Historia

El año que cambió el mundo: el camino a Tenochtitlán

En 1519, Cortés y su hueste marcharon sobre Tenochtitlán. En el libro “Soldados”, el historiador Daniel Aquillué recorre este y otros muchos episodios clave de los últimos cinco siglos de la historia militar de España

Composición del artista digital Jordi Bru que muestra al variopinto contingente que lideraba Hernán Cortés, camino a Tenochtitlán
Composición del artista digital Jordi Bru que muestra al variopinto contingente que lideraba Hernán Cortés, camino a TenochtitlánJordi Bru

1519. Un contingente conformado por mesoamericanos y europeos marcha hacia el valle de México. A estos soldados les une la ambición, la venganza, su concepción de la gloria y el honor. Aquellas gentes entonces no lo sabían, pero estaban haciendo historia. Su camino los llevaba a un choque brutal que, en muchos momentos, podría haber sucedido de otra forma. El azar, la astucia, la diplomacia, la estrategia y la táctica militar decantarían la victoria por el lado de la variopinta hueste de Hernán Cortés, representante de un emperador que se hallaba a miles de kilómetros de allí, Carlos V, en nombre del cual sometería a otro emperador, Moctezuma, a cuyo encuentro marchaba.

Un pequeño grupo de conquistadores, castellanos en su mayoría, invadía un territorio ignoto. Más numerosos eran los tlaxcaltecas que los acompañaban, pertenecientes a una república militar presta a resarcirse frente a los mexicas de la Triple Alianza que llevaba años acosándoles. Y, por último, iba en esa expedición otro numeroso grupo de nativos que se había rebelado contra su señor Moctezuma, a pesar del riesgo a que los castigara y reprimiera si fracasaban en su apuesta por aquellos extranjeros venidos de un viejo mundo que no conocían. La suerte estaba echada.

No era esa, sin embargo, la primera expedición lanzada hacia el continente americano por mandato de Diego Velázquez, gobernador de Cuba. El primer intento en 1517 fue infructuoso. La segunda expedición fue la de Juan de Grijalva en 1518, quien bautizó al nuevo territorio como Nueva España. Los de Grijalva llegaron a Potonchán, donde fueron acogidos de forma amistosa por los caciques locales. Poco después se encontraron con representantes de Moctezuma, «tlatoani» y sumo sacerdote de la confederación de la Triple Alianza, una macroformación sociopolítica de mexicas de tres ciudades del lago Texcoco, encabezada por Tenochtitlán, más conocida como el Imperio azteca. Fue el primer contacto de los europeos con la autoridad pública de los mexicas. Moctezuma, informado, envió toda una red de exploradores para monitorizar a los extranjeros. Y Grijalva, falto de hombres y con sus barcos en mal estado, decidió regresar a Cuba.

A la tercera fue la vencida. El gobernador Velázquez preparó otra expedición a finales de 1518. Dio el mando a Hernán Cortés. Su objetivo era entrar en contacto con Moctezuma, pero estaba preocupado por no comprender a los oriundos y no poder transmitir sus mensajes y peticiones. Apareció, entonces, Malinalli Tenepatl, quien fue conocida como Malinche. Hija de un cacique local que, a su muerte, fue vendida como esclava al cacique de Potonchán. Allí había aprendido el idioma yucateco, al que sumaba su náhuatl natal. Gracias al castellano Aguilar, que había aprendido maya durante su cautividad, podían conversar. El cronista Bernal Díaz del Castillo diría que aquello «fue el gran principio para nuestra conquista». A través de Malinche, Cortés conoció las tensiones a las que estaba sometida la Triple Alianza, el descontento de los estados vasallos al Imperio mexica.

El contingente invasor llegó a la tierra de los totonacas, donde fueron acogidos por Tentitl, un gobernador azteca de la región. Cortés se percató de que los totonacas estaban prestos a la rebelión contra la Triple Alianza. Cuanto más intransigentes eran los mexicas con sus súbditos, más propensos eran estos a rebelarse y pasarse al bando ibérico. Cortés logró erigirse en el poder aglutinador de la oposición a Tenochtitlán, sin necesidad de haber declarado aún una guerra. El camino fue arduo para los castellanos, que se vieron martirizados por las enfermedades.

Cortés pretendía establecer una alianza con Tlaxcala, que se oponía al dominio de la Triple Alianza. Tlaxcala se convirtió en fiel aliada de Cortés tras haber medido sus fuerzas en el campo de batalla. Con información, suministros y tropas, hasta seis mil tlaxcaltecas se le habían unido, Cortés reanudó su marcha hacia el corazón del Imperio mexica. Avisado de la trampa que le esperaba en Cholula, Cortés se anticipó y mató a varios miles de nativos. La matanza de Cholula enviaba un mensaje a Moctezuma, al tomar la ciudad y eliminar de un plumazo a toda la nobleza proazteca del lugar. Al mismo tiempo, las ciudades cercanas se entregaron sin oponer resistencia. A partir de ahí, se allanaba el camino a Tenochtitlán.

Tlaxcaltecas, totonacas, cholultecas, huexotzincas, chalcas y acolhuas marchando junto a los soldados castellanos. El capitán Vázquez de Tapia diría que «no teníamos después de Dios otra seguridad sino la de los caballos», mientras que los nativos hablaban de los jinetes como «hombres voladores». Cuando por fin llegaron a la capital de la Triple Alianza, lo festejaron con salvas de artillería que, para los nativos, eran como las erupciones del Popocatépetl...

El año que cambió el mundo: el camino a Tenochtitlán
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Para saber más...

  • Soldados (Desperta Ferro Ediciones), de Jordi Bru y Daniel Aquillué, 208 páginas, 29,95 euros.