RAE

La Docta Casa se enfrenta hoy a una de las elecciones más controvertidas de su larga historia. Sin candidatos «oficiales», suenan con fuerza los nombres del periodista Juan Luis Cebrián y el jurista Santiago Muñoz Machado. La dura situación económica que atraviesa marcará las votaciones.

El perchero de la Real Academia Española, uno de los emblemas de la institución que hoy elegirá al nuevo director, sustituto de Darío Villanueva
El perchero de la Real Academia Española, uno de los emblemas de la institución que hoy elegirá al nuevo director, sustituto de Darío Villanuevalarazon

La Docta Casa se enfrenta hoy a una de las elecciones más controvertidas de su larga historia. Sin candidatos «oficiales», suenan con fuerza los nombres del periodista Juan Luis Cebrián y el jurista Santiago Muñoz Machado. La dura situación económica que atraviesa marcará las votaciones.

Luego enemigo en la Real Academia Española (RAE), que hoy vive una de las elecciones más calientes de su reciente historia. La declaración el pasado mes de octubre de Darío Villanueva, actual director de la Casa, de que no iba a renovar por un tercer mandato pilló por sorpresa a los académicos y desencadenó un terremoto que sacudió la institución y dio el pistoletazo de salida a una carrera por la sucesión que no ha estado exenta de polémica. Desde ese mismo momento los candidatos comenzaron a postularse. Era jueves y tras el anuncio ya se vaticinaba que habría un par, al menos, de miembros entre los que se dirimiría la futura dirección de la Real Academia Española. O que este año podría ser una mujer quien acabase por ocupar, por primera vez en los 305 años de historia de la RAE, el cargo de directora (caso, como se cuenta «sotto voce», de Inés Fernández-Ordóñez, la académica más joven).

A lo largo de sus tres siglos de vida solo han sido once las féminas elegidas académicas en total, y que actualmente son ocho: Carmen Iglesias, Margarita Salas, Soledad Puértolas, Inés Fernández-Ordóñez, Carmen Riera, Aurora Egido, Clara Janés y Paz Battaner. Suenan, sin embargo, con firmeza, los nombres del periodista Juan Luis Cebrián, que, según algunos miembros de la institución consultados (el silencio y el hermetismo se han impuesto), podría tratar así de recuperar el poder perdido y que ostentó al frente de un importante grupo de comunicación. Ocupa la silla «V» desde 1997.

Frente a él y con un perfil bien distinto que no está avalado por una trayectoria en la gestión, Santiago Muñoz Machado, secretario de la RAE desde 2015, jurista, catedrático de Derecho Administrativo y académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, además de reciente Premio Nacional de Historia por «Hablamos la misma lengua. Historia política del español en América». Varios académicos ya ha tomado partido por uno u otro, aunque entre los consultados se muestran escépticos a que haya hoy un nuevo director. ¿Es posible que uno de los dos cuente con más de veinte votos para salir elegido? De no salir en esta primera ronda se procedería a una segunda para la que serían necesarios tres cuartos de los votos. Una tercera, de no fructificar las anteriores, llevaría al 20 de diciembre. Podría producirse un empate, que en el hipotético caso de los citados Muñoz Machado y Cebrián inclinaría la balanza a favor del más antiguo, en este caso, el segundo. Así, el pleno de la Real Academia Española procederá esta tarde a la elección de tres cargos de su Junta de Gobierno, tal como establecen los estatutos de la corporación cuando se producen vacantes por finales de mandato. Los puestos sometidos a votación serán tres: director (Villanueva), bibliotecario (Pedro Álvarez de Miranda) y vocal segundo (Inés Fernández-Ordóñez). Cualquiera de los 44 miembros de número –actualmente hay dos académicos electos, Carlos García Gual y Juan Mayorga– que forman parte de la RAE puede optar a alguno de estos cargos, aunque, siguiendo las normas y la tradición académica, no se proclaman oficialmente candidaturas. Darío Villanueva es director desde el 11 de diciembre de 2014 y tomó posesión el 8 de enero de 2015. Ocupa el sillón «D» y es el trigésimo desde que Fernández Pacheco ocupara dicho cargo en 1713.

Dura situación económica

La situación económica de la RAE marca el devenir de la institución, muy preocupada por los números y que ha visto disminuir de una manera drástica su asignación en la cantidad que recibe del Estado (para los Presupuestos Generales de 2018 ha recibido la misma aportación que en 2017, 1,6 millones de euros, cerca de un 20% del presupuesto total de la institución, alrededor de 7 millones), así como en los patrocinios. Lograr ingresos ha de ser para el nuevo inquilino una tarea prioritaria. Si los mandatos de los tres últimos directores, Víctor García de la Concha, José Manuel Blecua y Darío Villanueva, han estado marcados por la crisis, sobre todo el de este último, la pérdida económica es hoy un hecho del que los académicos se lamentan. O el periodista o el jurista deberán poner en marcha mecanismos para conseguir nuevas fuentes de ingreso. Los diccionarios en papel no se venden lo que que sería deseable y la Real Academia sigue siendo vista como una institución caduca, y no como la gran casa del idioma. Hoy cuenta con 46 académicos vitalicios (y que no reciben remuneración) y 80 empleados.

El último año ha estado lastrado por polémicas como la del informe sobre el lenguaje inclusivo de la Constitución Española, que la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, encargó a la RAE. Darío Villanueva ha reiterado en varias ocasiones que las conclusiones del mismo no serán «muy diferentes» al texto que se elaboró en 2012, «Sexismo lingüístico y visibilidad de las mujeres». «No habrá sorpresas», fue la frase utilizada. En el mismo han participado Paz Battaner, Ignacio Bosque, Inés Fernández-Ordóñez y Pedro Álvarez de Miranda. No será hasta enero cuando el texto sea aprobado por el pleno de la institución.

En un año jalonado por peticiones de redefinición de términos, la penúltima llegó ayer. Se trata del verbo «maquillar», cuyas acepciones que reconoce la RAE se refieren a modificar o disimular, mientras que los autores de un vídeo, promovido por miembros del cine y una marca de cosmética, pedirán (aún no lo han hecho mediante un escrito) que se incluya la siguiente definición: «Acción por la cual se reafirma o consolida la identidad de alguien a través de la aplicación de productos cosméticos».