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Libros

Hugo Gonçalves: «Hoy la política es un oficio para conseguir que las personas sientan miedo»

El autor rompe los estereotipos de la revolución de los claveles en una novela que se ha convertido en un fenómeno en Portugal. Unas páginas donde muestra un periodo dominado por la violencia y la tensión

El novelista Hugo Gonçalves, que se ha convertido en una referencia en su país Libros del Asteroide

Tres hermanos y tres posturas opuestas distintas frente al destino, la vida y la política. Hugo Gonçalves ha publicado «Revolución» (Libros del asteroide), una novela de tensa narración y sin condescendencias sobre aquella revuelta que devolvió la democracia a Portugal que se ha convertido en un fenómeno literario en el país luso. El escritor va más allá del mito que hemos recibido, se hace preguntas que son necesarias y revisa un periodo que, más allá de la imagen idealizada que airean las fotografías y los documentales, resultó turbulento, duro y cargado de violencia. A través de sus protagonistas, el autor imprime una mirada caleidoscópica sobre esos complicados meses de incierto futuro y nos conduce por los distintos aspectos de un momento de la historia de Portugal que se balanceó entre la posibilidad de una guerra civil o la democracia.

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¿Qué le ha hecho volver a esta revolución?

Es una de las fechas de la historia de Portugal más definitivas. Jamás ha habido un cambio tan decisivo. Como resultado de esa revolución se produjo un importante desarrollo social. Podemos hablar de la época de los descubrimientos en mi país, y de cómo cambió la forma en que la gente veía el planeta, pero, para la gente, los descubrimientos no supusieron un cambio: los pobres seguían siendo pobres. La revolución acabó con una dictadura de casi cincuenta años, la más larga de Europa, y que tiene un impacto tremendo no solo en la libertad de expresión, sino que termina con la policía política, destierra la pobreza y la miseria existencial. La gente tenía solo un horizonte: aquel en el que nacía. Solo un cinco por ciento de la población iba a la universidad. Pero, aparte de eso, forma parte de mi imaginario; no solo marcó la psique colectiva de una nación, sino también el personal.

¿Qué no dice ese pasado?

Tenemos una visión estereotipada de ese tiempo, de los setenta, del colonialismo, muy filtrada por los prejuicios y las ideologías. Si eres de derecha o de izquierda, ves el 25 de abril de manera diferente... y caes en el estereotipo. Al investigar sobre el proceso revolucionario, me di cuenta de que fue un tiempo complejo, de grandes esperanzas y miedos, más violento de lo que se recuerda, con gente pegándose en la calle, la sociedad al borde de la guerra civil, bombas... todo estaba polarizado. Los extremos son los que extreman más, y la extrema izquierda y derecha estaban listos para salir a la calle... pero los moderados y la gente quería una democracia occidental.

«Leer es una manera de protegerse de esa locura de las pantallas que nos convierte en zombis»

Hugo Gonçalves

¿Y lo que entendió?

Que nada es blanco y negro. Se cometieron excesos, pero tras 50 años de dictadura, después de los movimientos de los derechos civiles en EE UU y el mayo 68, la gente tenía la ilusión de un país nuevo. Esperar cordura y contención es no conocer la naturaleza humana. Ver esto a través de una familia suponía una oportunidad. La familia es un sitio de enorme proximidad. Cuando escribía esta historia, Bolsonaro estaba en Brasil y sabía de historias de hijos que no visitaban a sus padres por temas políticos. Me parece tremendo que dejes de estar en la familia por apoyar a un partido político. Muchas veces se rompen las familias solo por motivos ideológicos.

La política tensa demasiado.

Durante los años treinta, nadie pensaba en la radio como una forma de propaganda, pero era propaganda pura. Hoy, esa función está hecha por las redes y algoritmos. Por eso, para mí, leer es una forma de resistencia. Hay gente que está dentro de pantallas durante horas; el mundo virtual ya no es virtual, es donde la gente vive y hay mucho ruido ahí. Lo que capta tu atención es el miedo y la rabia. Esto es malo para la democracia. El miedo y la rabia hacen daño a la democracia, imposibilitan hablar con la gente. Dañan la salud mental. Leer es una manera de protegerse de esa locura que nos convierte en zombis...

Menciona lemas políticos de la época. Despiertan cierto sonrojo al recapacitar lo que representaron en Cuba o la URSS.

Hoy, estas frases son rancias, pero en 1974, en Lisboa, no tenías ni idea de lo que sucedía en la URSS y suponían algo de esperanza. Ahora, no tienen sentido. María Luisa, la protagonista de mi libro, empieza con las mejores intenciones en una organización combativa para luchar contra la dictadura. Comienza con los mejores ideales, pero al final, el espíritu crítico desaparece y el partido es la causa. Eso explica que un niño nacionalista se convierta en independentista y termine matando a alguien con un tiro. Acabas con las mejores intenciones que tenías y acabas siendo un terrorista que te impide ver la causa.

«Hoy lo ves en las redes y en las calles. No hay empatía con el sufrimiento del otro»

Hugo Gonçzalves

¿Es necesario recuperar ideologías ilusionantes?

La democracia parece garantizada, pero hay jóvenes que piensan que se viviría mejor con una dictadura. No saben que, en 1974, una mujer en Portugal no podía comprar una casa sin permiso del padre, ni alquilar un piso o salir del país. Ni los periodistas podían investigar a un alcalde por corrupción, y sin justicia no hay democracia. Las constituciones y la separación de poderes son lo mejor que hemos hecho. El problema es que no nos damos cuenta de lo que ha costado construir la democracia. La democracia no llega de una fábrica lista para enchufar. Este libro muestra cómo la gente tuvo que luchar contra aquellos que querían una dictadura. Creemos que está garantizada, pero la democracia puede desaparecer enseguida.

Dos de sus protagonistas no quieren involucrarse en política. ¿Es posible eso, en realidad?

Es muy difícil. Todo es política. Pero hoy, por la forma en que hacemos política y sus discursos, los moderados están más callados. Hay una distorsión de lo que es política. La política consiste en mejorar la vida de las personas, pero hoy parece que la política es el oficio para conseguir que las personas tengan miedo y rabia. Si miras los políticos de los 80 o los 70, la manera en que hablaban, su elocuencia, su conocimiento y civilidad, te das cuenta de que es lo que está desapareciendo. Hannah Arendt asegura que lo primero que desaparece es la empatía. Hoy lo ves en las redes y en las calles. No hay empatía con el sufrimiento del otro. Hoy los políticos son celebridades y dicen barbaridades. Pero la empatía y la civilidad no aparecen. Pero son importantes para la democracia.