«La hormiga atómica»: Cuando los niños españoles querían tener superpoderes
Dos series como «La hormiga atómica» y «Kimba, el león blanco» supusieron un gran éxito. Tras ellas, se empezaron a estrenar en televisión un mayor número de animaciones infantiles.
Dos series como «La hormiga atómica» y «Kimba, el león blanco» supusieron un gran éxito. Tras ellas, se empezaron a estrenar en televisión un mayor número de animaciones infantiles.
La infancia, con el paso de los años, se ha ido convirtiendo en un lugar cada vez más apacible, con más posibilidades de disfrutar del tiempo libre como a uno le venga en gana. En ese sentido, 1969 fue un punto de inflexión para los niños españoles, pues se estrenaron en la televisión pública (TVE) dos series de animación de esas que mantenían a los más jóvenes pendientes de su emisión, «La hormiga atómica» y «Kimba, el león blanco», que en sus países de origen se habían emitido por primera vez en 1965.
La primera de ellas fue creada por la famosa pareja de animadores formada por William Hanna y Joseph Barbera. Ambos, además, son los padres de «Los Picapiedra», «Los autos locos» o «Scooby-Doo». El estilo de sus dibujos, tanto estético como narrativo, fue imitado por otros estudios que comprobaban cómo todo lo que Hanna-Barbera fabricaba se convertía calaba en los jóvenes.
En el caso concreto de «La hormiga atómica» (que cuenta con 25 episodios) dieron en el clavo al representar a un ser diminuto al que su estatura no le eximía de poseer una gran fuerza física, un oído muy afinado o la capacidad de volar contra el viento. Esos eran los deseos de la mayoría de los niños, que se sentían identificados con el personaje.
Los patios de colegio se inundaban de imitaciones de aquel «minisuperhéroe» que, igual que Batman, tenía su señal de socorro. Las dos antenas que sobresalían de su caso vibraban, decía aquella frase que despertará la nostalgia de muchos, «Contral el mal, la hormiga atómica», y salía disparada.
Por su parte, «Kimba» es un anime japonés que en el país nipón fue una verdadera revolución. La experiencia en la isla asiática hacía de la serie un valor seguro, y así fue, logrando trascendencia internacional. Tanta que algunos dicen que sirvió de inspiración (o más bien de réplica) a Disney para desarrollar la historia y los personajes de «El Rey León».
Más dibujos
En España, tras el éxito de «La hormiga atómica» y «Kimba, el león blanco», los dibujos animados comenzaron a inundar la programación de la televisión española. Así, en la segunda mitad de los años 70 se apostó por «Heidi», «Marco» o “Mazzinger Z». Y en la primera de los 80 aparecieron en la pantalla «Dartacán y los tres Mosqueperros», «Don Gato» y «Los Pitufos».
En 1989, se fundaron las primeras televisiones autonómicas en Cataluña, País Vasco, Galicia, Andalucía y Madrid. Entonces, el fenómeno de la animación explotó en España, teniendo su último empujón con la inauguración de las televisiones públicas del resto de comunidades a principios del siglo XXI.
Mientras tanto, los primeros años de memoria de la generación que hoy llamamos «millennial» estuvieron empapados con videojuegos más avanzados, películas con efectos especiales bastante mejorados, y una animación que había dado un salto de calidad importante. En el cine el mejor ejemplo fue «Toy Story» (1992), de Pixar, mientras que en la televisión también se encontraban muestras de ello, como con «Dragon Ball», «Oliver y Benji» o «Shin Chan».
En definitiva, «La hormiga atómica» y «Kimba» fueron pioneras en un formato que en las décadas siguientes se generalizaría en nuestro país. Y que, aún hoy, hace las delicias de unos niños cada vez más dependientes de las pantallas.