Buscar Iniciar sesión
Sección patrocinada por
Patrocinio Repsol

"Reinas de leyenda" el libro de Cristina Morató

La autora da voz a las mujeres de carne y hueso que alcanzaron el poder en un mundo de hombres gracias a su inteligencia, valor y fortaleza y nos descubre que los mejores reyes fueron reinas.
Cristina Morató y la actriz Juana Adueza durante la actuación de la presentación del libro "Reinas de leyenda"
Cristina Morató y la actriz Juana Adueza durante la actuación de la presentación del libro "Reinas de leyenda"Alicia Romay

Creada:

Última actualización:

El libro que va detallando y describiendo a las reinas que han dejado tantos momentos en la historia, arranca con Catalina de Aragón con las letras del que fue en aquella época embajador veneciano Lodovico Falier :“Es de baja estatura, algo gruesa, con un semblante recatado; es virtuosa, justa, repleta de bondad y religiosidad. Más amada por los ingleses que ninguna otra reina que haya reinado nunca” y de una manera muy delicada se va recorriendo su vida, desde el momento de su nacimiento hasta cuando pidió su último deseo, petición que nunca se cumplió. El deseo era “ser enterrada en un austero convento de sus amados franciscanos”...
La autora escribe a continuación sobre la vida de Isabel I de Inglaterra y empieza con una de sus frases conocidas: “Sé que poseo un débil y frágil cuerpo de mujer, pero tengo el corazón y el coraje de un rey, más aún, de un rey de Inglaterra” describiendo lo que sucedió a finales de agosto de 1533 cuando Ana Bolena se despidió de su familia y en compañía de sus damas se recluyó en la llamada Cámara de las Vírgenes, inicia el relato. El título de este capítulo es “La soledad del poder”.

La siguiente reina de leyenda es Carlota de México “Una corona envenenada”. “Si ella hubiera sido un hombre a la cabeza de un gobierno poderoso, la hubieran considerado el soberano eminente de su era” Frederic Hall, consejero de Maximiliano

Hija del rey Leopoldo I de Bélgica y Luisa María de Orleans, fue llamada Carlota en honor a la primera esposa y gran amor del rey viudo. Su padre quiso que fuese educada de manera estricta, sin distinción con sus hermanos varones. A diferencia de otras princesas de su época, la niña recibió una formación muy completa que incluía latín, historia, geografía, matemáticas, literatura, caligrafía, dicción, oratoria y catecismo. Tenía mucha facilidad para los idiomas y llegó a hablar con fluidez inglés, francés, alemán, italiano y español. Heredó de su madre la pasión por la lectura y siempre mostró gran interés por cuestiones sociales y políticas.

Cuando conoció a Maximiliano de Habsburgo, la joven se enamoró de él, y aunque el flechazo no fue recíproco —las malas lenguas dirían que estaba enamorado de su cuñada, Sissí— se casaron, ya que Carlota se ajustaba a la perfección a los canones de la corte austríaca. Pero la joven acabó por sentirse sola: su marido cada vez se ausentaba más y, a pesar de que en la lejanía le escribía apasionadas cartas de amor, en nada se traducían cuando estaban juntos.

Es verdad que los retratos oficiales muestran a las reinas ataviadas con suntuosos vestidos y cubiertas de joyas que ocultan unas vidas marcadas por las desdichas y las tragedias personales. Ninguna tuvo una vida fácil.

CATALINA LA GRANDE, DUEÑA DE UN IMPERIO (1729-1796)

«Quizá soy buena, y normalmente bondadosa, pero por mi situación me veo obligada a desear con terrible firmeza lo que quiero.» Catalina II de Rusia

De nombre Sofía Augusta Federica y nacida en Pomerania, fue una niña muy vivaz, inteligente y curiosa y una joven atractiva con una melena larga y frondosa de color castaño y ojos azul os- curo. Su madre buscó un buen marido para ella y concertó su matrimonio con el gran duque Pedro de Rusia, un joven delgado, desgarbado, cínico y prepotente que, tras contraer la viruela, quedaría gravemente marcado física y psicológicamente.

Sofía siempre tuvo claro que no había viajado hasta Rusia para vivir una gran historia de amor, sino para casarse con el heredero de un poderoso imperio. Y así lo hizo. Se convirtió a la iglesia orto- doxa y se bautizó de nuevo con el nombre con el que pasaría a la historia: Catalina.

El 5 de enero de 1762 el joven duque subió al trono como Pedro III. Comenzó un reinado repleto de excentricidades en el que sembró enemigos por doquier. La pareja real nunca había estado unida —él odiaba a su mujer y así se lo hacía ver—, pero la distancia se hizo insalvable entre ellos y, cansada de tanto desdén y humillación, su esposa se sumó al golpe de estado para derrocarlo tan solo seis meses después.

EMPERATRIZ CIXÍ, UNA CONCUBINA EN EL TRONO DE CHINA (1835-1908)

«Es fuerte, inteligente, poderosa y dominante, apropiada para dirigir una nación: sentada en el trono, sin retoques artificiales, no representa su edad real, y a su lado el joven emperador, que no suscita la menor admiración ni devoción, la miraba como un alumno a su maestra temeroso de la reprimenda. Es un espectáculo triste, pero no cabe duda sobre quién manda en China.» G. F. Browne, agregado militar británico en Pekín.

Nacida en el invierno de 1835, la llamaron Orquídea aunque, al tratarse de una mujer, nadie registrara su nombre y la inscribieran con el de su clan. La pequeña, de piel blanca y ojos almendrados, había heredado la inteligencia y la energía de su madre, una mujer instruida de la nobleza manchú. Pronto aprendió a leer, a pintar, a jugar al ajedrez, a componer versos, a bordar y a confeccionar vestidos. A los dieciséis años ya sabía leer y escribir chino con bastante soltura.

Con todas estas virtudes y naciendo en buena cuna, no fue extraño que acabara siendo seleccionada como concubina del nuevo emperador. Allí, en la Ciudad Prohibida, sería conocida como Dama Yehonala y su inteligencia y su perspicacia la hicieron llegar desde lo más bajo del harén hasta el lecho del Hijo del Cielo.

La historia de Cixí es realmente apasionante, en el libro la autora se adentra a los pasos que la llevaron a ser quien fue asumiendo más de una vez las riendas del imperio.

Cixí falleció a los setenta y tres años en paz y serena. Fue una mujer ambiciosa, inteligente y de gran vitalidad que, desde muy joven, asumió el reto de sacar a su país del aislamiento y modernizarlo sin doblegarse a Occidente. Su máxima prioridad fue hacer fuerte a China y convertirla en una gran potencia.
Un acierto total es cuando la presentación de un libro de esta envergadura se realiza en formato “actuación teatral” en la que la autora es la protagonista absoluta junto con una actriz muy, muy especial como con su actuación lo demostró Juana Andueza que interpretó el papel del psiquiatra el Dr. Bertelsman, el que “ayudaba” a la escritora a recuperar la serenidad después de haber estudiado tanto sobre estas reinas para escribir sus biografías.

La presentación de un libro con biografías de 5 reinas como Catalina de Aragón, Isabel de Inglaterra, Carlota de México, Catalina la Grande y la Emperatriz Cixí se antojaba larga y “según se diera" tediosa, pero Cristina Morató y Juana Andueza un día dijeron ¿Por qué no pensamos en presentar el libro de una manera diferente? ¡Y tan diferente! La actriz convertida en el “insigne psiquiatra Bertelsmann" y Cristina Morató actuando como si toda la vida lo hubiera hecho, consiguieron despertar el interés de los presentes recorriendo algunos momentos y detalles destacados de las cinco reinas en un tono muy ameno, interesante y divertido.