Guillermo de Osma: «Los cuadros hablan, pero no en voz alta»
Es un clásico del arte español: lleva 40 años en este mundo. Por su espacio ha pasado lo más granado mediante las 80 exposiciones que ha organizado. Ha sido galardonado en la sexta edición de los Premios Arte y Mecenazgo de «La Caixa» 2016.
Es un clásico del arte español: lleva 40 años en este mundo. Por su espacio ha pasado lo más granado mediante las 80 exposiciones que ha organizado. Ha sido galardonado en la sexta edición de los Premios Arte y Mecenazgo de «La Caixa» 2016.
Responde con el sosiego y la lucidez del que lleva 40 años en el mundo del arte. Y lo hace en castellano, aunque por la admiración y el profundo conocimiento que demuestra en cada una de sus palabras podría catalogarse como un lingüista plástico. Conversa con sus obras en silencio, pero sin callar. Desde su inauguración en 1991, la galería Guillermo de Osma ha realizado más de 80 exposiciones dedicadas al arte moderno y contemporáneo. Ahora ha sido galardonada en los Premios Arte y Mecenazgo de «La Caixa» 2016, lo que supone todo un reconocimiento.
–La galería Guillermo de Osma está especializada en la vanguardia histórica.
–La idea era hacer un trabajo de volver a mirar hacia las generaciones que nos han precedido. Revisitar y reestudiar a los artistas de los años 20, 30, 40 o 50 es fundamental para entender el hoy y el mañana.
–¿Qué diferencias existen entre el arte moderno y el clásico?
–El lenguaje. Para muchos, el impresionismo es el principio del arte moderno, al abrir la vía de la subjetividad. El gran cambio se produce a principios del siglo XX, cuando los artistas dejan de imitar la realidad y empiezan a pintar lo que no ven, lo que las cosas les sugieren.
–¿No cree que el arte contemporáneo requiere un mayor conocimiento intelectual?
–Al arte, incluso al más contemporáneo, hay que acercarse con ganas, con un espíritu abierto. Es verdad que cuanto más avanza el siglo XX más complejos se hacen los lenguajes.
–¿Deberíamos educarnos visualmente?
–Por supuesto. Cuando somos niños nos dejan dibujar y expresarnos libremente, lo que se interrumpe luego bruscamente. La enseñanza del mundo plástico es muy importante. El arte es la conexión que tenemos con el mundo espiritual. Hace que nos preguntemos, y nos explica muchas cosas, sobre lo que nos rodea.
–Vamos, que entender de arte permite conocer el mundo...
–No tengo ninguna duda. El artista es una especie de chamán que une el mundo cotidiano con otro más elevado. Expresa cosas que siente y que pasan a su alrededor. Gozar del arte es muy sencillo. No hace falta tener una cultura muy profunda. Luego vienen los pasos siguientes, pero el primero es establecer un diálogo con la obra. Eso se enseña y se cultiva.
–¿Cómo acercarse al mundo artístico?
–La enseñanza tiene una labor trascendental. Esta sociedad tan mercantilizada y tecnificada ha abandonado los valores humanistas. La persona también debe hacer un pequeño esfuerzo.
–¿Es usted historiador del arte o comerciante?
–Intento mezclar las dos facetas. La historia del arte y el mercado del arte tienen mucho en común, aunque antes eran mundos incomunicados. El historiador entiende que las galerías cumplen un papel tan fundamental que igual sin ellas no habría mercado del arte. Y sin mercado, ¿habría arte?
–¿Cuál es el cometido de la galería?
–Es el punto de encuentro entre el artista y el coleccionista, entre la obra y el público. Es el primer espacio donde la obra de arte se pone a prueba. El galerista es un gran promotor cultural.
–¿Es España país para artistas?
–Siempre lo ha sido. El entorno español dramático incita a crear. España es un país de artistas, pero nos gustaría que hubiera muchos más aficionados al arte. El mercado español debiera dar para más. Es más modesto que el país.
–Pero el arte no entiende de fronteras...
–El arte como expresión, no. Como mercado, sí. Hasta hace poco, el coleccionista español sólo coleccionaba arte español, aunque esto ha cambiado en los últimos 20 años.
–¿Y qué posición ocupa el arte español en la esfera internacional?
–Hemos tenido épocas fabulosas, como la segunda mitad del siglo XX, pero el actual es un momento difícil para la proyección del arte español hacia fuera. Las galerías se mueven ahora más que nunca. Sin embargo, al artista español le cuesta entrar en los mercados fuertes que marcan tendencia.
–¿Puede considerarse la venta por internet una amenaza para los galeristas?
–No. Por internet se venden obras muy baratas, ya que en cuanto se llega a un cierto precio el coleccionista quiere verla físicamente y comprobar que está en buen estado. Las redes sociales son una herramienta de difusión, un instrumento que debe intentar provocar la visita.
–¿Son las obras de arte una inversión rentable?
–El arte puede concebirse como inversión, aunque en España no es lo común. Comprar para invertir es peligroso. Hay que comprar lo que a uno le gusta y lo que puede; y no hay que pedir un crédito para comprar un cuadro. El mercado es muy vasto y da para las posibilidades de todo el mundo.
–¿Usted conversa con sus obras?
–Sin parar. El diálogo tiene muchos matices. Puede ser puramente visual, o más complejo. Uno se pregunta por los colores, las proporciones, las formas, la geometría... Para gozar de un cuadro hay que dejar que te hable. Los cuadros hablan, pero no en voz alta. Hay que saber escuchar.