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España mítica

Palencia legendaria: la "Bella desconocida"

Por esta ciudad castellana se puede recorrer la ruta del románico y de tantas villas maravillosas que ofrecen paisajes y cuentos de ensueño, como Frómista o Paredes de Nava

El Cristo del Otero es una referencia en el "skyline" palentino Turismo de Castilla y León

La “Bella desconocida” que es Palencia merece plena atención siempre, y más en un atlas mítico de España. Desde el románico a la capital, de los pueblos más singulares de Campos al sueño ilustrado del canal de Castilla, la ingente cantidad de narraciones sobre ella es indicación de que hemos de pensar y demorar mucho más en sus tierras. De la capital hay demasiado que decir, pero podemos centrarnos sobre todo en sus orígenes míticos, que en la tradición se relacionan con la catedral de San Antolín. Se supone erigida sobre una cripta construida a raíz del traslado de las reliquias de San Antolín en el año 672. Los restos de este santo godo, relacionado con el círculo de Teodorico y martirizado en 507, se dice que fueron traidos el rey visigodo Wamba a la capital palentina después de una campaña militar por la Septimania para someter a unos nobles rebeldes. La cripta alberga el agua del santo en un pozo que se supone milagroso. Pero otra leyenda, que recoge el testigo de la importancia de la ciudad en tiempos de la reconquista, quiere enlazar aquel núcleo godo con el de los reinos peninsulares medievales, tras la conquista árabe, y atribuye su fundación al rey de Navarra Sancho III.

Como muchas otras leyendas de las ciudades de la España medieval, la debemos a Ximénez de Rada, en el siglo XIII –que dio carta de naturaleza a tantas historias míticas–, pero también hay restos en la tradición poética castellana de la época, como en las Mocedades de Rodrigo, épica del siglo XIV. La leyenda quiere que Sancho el Mayor de Navarra fuera de caza tras un jabalí portentoso y que, al llegar a la cueva que le servía de guarida, no pudiera matarlo al ser detenida su mano por una fuerza inexplicable. Era un lugar sagrado, como percibió enseguida, y allí descubre los restos del santo y decide construir lo que luego será la catedral. Es una de esas leyendas típicas del folclor centroeuropeo, en el que el caballero va a cazar a una corza blanca o un jabalí sobrenatural y el animal le lleva a un lugar sagrado, bosque, cripta o manantial, y le hace convertirse (desde las leyendas paganas galesas a las hagiográficas de San Eustaquio y otros santos tenemos el tópico). En realidad el trasfondo es cómo Navarra pugna con León por la influencia en la zona y cómo rey Sancho refunda un obispado, que ya existía antes de la invasión árabe, dando legitimidad a una restauración que une lo gótico con lo castellano. En otra tradición es una mula la que hace que el rey baje al subterráneo...

Otra célebre tradición de Palencia es la del Convento de Santa Clara con el famoso Cristo de Palencia, de las Claras o de la Buena muerte, una tremenda imagen que impresiona por su realismo y sobre la que también hay una leyenda que se sitúa en el siglo XV y tiene por protagonista al almirante de Castilla Diego Alonso Enríquez, que habría encontrado en su travesía por el Atlántico, un fuego de San Telmo que marcaba la presencia de una extraña urna de cristal: allí estaba este Cristo yacente, acaso un cuerpo momificado, que habría ido a parar a Palencia. Quiere la leyenda que en una noche de 1666 hubiera movido sus manos, antes cruzadas sobre el pecho, o que las uñas y el pelo sean naturales y que haya que cortárselos cada cierto tiempo.

Palencia es rica en leyendas paganas, como las de las mujeres mágicas, anjanas o brujas, que hay en bosques y manantiales. Las Anjanas, hadas de los campos del norte, tienen que ver en el folclor con flores o manantiales, quizá antiguas diosas de una triple función femenina indoeuropea, que realizan a veces buenas acciones. Son ninfas encantadas de los bosques que provocan encuentros proféticos y marcan el destino de aquellos que las ven. Claro que también hay brujas malas, extrañas mujeres que se convierten en galgas, o roban a los niños con sus poderes maléficos en las comarcas de la montaña palentina, donde cuentos diversos hablan de pastores que se quedan dormidos y se encuentran al despertar en medio de un aquelarre. Muy antigua, en cuanto a las ninfas de las aguas, es la leyenda de las fuentes Tamáricas, manantiales mágicos que ya eran conocidos en época romana y que se supone que podían servir para adivinar el futuro. Estas quedaban sin manar durante días y entonces era de mal agüero mirarlas. El puente de Velilla del Río Carrión y toda esa zona, con la ermita de la Virgen, dan fe de la fascinación de este territorio fantástico.

Muchas villas tienen una gran tradición legendaria, como, por ejemplo, Carrión de los Condes, seguramente un antiguo asentamiento prerromano y luego parada en la calzada que iba de Astorga a Burdeos, origen remoto del camino francés hacia Santiago. De su esplendor en el siglo X da fe el Codex Calixtinus y su halo literario se ve en las malhadadas bodas de las hijas del Cid con los infantes de Carrión, en los episodios del matrimonio concertado como perdón del rey al héroe, la burla y la afrenta de Corpes y la venganza para restaurar la honra perdida. Es núcleo de la épica, desde luego, pero hay ahí otras muchas leyendas y cuentos de tal ambiente, como el de la Fuente de la Mora, las 100 doncellas del rey moro, etc.

Palencia es, en fin, pura geografía legendaria: y además de la capital, las comarcas más o menos frondosas o llanas, y sus municipios más célebres, tenemos la obra monumental y utópica del canal de Castilla, que quedó detenido en el tiempo y que hoy proporciona el viajero un recorrido fantástico. Por no hablar de la ruta del románico y de tantas villas maravillosas que ofrecen paisajes y cuentos de ensueño, como Frómista o Paredes de Nava. Pero eso habrá que contarlo en otra ocasión.