Las conquistas y techos rotos de Clara Campoamor
Hasta el 16 de octubre, la Biblioteca Nacional acoge una muestra sobre la vida y legado de la abogada y feminista
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Decía Emmeline Pankhurst, activista política británica y líder en su país del movimiento sufragista, que «el violeta simboliza la sangre real que corre por las venas de cada luchadora por el derecho al voto, simboliza su conciencia de la libertad y la dignidad. El blanco, la honradez en la vida privada y en la política. Y el verde la esperanza en un nuevo comienzo». Esos tres colores, en ese orden y en horizontal, forman la bandera sufragista, que tantas mujeres enarbolaron a nivel internacional para que hoy día tantas otras podamos disfrutar de ciertos derechos que hoy vemos como básicos, pero que se alcanzaron con esfuerzo y trabajo. Unos colores que guiaron a uno de los grandes logros del movimiento feminista, y, por ello, han sido elegidos en sus diferentes tonos para decorar textos, vitrinas y paredes de la exposición que la Biblioteca Nacional de España acoge hasta el 16 de octubre: «Clara Campoamor Rodríguez: mujer y ciudadana (1888-1972)».
Nacida en 1888 en Madrid, creció cuando aún en España la mujer no era más que el «ángel del hogar», pero nunca se dejó llevar por estas ideas. Como bien dijo Ortega y Gasset, «yo soy yo y mis circunstancias». Ningún ser humano nace, vive o muere aislado, sino que siempre se ve influenciado por su contexto. Y, en el caso de Campoamor, existió esta influencia, que no determinación, por parte de su entorno, «porque ella nace en una familia de clase trabajadora, y como mujer en la España de 1888 no permitió que le dijeran dónde iba a llegar. Va a superar ese mundo, lo cuestiona, y trata de mejorarlo rompiendo el techo que le imponen. Utiliza ante todo la educación para acabar con estas limitaciones de origen, pero también con las que la sociedad española le impone por ser mujer». Así lo explicaba ayer ante la Prensa Rosa María Capel Martínez, comisaria de la muestra, poniendo en valor que ha querido recorrer la trayectoria vital de la activista y abogada, «sus luchas, sus conquistas y, también sus frustraciones». Todo ello, a través de un doble contexto internacional y nacional, para poder entender el significado de su figura en la época.
Un reto y un privilegio
Con entrada gratuita, el visitante podrá conocer un total de 368 piezas, de las que 61 pertenecen a la Biblioteca Nacional, así como otras proceden de numerosas instituciones y colecciones públicas y privadas, nacionales e internacionales. Explicaba durante la presentación Isabel Izquierdo, directora de programación de Acción Cultural Española –esta institución ha organizado la muestra junto a la Biblioteca Nacional y la Secretaría de Estado de Memoria Democrática–, que se trata «de un proyecto que ha supuesto un reto técnico y un auténtico privilegio. Un reto, en el sentido de reproducir una exposición con tantas piezas, muchas inéditas y de formatos variados. Y un privilegio por poder visibilizar la obra de una mujer infatigable, feminista, clave para entender la historia contemporánea de nuestro país». Así, se exponen desde una medalla a modo de condecoración militar que se entregaba a las sufragistas que hacían huelga de hambre en la cárcel, hasta una fotografía de Campoamor dando clase de mecanografía para adultas, pasando por «Clotilde leyendo», de Sorolla, un reloj de la feminista que marca la hora de su muerte, su moneda de la suerte, una urna electoral de 1931 o el último retrato que se ha realizado de Campoamor, a manos de Francisco Montañés y realizado este mismo año.
Esta muestra, que también conmemora el cincuentenario de la muerte de Campoamor, refleja la lucha contra las discriminaciones a la mujer y la defensa de la paz. Pone en valor cómo, a través de la búsqueda del derecho femenino al voto, la que fue una de las primeras abogadas españolas legó a las españolas el ejercicio de la ciudadanía. Todo ello, basándose en el trabajo y la fuerza de la inteligencia para acabar con la desigualdad.