historia
'Queen Mary', el barco de las desgracias infinitas
Se creó como el orgullo de la Cunard White Star Line, todo era "glamour", pero la IIGM le hizo bajar al barro con el traslado al matadero de 810.730 soldados; luego, bancarrotas, desapariciones y leyendas se apoderaron de su historia
Solo un bebedor habitual del Scottish Club anunció que aquello no acabaría bien. Todos pensaron que el mal agüero se debía a que la última guinness no le había caído bien. Sumergido en los vapores de la cebada, el escocés aseguró que el 'RMS Queen Mary', el orgullo de la Cunard White Star Line, estaba maldito, que la sangre correría por los exquisitos salones del lujoso buque, y que los sucios millonarios que pisaran su cubierta, que se bañaran en su piscina, o que disfrutaran de su alta cocina, no volverían a ver el amanecer. Los parroquianos que escucharon sus palabras vivían del trabajo en los astilleros John Brown, en Clydebank, Escocia, donde aquel 26 de septiembre de 1934 habían botado ese barco con todos los honores.
Cinco años después, lo que transportaba el 'Queen Mary' no eran millonarios, sino pobres muchachos que iban al matadero de la Segunda Guerra Mundial. Hasta 810.730 soldados fueron trasladados en un buque que se remodeló para ser útil en el conflicto. Una vez derrotado el eje del mal, aunque quedó la URSS, el 'Queen Mary' volvió por sus derroteros lujosos. En 1967 hizo su último periplo, eso sí, con mucho morbo y glamour porque las historias que circulaban sobre los fenómenos paranormales que ocurrían ahí dentro atraían a mucho yonqui de la adrenalina. Ese año el buque fue atracado en Long Beach, California, convertido en hotel flotante y en un parque temático del terror.
Desde entonces, la gerencia del 'Queen Mary' ha reportado una buena cantidad de incidentes extraños. La lista contiene toda la variedad de sucesos con almas en pena que causan pena. Las historias más suaves se refieren a la visión de fantasmas de pasajeros y tripulantes vagando por los pasillos. Son personas haciendo cosas normales, como rascarse la cabeza y bostezar, pero en blanco y negro porque son espectros. A esto se suman golpes, susurros y música, como en una casa de vecinos.
Otro fenómeno muy paranormal, sobre todo en invierno, es el de sentir ráfagas de aire frío sin que nadie se haya dejado una puerta abierta o una escotilla a medio cerrar. También hay objetos que desaparecen de su sitio original y aparecen en manos de otras personas, que es un fenómeno que también podemos observar en el metro a poco que te descuides. Hay gente que dice que se siente observada cuando pasa por algún sitio, lo que es tan sorprendente como escalofriante. Y lo más terrorífico: interferencias en los móviles, sobre todo cuando llama el jefe o el casero.
Para explicar todo esto, y en medio de la bancarrota por falta de visitantes, la gerencia del hotel contrató a un equipo de investigación de la Universidad de Miskatonic, en Arkham, el centro fundado por H. P. Lovecraft. El grupo, liderado por Christopher Chacon, subió a bordo en la década de 1990 y se perdió en la bodega una noche de tormenta. A día de hoy continúa en paradero desconocido. La gerencia conserva el informe de la investigación, realizada con sofisticadas máquinas de detección cuántica de espectros vagabundos y residentes de renta antigua. La teoría señala la existencia de una energía residual provocada por muertes violentas, que atrapa en este mundo a las ánimas con cuentas pendientes, descontando las hipotecas.
Algunos de los casos más truculentos del tour por el barco-hotel hacen las delicias de los visitantes. Los turistas pasan primero por la piscina embrujada, o como dicen allí: “Un baño en el más allá”. Los mejor pagados del lugar cuentan que cuando cae la noche se puede escuchar a un grupo de mujeres bañándose, riendo, jugando, hasta que acaban ahogadas en las aguas. Quizá no guardaron las dos horas de digestión preventivas tras el buffet de pizza con piña. Luego, el inquietante tour en el 'Queen Mary' se detiene ante la puerta de la guardería. Si los visitantes están atentos y en silencio -por favor, cállense-, podrán escuchar a los niños jugar. Después el guía enviado por la oficina de empleo de California abre la puerta, que chirría sedienta de lubricante, para que los absortos turistas puedan ver los juguetes de mediados del siglo XX, que aterrorizan a cualquiera porque no tienen puerto USB.
No todos los infantes de la guardería crecieron para exigir un móvil a sus padres. Todavía hay uno que juega a la pelota. Bueno, él no, su espíritu. Un fantasma infantil recorre los pasillos del buque como las gemelas de 'El resplandor', y se ríe y hace pedorretas, pero solo por la noche, cuando todos los gatos son pardos. Por si esto no fuera suficiente, un piano interpreta partituras melancólicas sin pianista. La gerencia ha grabado un CD con las piezas, que se vende a la salida, titulado “Música de otro mundo”. También existe una playlist en Spotify. No es bailable, pero pone los pelos de punta pensar que es el espíritu de un músico que entretenía a los pasajeros, justo como en 'Vacaciones en el mar'.
No todo puede ser diversión con fantasmas. También el tour hace una parada en el quirófano, al que llaman “Un lugar de angustia”. Ahí se ven los espectros de la gente que murió en las listas de espera, y los espíritus del personal de Atención Primaria entre lamentos y suspiros. También se apunta a que son tripulantes resentidos del 'HMS Curacoa', al que el potente 'Queen Mary' arrolló, en 1942, cuando el primero solo pretendía escoltarle en su llegada al río Clyde. Apenas se rescató a un centenar de los 430 hombres que iban a bordo; el resto, vaya usted a saber dónde están.
Por cierto, algunos testigos aseguran que ven los bisturís moverse como si estuvieran en una operación en alta mar a vida o muerte, o en un episodio de 'Scooby-Doo'. Quizá esos espectros provengan del comedor de primera clase, llamado “Un banquete macabro”. La leyenda cuenta que el servicio era tan lento que todavía se ven fantasmas sentados a las mesas reclamando el menú. Algún afortunado ha visto cómo se rompía la vajilla, y otros huelen raro, como a comida podrida; no ellos, sino el salón.
El terror invade todas las dependencias del 'Queen Mary', desde los retretes y el misterioso rollo de papel que siempre está agotado, hasta el “Escenario embrujado”, un teatro en el que se oyen aplausos sin que se represente nada que merezca la pena. No falta el cuarto de máquinas, lugar que eleva la fantasía mezclando escenas tórridas de 'Titanic' con las sangrientas de 'Pesadilla en Elm Street'. Allí hace un calor sofocante y si se presta atención se oyen ruidos como si alguien tirase de la cadena de la cisterna del retrete fantasmal.
La visita deja para el final el plato fuerte: el camarote B-340, “La habitación maldita”. Se rumorea, porque si hubiera pruebas no habría leyenda, que allí perdió la vida trágicamente una niña de ocho años. Su espíritu sigue ahí, entre esas cuatro paredes. Los huéspedes corrientes de la B-340, que pagan un pastizal por imaginar cosas, dicen que cuando apagan las luces notan una presencia, escuchan llantos infantiles y ven objetos que se mueven solos. La suite cuenta con una tabla de ouija por si la niña no quiere aparecer y unas cartas para echar unas partidas mientras se espera la aparición espectral. En el baño hay instrucciones para invocar a "Bloody Mary" diciendo tres veces su nombre frente al espejo. Si se dice cuatro veces aparece el camarero con un par de combinados de vodka con jugo de tomate. Los pasajeros que no pueden pagar una noche en el camarote B-340 hacen guardia en el pasillo esperando a que pase algo. Una pareja que había llegado desde Dakota del Norte haciendo autostop asegura que ha visto salir al espectro de la niña para preguntar si los Red Sox habían ganado la liga de béisbol. “Ha merecido la pena ir en la parte de atrás de la pickup entre cabras y boñigas”, declaró la señora de Dakota. La buena noticia es que ningún visitante del 'Queen Mary' ha sufrido daño alguno, ni siquiera en el buffet de pizza con piña.
PROTAGONISTA DE LIBROS Y PELÍCULAS
Bruce Graeme, novelista, publicó en 1937 la obra “Misterio en el Queen Mary” dentro de la
serie detectivesca de una pareja de policías, el superintendente Stevens, de Scotland Yard, y el inspector Allain, de la Sûreté Nationale francesa. Esta obra convirtió el buque en un lugar para la fantasía. Jack Finney, autor de la célebre “Los ladrones de cuerpos” (1955), de la que se hizo la famosísima película, publicó la novela de acción “Asalto al Queen Mary” en 1959, y que en el cine protagonizó Frank Sinatra en 1966. Olvidable. Háganme caso. Ahora llega a España la película “La maldición del Queen Mary”, estrenada en EEUU en 2023, con dos horas de sustos, golpes, sangre, oscuridad, agua y música tétrica en un compendio de todas las leyendas fantasmales del viejo buque convertido en hotel y que pasó graves problemas de financiación hasta 2010. Diviértanse sin prejuicios.