Objetos universales

El vidrio, un material milenario en nuestra mesa

Ya se empleaba en Egipto y Mesopotamia para cuentas de collar y pequeñas vasijas, aumentándose en el siglo I la producción y el tipo de objetos con la técnica del soplado

"El aguador de Sevilla" (1618-1622), de Velázquez
"El aguador de Sevilla" (1618-1622), de VelázquezLa Razón

El vidrio es hoy un material cotidiano en la fabricación de objetos de mesa, vasos, platos, cuencos, botellas, y también de elementos de construcción, ventanas, parabrisas de coches y gran variedad de productos. Se obtiene a partir de arena de sílice, carbonato de sodio y caliza fundidos a altas temperaturas, un secreto que ya se conocía tanto en Egipto como en Mesopotamia, y en las reuniones científicas se suele discutir la antigüedad del descubrimiento. Cuentas de collar, vasijas de pequeño tamaño y colgantes de 3600 a.C. fueron recuperadas en los trabajos arqueológicos que se llevaron a cabo en Nuzi (Irak), y son los objetos de vidrio más antiguos de Mesopotamia. Sin embargo, existen precedentes en las civilizaciones Nagada y Badarián entre 5500 y 3500 a.C. con la fabricación de «faiensa», a partir de cuarzo molido, cal, natrón (sosa) y pigmentos naturales mezclados con agua. La pasta se vertía en moldes y se horneaba a unos 900°C fundiéndose el material en su totalidad. A todo ello se añadía una capa de barniz con óxido de plomo que aportaba transparencia a la pieza. Con este material se realizaban amuletos, collares, anillos e incluso se utilizaba para decorar sarcófagos como el de Tutankamón hecho en oro con incrustaciones semipreciosas y vidrios de colores. Además, en el Museo del Cairo se exponen vasijas del periodo de Amenofis I, 1557 a.C., y en el de Múnich vasijas de la época de Tutmosis III (1508 a.C.). Estas vasijas del Egipto antiguo suelen ser frascos cilíndricos y pequeñas ánforas alargadas de cristal opaco decoradas con rayas multicolores y filigranas, y se encontraban casi siempre en tumbas. Los griegos también utilizaron el vidrio utilizando una técnica denominada «conformado» que consistía en recubrir de vidrio un núcleo de arcilla o estiércol. En tumbas griegas y etruscas se han encontrado piezas de vidrio similares a las egipcias distinguiéndose de las mismas por su morfología (alabastron, oenóecoe, ánfora) y porque los colores no eran tan puros como los del mundo egipcio.

Los desechos Zeus

En el taller del escultor Fidias en Olimpia, donde fue creada la estatua de Zeus (circa 440- 430 a.C.), fueron hallados ornamentos de vidrio, moldes de terracota y fragmentos de marfil que no eran otra cosa sino desechos de elaboración de la estatua. En el periodo helenístico el vidrio se trabajó principalmente en los litorales de Alejandría y Siria. En su «Historia natural», Plinio el Viejo asocia el descubrimiento del vidrio a mercaderes de natrón que realizaban la ruta a Egipto; en el viaje necesitaron un soporte para las ollas y utilizaron lo sacos de natrón que, al fundirse con la arena, se había convertido en un material brillante de aspecto pétreo. El vidrio se producía en Roma, tanto en la metrópoli como en las provincias, dándole las mismas aplicaciones que griegos y egipcios al introducir la técnica del soplado. Esta consistía en soplar a través de la caña o de un tubo de hierro que en su parte final llevaba pegado el vidrio fundido. Una vez dadas las formas, los objetos de vidrio aún calientes y maleables podían ser decorados. El color desempeñó un papel importante en el vidrio del Imperio, pero a partir de la época Flavia el incoloro se impone y será el protagonista de las vajillas de mesa a partir del siglo III.

En Bizancio se siguió produciendo vidrio y mejorando las técnicas y la transparencia del mismo importando técnicas árabes, como el teñido de plata. En al-Ándalus se sustituye el natrón por fundamentos vegetales y plomo, como se observa en la composición de muestras procedentes del arrabal de Šaqunda y de Madinat al-Zahra (Córdoba). Aunque las causas que provocaron este cambio tecnológico no están claras, posiblemente tuvieron un papel clave las dificultades del comercio en el Mediterráneo en la Antigüedad Tardía y en la Alta Edad Media, lo que lleva a los vidrieros andalusíes a encontrar sus propios fundamentos de producción para fabricar vidrio primario de forma autónoma. Se han excavado hornos de vidrio en diferentes localidades, lo que permite conocer la distribución de los talleres de al-Ándalus, como el de Jaén, que se mantiene tras la conquista cristiana, dos en Málaga, uno de la época taifa y otro almohade, dos en Sevilla y uno en Murcia.

En la Europa occidental los talleres de vidrio más conocidos fueron los de Murano en la República de Venecia; aunque en principio el arte del vidrio se transmite entre los talleres de los monasterios benedictinos en la ciudad muy pronto existieron vidrieros autónomos como Domenico Fiolario. En el siglo XI existe la implantación de una industria de vidrio en Venecia separada del control benedictino y a partir de 1291 se toma la decisión de trasladar la industria a la isla de Murano, que desarrollaría un monopolio sobre la industria del vidrio hasta mediados del XVII. La actividad estuvo regulada por la República de Venecia que en 1173 crea la magistratura de Giustizia para vigilar los talleres y la administración de justicia en el gremio del vidrio, estando prohibido ejercer las técnicas adquiridas en Murano fuera de Venecia. Pero con el paso del tiempo el vidrio industrial sustituyó al artesano y a finales del XVIII Nicolas Appert inventaría la conserva mediante la técnica de esterilización al vacío creando su propio vidrio. La evolución industrial y la automatización han permitido la fabricación en serie de envases y recipientes de cristal. La curiosidad por el pasado lleva a los turistas que visitan Venecia a las fábricas de Murano, donde los vidrieros siguen soplándolo con sus caprichosas formas y fascinantes colores como se hacía en la Edad Media.