Jaime Cantizano: "El drama de mi vida es no dormir"
Arranca temporada al frente de «Mañaneros» en TVE y «Por fin no es lunes» en Onda Cero
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Se define como «malabarista» y va a tener que serlo. Desde este lunes, 4 de septiembre, a Jaime Cantizano (Jerez de la Frontera, 1973) le aguarda una jornada laboral ininterrumpida por obra y gracia de «Mañaneros», el nuevo magazín matutino diario de TVE. Para los fines de semana, el gaditano seguirá prestando su voz a «Por fin no es lunes», en Onda Cero Radio. Si a este cerro plancha le unimos que es padre de un niño de seis años, el otoño de Cantizano se presenta casi tan intenso como el panorama político que le va a tocar moderar, entre otras temáticas más livianas.
-¿Le hubiera gustado enfrentarse a Ana Rosa Quintana o prefiere verla de tarde en tarde?
-No hay franja fácil y la mañana es una franja muy dura. Con Ana Rosa o a Susanna Griso prefiero enfrentarme con un café, en una mesa, porque además les tengo mucho respeto y cariño.
-¿Cómo pretende conseguir que «Mañaneros» tenga sabor a usted?
-Después de tantos años haciendo pantalla, uno tiene su sello y eso surge espontáneamente. El público te elige por una manera de contar las cosas y de comunicar. Siempre intento ser honesto.
-Va a trabajar de lunes a viernes en TVE y sábados y domingos en Onda Cero. ¿Se está reforzando con vitaminas o el mejor suplemento son sus padres?
-He vuelto a hacer meditación, porque voy a necesitar meditar y casi flotar por la semana. Si es verdad que muchos me preguntan si es posible aguantar este ritmo. Hay mucha gente que lo hace. Vamos a arrancar y ya veremos.
-Le va a tocar arbitrar tertulia política y quizá vivir una repetición electoral con un programa diario. ¿Qué entretenimiento van a ofrecer más allá del que nos está dando el Congreso?
-Vamos a estar pegados a la actualidad, por supuesto, pero nuestro programa va a tener en esencia mucho entretenimiento, con información de gente anónima y otros contenidos, como la crónica social, temas de salud...Queremos competir con todas las armas.
-Para ese lado rosa del programa, ¿le hubiera gustado repescar a Chelo García Cortés, Gema López o Antonio Montero, o segundas partes nunca fueron buenas?
-Más que segundas partes, es que no soy nada melancólico, ésta es una etapa totalmente distinta.
-Una archifamosa quiso darle una paliza cuando presentaba junto a ellos «Dónde estás Corazón», en Antena 3. ¿Fue el peaje más desagradable de aquellos años o prefiere no tener memoria?
-Esto ya pertenece al siglo pasado, a mí se me olvida todo rápido porque no soy rencoroso.
-¿Está cansado de esa imagen de «yerno perfecto» o mejor que te quieran?
-Con cincuenta años ya es imposible presentarse ante el público con el sello de «yerno perfecto». Soy el más imperfecto que conozco.
-He trabajado a su lado y puedo decir que es generoso, trabajador, profesional y muy perfeccionista. ¿Algún defecto invisible a nuestros ojos?
-Muchos, pero el perfeccionismo me ha provocado estar al límite. Todo esto lo he gestionado y ahora las válvulas ya no saltan.
-Esta tara la compartimos toda una generación...
-Sí, sí... A mí me lo dicen mucho mis amigos. A nosotros nos educaron para llegar, para luchar y ahora me estoy encontrando con jóvenes que no les preocupa tanto el éxito como a nosotros.
-Decidió tener un hijo por gestación subrogada. Se llama Leo y ya tiene seis años. ¿Es el padre que se imaginaba o una cosa es la teoría y otra...?
-Nada de nada te sirve, lo que te cuenten o lo que puedes leer. El día a día te descubre que no sabías muchas cosas y que tienes una capacidad de sorpresa muy amplia.
-Lleva siete años sin pareja y dice que lo echa de menos. ¿Ha sucumbido a las aplicaciones de citas?
-Siete años o más...Nunca he tenido alma de soltero, pero tampoco he tenido que recurrir a las aplicaciones y, por supuesto, ahora mucho menos.
-De lo que ha pasado en los últimos meses, ¿qué le ha quitado por un momento esa sonrisa eterna?
-A mí lo que me mortifica y me persigue hace algo más de seis años es que no puedo dormir. Mi sueño es despertarme un sábado, desayunar y volverme a meter en la cama. El drama de mi vida es no dormir.