La piratería amenaza la primera industria cultural
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La edición de libros sigue siendo la principal industria cultural española pero la crisis le está pasando una considerable factura. Según la Federación de Gremios de Editores de España, el sector ha perdido un 19 por ciento de su tamaño en la última década, y lleva tres años consecutivos de descensos. En el último ejercicio, el más agudo de la presente recesión, los editores de libros vieron caer la venta un 9,7 por ciento, es decir, 291 millones menos, hasta los 2.708, según el informe anual que presentaron ayer en Madrid.
Sin hacer una lectura dramática, los editores asumen las malas noticias como la consecuencia lógica de varios factores relacionados entre sí. En primer lugar, la caída del consumo, la supresión de las ayudas, la bajada de precios, y, en especial, el recorte drástico del gasto de las administraciones públicas a la hora de equipar bibliotecas y edificios públicos. Este recorte está provocando una situación crítica, también, a las librerías. Además, los editores achacaron a la piratería una parte de sus pérdidas y de estar frenando la implantación del libro electrónico, que facturó apenas 80,2 millones de euros (un 3,6 por ciento del total) y que, según sus cálculos, deja de ingresar 302 millones por la descarga de contenidos ilegal. Preguntado por la Prensa, el presidente de la Federación de Editores, Xavier Mallafré, también admitió que los editores «quizá no están sabiendo seducir a los lectores». «Estamos condenados a mantener esta mala salud de hierro, pero es una situación difícil tras varios años negativos. Tenemos que adaptarnos a los nuevos gustos: cada vez se lee más rápido», afirmó.
Exportación
El diagnóstico del sector deja, en cambio, algunas notas positivas. La primera es el aumento de la exportación, consecuencia del despegue económico de los países de América Latina (incluido Brasil), que son una importante fuente de ingresos para el sector. Por orden de facturación, México, Argentina, Brasil, EE UU y Colombia, son los principales compradores hasta un total de 526 millones de euros de ingresos por exportación. Por otra parte, en el apartado de buenas noticias, Mallafré señaló que en los últimos años se ha producido una mejora en los hábitos de lectura, aunque alertó del riesgo de que la brecha existente entre España y los países europeos se amplíe como consecuencia del frenazo en las políticas de fomento de la lectura y de desarrollo bibliotecario. Con respecto a países del entorno español, las caídas en el sector del libro también han sido moderadas.
Al respecto de lo que fue contundente el presidente de los editores fue el modelo de distribución que desean. «Queremos que exista igualdad de condiciones. Apostamos por la salvaguarda del ecosistema cultural que tenemos, compuesto por muchas librerías pequeñas y medianas, así como otras cadenas. Hay quien prefiere el comercio electrónico y quien busca una librería. Para nosotros la prescripción de las librerías es muy positiva y es algo que queremos conservar, a diferencia de lo que ha ocurrido en otros países anglosajones en los que se ha liberalizado el precio y han desaparecido prácticamente todas las librerías», comentó. «No somos un mundo cerrado. Incorporamos la creatividad de todo el mundo. Seleccionamos lo mejor para incorporarlo a nuestros catálogos. Pero sober todo, el tejido cultural de un país no lo forman solo las novedades o los libros más vendidos, sino la suma de catálogos de todos los géneros y todas las épocas», añadió Antonio María Ávila, director ejecutivo del gremio. Otro de los temas candentes del sector es el libro digital, que, si bien avanza a paso lento y todavía supone un porcentaje pequeño de las ventas, ha situado a España en el segundo país que más factura en este mercado, con 80 millones de euros, sólo por detrás de Reino Unido. A pesar del moderado impacto en las ventas totales Ávila señaló que el sector ha invertido en la digitalización de su fondo, con 35.000 títulos nuevos, hasta un total de 183.000 títulos ya disponibles. Sin embargo, el IVA que se le aplica, del 21%, en vez del 4 que rige para el libro físico, está frenando su implantación.