Música étnica

«¿Hacer un bis? Vamos a ver si llegamos vivos al final»

Aunque ríen como dos chavales fuera de foco, cuando pisan el escenario saben que se la juegan.

Celso Albelo sonríe apoyado en el espejo mientras Javier Camarena mira a su compañero
Celso Albelo sonríe apoyado en el espejo mientras Javier Camarena mira a su compañerolarazon

Aunque ríen como dos chavales fuera de foco, cuando pisan el escenario saben que se la juegan.

Celso Albelo y Javier Camarena tienen 39 años, el primero los cumple en noviembre y el segundo, en marzo. Uno es canario, de Tenerife, y el otro nació en Xlapa, estado de Veracruz, en México. Albelo ha debutado este año en Nueva York en el Met en enero con «Maria Stuarda», de Donizetti, y ha cantado también por primera vez en el Bolshói, a donde regresará en septiembre. Ha sido para él un año bastante intenso y ha acusado el cansancio. La temporada que viene será otro cantar, aunque avisa de que tiene firmados compromisos hasta 2020 (en su móvil consta una lista larguísima de citas para la próxima temporada). Viste muy deportivo y se funde en un abrazo con Camarena al verse. Ambos están casados y tienen hijos pequeños y pueden presumir de su amistad. Por tanto, el pulso que echan en la fotografía de la portada digamos que queda en tablas. Ganan ambos. La primera función la canta el tenor mexicano, pero podría haberlo hecho el canario. «No hay primer o segundo cast. Somos cantantes que damos lo mejor sobre el escenario», dicen a una voz. Albelo guarda un gratísimo recuerdo de la vez anterior que estuvo en el Teatro Real, en diciembre de 2014, con «L’elisir d’amore», de Donizetti, donde recuerda que a veces casi se atragantaba de la risa: «Lo pasé estupendamente y me divertí muchísimo. Este año ha sido tenso y duro, pero me ha hecho feliz».

Los dos Lord Arturo Talbo coinciden en tildar de «endiablado» a su personaje, que lleva colgado el apellido de «imposible de cantar». «Es bastante complicado. Toda la obra está llena de pequeñas llaves y es megarromántica. Por una parte está el amor que profesa a la mujer, y por otra, el que tiene hacia la patria. Yo me lo paso pipa a partir del recitativo del tercer acto, que parece que nunca acaba». Camarena asiente y asegura que para él es «el más complicado de los papeles belcantistas. Bellini lo escribe ya en su madurez poco antes de morir es su última ópera y en ella encierra un compendio, un tratado del belcanto», señala . Y añade su compañero que «pasamos de 0 a 200 kilómetros por hora en un momento. Está lleno de momentos fuertes que se alternan con otros más flojos. Y eso sí es pirotecnia». Un papel para el que se requiere de una preparación especial, un bagaje y las horas de vuelo y canto que tienen los dos artistas. Albelo reconoce que se emociona y que es complicado muchas veces poner distancia, «y si por ese motivo alguna vez no das bien una nota, pues no pasa nada, porque somos de carne y hueso». Y habla largo sobre la capacidad que posee la música para hacernos gozar: «Yo sólo pido que el que venga al teatro quiera disfrutar. Que venga a emocionarse».

Camarena viste vaqueros y una americana que se ajusta con cierta coquetería. En su anterior visita a Madrid regaló un bis antológico, el aria «Ah mes amis», de «La hija del regimiento», tam- bién de Bellini. «Fue un momento único y lleno de magia». A Albelo tampoco le pilla de nuevas porque ha repetido en La Fenice «Una furtiva lagrima» y el Regio de Parma «La donna è móbile». «Cuando sucede sientes una energía especial. Antes de que llegue la ovación esa tipo estadio hay un segundo o dos que parecen eternos. Y después llega el delirio», recuerda. Efectivamente, reconocen que se produce por «un consenso de todos». Y la pregunta es poco menos que obligada. ¿Y si les piden que repitan? Y la repuesta es tajante: no lo harán. Así lo explican: «Vamos a ver si llegamos vivos al final porque el trabajo es durísimo. Si alguien quiere volver a escuchar un determinado pasaje tendrá que volver al teatro para oírlo. Yo, desde luego, no me veo que pueda bisar si pretendo llegar al final», dice Albelo. Y Camarena casi repite las palabras, pero añade que «no existe en esta ópera un aria que sea susceptible de ser repetida como ocurrió, por ejemplo, con ‘‘La hija del regimiento’’, porque no existe un momento de relax y no es obra en la que exista esa posibilidad de bisar, el ‘‘A te, o cara’’, demasiado larga y está al principio. Y si ya nos van pidiendo que repitamos casi nada más empezar... No hay un momento claro en el que se pueda pedir. Creo que es un papel demasiado comprometido, arriesgado y ambicioso como para ello. Yo lo agradeceré en el caso de que me lo pidan, pero no lo haré», explica el mexicano.

La orquesta, quiere subrayar, no suena hoy lo mismo que en tiempos del compositor. No suena ni remotamente igual, pues antes se cantaba con falsete, que no es la técnica que utilizamos hoy», explica. Evelino Pidó es el encargado de estar en el foso. Albelo le conoce porque le ha dirigido en casi todo el repertorio belcantista. Se conocen bien. «Yo diría que es uno de los directores que me ha hecho crecer como intérprete».

Ambos están a punto de entrar en los cuarenta. Y las cosas ya no se ven como antes, aunque la ilusión, y los dos lo subrayan, no la han perdido. «Me cuesta creer que lleve doce años ya en esta profesión. Parece que fue ayer cuando empezaba a cantar. Y ahora me doy cuenta de que no, por ejemplo, cuando me llaman ‘‘maestro’’ y otros cantantes que están empezando, que son más jóvenes, me piden que les escuche y que les dé algún consejo. Yo, que hace nada era quien pedía una audición...», recuerda el tenor, uno de los artistas más queridos en el Teatro Real si nos dejamos llevar por cómo le saludan aquellos con los que se cruza.

Trabajo en equipo

Lord Arturo los ha vuelto a unir. Quien piense en una rivalidad encubierta entre ambos no va por buen camino.

–Seguro que si le pregunto por Javier Camarena me dice que es un tipo estupendo.

–Es de esas personas a las que no puedes dejar de admirar y querer bien, un hombre muy tranquilo y eso se nota en la manera de cantar. Por eso siempre gana. Nos vamos ayudando, ponemos en común la manera de interpretar y cantar. Digamos que es un trabajo en equipo. Uno se alegra del triunfo del otro y ese buen rollo produce energía positiva, de la buena.

Recuerda Camarena que se conocieron en 2006 en Zúrich y ahí se cimentó una amistad sólida entre ambos. Cantan, se respetan, se admiran y, de vez en cuando, como ahora, se echan un pulso entre risas. ¿Y el morbo que da pensar que entre ustedes no es oro todo lo que reluce y que se tiene un poquito de envidia? «Es que hoy es lo que se busca. Y el público también lo demanda. Parece que todo tuviera que tener un trasfondo para que se pueda vender», asegura Albelo. a lo que Camarena, añade en una frase genial: «Él es un tipazo».

No habrá en esta ópera ni naves espaciales ni tendrán que cantar los tenores colgados de un arnés. «La escena es muy Emilio (Sagi), lleva su sello y su elegancia y es, además, un homenaje a la música. Es una escenografía muy romántica, de ensueño. A mí, además, me ha vestido de negro y con cinturita de avispa. Imagínate cómo se lo he podido agredecer», ironiza Albelo. Y añade Camarena que se trata de un montaje «muy tradicional, y eso me gusta. No tenemos que buscar dobles interpretaciones ni triples lecturas, aunque también apuesto por otras lecturas más arriesgadas cuando tienen razón de ser».

«I puritani» será la ópera que cierre la temporada del Teatro Real, la última con escena, pues «I due Foscari» pondrá el broche pero será en versión concertante. Durante unos días el coliseo se va a convertir en una auténtica concentración de estrellas por metro cuadrado, pues junto a ellos estará el maestro, ése al que todos, jóvenes y los que no lo son tanto otorgan ese tartamiento. «Coincidiremos con Plácido. Será estupendo. Es que el real es un lujo de teatro», apunta Camarena antes de despedirse.