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Historia

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John H. Elliott: «Me preocupa la división interna que se vive en Cataluña»

Publica una historia comparada de Cataluña y Escocia y analiza la situación tras el pulso de Puigdemont al Estado

Sir John H. Elliott en una de sus innumerables visitas a Madrid; aquí, en 2012
Sir John H. Elliott en una de sus innumerables visitas a Madrid; aquí, en 2012larazon

Publica una historia comparada de Cataluña y Escocia y analiza la situación tras el pulso de Puigdemont al Estado

Este británico, discípulo de Vicens Vives, es uno de los grandes hispanistas y su interés por nuestro país le ha hecho seguir indagando sobre él. Buena prueba de ello es su nuevo trabajo, «Catalanes y escoceses. Unión y discordia», publicado por Taurus, donde analiza los orígenes de uno de los grandes problemas que vive actualmente Europa.

–Cataluña y Escocia, ¿hay más semblanzas que diferencias?

–Es difícil precisarlo porque hay momentos de convergencia en la trayectoria de ambos. Si bien, desde 1970 en adelante, hay más semblanzas que diferencias. Pero, a pesar de las diferencias que ha habido y habrá, cada país tiene su propia identidad. Lo importante y, lo que he tratado de hacer es comparar las dos sociedades.

–Afirma en su nuevo libro que Cataluña nunca ha sido independiente.

–Nunca fue un estado independiente como Escocia. Siempre formó parte de una entidad más grande: en primer lugar la Corona de Aragón y, tras el matrimonio de Fernando el Católico e Isabel la Católica en 1469, formaba parte de la monarquía española que más tarde se amplía incluso más con Carlos V y sus sucesores. Nunca ha sido un reino independiente. Bueno, reino no lo fue; en todo caso, un principado.

–Con «Catalanes y escoceses. Unión y discordia» nos encontramos ante un libro de Historia, pero está muy relacionado con la actualidad.

–El deber de un historiador siempre es pensar en la sociedad y el mundo que le rodea. Por eso hay diálogo constante entre el pasado y el presente. Me parece que el buen historiador tiene que ser consciente de que lo que escribe está en parte dirigido por sus propios intereses y el mundo que le rodea, pero al mismo tiempo tiene que sumergirse en el pasado sin deformar la Historia. Y eso es un gran reto: buscar la trazabilidad histórica sin deformar la narrativa.

–¿Cree que desde sectores del nacionalismo e independentismo se ha promovido una narrativa deformada?

–Sin duda ha pasado esto. Toda sociedad y nación escribe, en parte, una historia selectiva, algo que es natural, porque una narrativa común da coherencia a una sociedad. Pero hay diferencias entre este tipo de selectividad y una deformación consciente: por ejemplo, la exaltación de la unidad catalana en 1640, que no existía; o la exaltación de 1714 con la rendición de Barcelona. Este tipo de deformación puede ser peligrosa si no hay historiadores que la corrigen. Por ejemplo, también con la organización del simposio de 2013 titulado «España contra Cataluña», un concepto totalmente disparatado que viene del siglo XIX, auspiciado por personajes como Enric Prat de la Riba, que distinguían entre una nación como Cataluña que «es una sociedad y nación orgánica» contrapuesta a una España «que no es más que estado artificial y voluntario». Y esa distinción ha sido muy peligrosa, ha causado muchos problemas y ha reforzado lo que a mi me parece muy grave, el sentimiento de victimismo que han proyectado de Cataluña algunos historiadores. Esto ha dejado generaciones de catalanes que consideran que Cataluña siempre ha sido víctima de los otros y que no reconoce las divisiones internas en Cataluña.

–También se refiere en su libro al programa educativo y cultural que impulsa la Generalitat de Jordi Pujol a partir de 1980.

–Desde 1980 hubo un programa de catalanización, que se entiende perfectamente si uno piensa en la dictadura de Franco donde había represión y censura. Tras la muerte de Franco, se produjo este surgimiento del nacionalismo catalán, y en parte, se intentaba compensar lo que había pasado durante la dictadura, pero a mi modo de ver ha sido excesivo el programa de catalanización que impulsó Pujol.

–¿El crecimiento de la base independentista se debe a este «exceso»?

–Creo que la televisión y la radio pública controlada por la Generalitat, así como los libros de texto en las escuelas catalanas sobre una historia catalana distinta a la del resto de España, han creado problemas en el entendimiento entre catalanes y los otros pueblos de España, que se han agravado con el tiempo. Pero hay errores tanto de la Generalitat y del Gobierno porque ha habido una falta de entendimiento.

–¿Qué cree que tiene que hacer España para solucionar el conflicto que está viviendo Cataluña?

–No tengo la posibilidad de encontrar soluciones, pero lo más importante es mantener el diálogo, porque si no se hablan los dos lados no vamos a llegar a ningún sitio. Han habido defectos en la implementación de la Constitución, porque reconoce la pluralidad de España, pero en el fondo no se ha implementado lo que sería el programa lógico de la Constitución. Por ejemplo, seria buena idea enseñar el catalán en las escuelas de España para hacer que los jóvenes asuman que España es una sociedad y nación plural y que en eso consiste su riqueza. Ha habido momentos de falta de reconocimiento de la diversidad de España, como con Franco, y hay que mostrar que cada pueblo necesita el apoyo y la amistad de los otros. Lo más peligroso es el ensimismamiento entre nacionalistas radicales. No solo en Cataluña, porque en algunas partes de España hay también un anticatalanismo visceral que divide en lugar de unir.

–¿Escocia es buen espejo para Cataluña?

Los catalanes siempre han buscado como ejemplo lo que ha pasado en Escocia. Por eso han insistido mucho en un referéndum como el que hubo en Gran Bretaña, pero eso fue un referéndum constitucional y se pudo discutir con James Cameron la manera de enfocarlo. Pero eso es gracias a la flexibilidad de la Constitución británica, que nunca ha sido escrita –y eso da más elasticidad a los gobiernos para responder a las exigencias de las distintas partes del Reino Unido–. La Constitución española, por hacer tan difícil incluso un referéndum consultivo complica bastante las cosas.

–¿Cómo ve la situación actual en Cataluña?

–Todos estamos muy preocupados y en este momento no se ve ninguna salida. Hace falta mucha paciencia y tendrá incluso que pasar una generación para encontrar un tipo de entendimiento mutuo que depende de unos y otros. Lo que me preocupa en este momento es la división interna, especialmente en Cataluña.

–¿Como ve el futuro de Cataluña y Escocia?

–Los historiadores no son profetas, pero yo diría que si alguna de estas dos sociedades pudiese llegar a la independencia sería Escocia y no Cataluña por los problemas constitucionales en España y por el pasado. No olviden que Escocia sí ha llegado a gobernarse a sí misma.