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La revolución de la vagina

Bárbara Miller dirige “Placer femenino”, un documental en donde profundiza en la historia de cinco mujeres de distintos lugares del mundo que han aprendido a disfrutar de su propio cuerpo
larazon
  • Periodista. Amante de muchas cosas. Experta oficial de ninguna. Admiradora tardía de Kiarostami y Rohmer. Hablo alto, llego tarde y escribo en La Razón

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La existencia de una realidad incómoda, corrosiva y delirante en la que la mujer se ve empujada a seguir conquistando espacios marginales de libertad para ser tenida en cuenta, no solo actúa como la raíz contemporánea del machismo, sino que también es una de las bases argumentales fundamentales del nuevo trabajo cinematográfico de Bárbara Miller. La directora y actual presidenta de la Asociación Suiza de Directores y Realizadores de cine vuelve a subrayar la palabra opresión en su último trabajo, “Placer femenino”, y como ya hiciera en “Forbidden Voices”, su anterior documental y ganador del premio de Amnistía Internacional en el Festival de San Sebastián, cede todo el protagonismo a un conjunto de mujeres que intentan explicar los porqués de una sociedad que parece estar ciega y no es capaz de ver, ni está dispuesta a dejar que ellas también lo hagan.
Tras cinco años de intenso trabajo, Miller ha configurado un proyecto en el que a través de cuidadas imágenes y desgarradores testimonios cuenta la historia de Leyla Hussein, una activista social somalí y psicoterapeuta víctima de la ablación; la escritora americana Deborah Feldman, repudiada y expulsada de la comunidad judía ortodoxa; Doris Wagner, ex monja que sufrió abusos sexuales reiterados por parte de un miembro del clero de la escuela de “Das Werk” en Roma; Vithika Yadav, activista por los derechos sexuales y de género en la India que se negó a aceptar un matrimonio de conveniencia; y la polémica artista japonesa Rokudenashiko, quien fue arrestada y condenada por “escándalo público” al considerar la justicia que la representación explícita de su vagina en una de sus creaciones merecía ser juzgada como un delito poco más que de sangre.
Cinco mujeres, cinco historias, cinco miedos, cinco deseos. Todas ellas han vivido en primera persona las consecuencias de haber nacido con unos atributos femeninos entre las piernas y han experimentado la necesidad de utilizar la palabra para intentar cambiar una estructura social asfixiante que las ha difamado, procesado, amenazado, excomulgado y silenciado durante demasiado tiempo. Sin embargo, comparten un apasionamiento por la vida y por el placer que las mueve a querer conocerse y a saber disfrutarse, un ejercicio que la directora ha querido potenciar desde el principio: “En las lecturas de determinados textos sacros que muestro en el documental, el cuerpo femenino se interpreta como un elemento que trae el mal, la destrucción, la perdición del hombre. Esas ideas por desgracia todavía existen. La sexualidad de la mujer es un elemento muy poderoso. Uno de los elementos más fuertes y representativos de su independencia. Pero por otro lado resulta paradójico ver como se ha convertido también en la forma más extendida y eficaz de controlar a las mujeres. En nuestra cultura occidental podemos llegar a pensar que somos libres, que podemos ser quienes queremos ser y que nosotras no tenemos esos problemas, pero no es así”.
Con independencia del origen que haya determinado su futuro, la cultura en la que se haya criado, la religión que profese o el estrato social al que pertenezca, la mujer, asegura Miller “está educada para dar placer al otro. Tenemos que ser complacientes, tenemos que ser discretas. Y en la mentalidad incluso de la mujer moderna, esta idea sigue todavía muy presente. La idea de que lo prioritario es que el otro sienta placer olvidando muchas veces el nuestro propio o no teniendo el valor suficiente como para hacerlo”. La documentalista está convencida de que a pesar de que a las mujeres y a los hombres nos educan en planos sexuales diferentes, el deseo es exactamente el mismo: “¿Qué significa ser un hombre? ¿Qué significa ser una mujer? Al final todos queremos lo mismo, necesitamos lo mismo. Ser queridos, complacidos, estimulados, arropados”.
La progresiva desnaturalización del sexo que señalan las protagonistas a lo largo del documental y el tratamiento cauteloso y en ocasiones prohibitivo del propio placer femenino, se ve perfectamente ejemplificado en la peripecia de la activista hindú Vithika Yadav, quien a pesar de haberse criado en la tierra del Kamasutra se ha visto abocada a encontrar una vía de expresión sexual que le permita trasladar a las mujeres un mensaje de normalización y aceptación en el que no existan tabúes de ningún tipo. "Crecer como niña en la India supone ser manoseada, agrupada y acosada. En cualquier momento y en cualquier lugar. Llegué a odiarme a mí misma por ser mujer. Cuando una vez alcanzada la edad correspondiente mi cuerpo comenzó a cambiar, me pellizcaban por la calle. Sucedió un par de veces y para mí fue una experiencia muy dolorosa y desagradable. Cuando lloraba solía irme a algún rincón escondido porque si me veían hacerlo y me preguntaban por qué, sabía que dirían "es tu culpa"", asegura Yadav en un momento del documental.
Para ella y para el resto de mujeres que participan en el proyecto, la clave de su lucha reside en el valor con el que llevan a cabo sus reivindicaciones: “Si no te atreves a hablar de sexo y de relaciones limpias, mucho menos hablarás sobre violación, hostigamiento o acoso sexual”, admite la activista. Un valor que Bárbara Miller demuestra a través de su cine pero también a través de su palabra: “Hay que masturbarse más. Es importantísimo y creo que la sociedad estaría mucho más relajada”, admite entre risas al tiempo que añade; “pienso que los chicos, aprenden desde muy pequeños que tienen algo ahí que hay que descubrir. Se tocan, lo hacen con otros amigos, experimentan y todo está bien. La pornografía también incentiva esta curiosidad y estimula las ganas de hacerlo. Pero cuando las niñas empiezan a descubrirse y se tocan por primera vez el clítoris los padres enseguida actúan. ¡No te toques ahí! ¡Eso está mal! ¡No es algo limpio! Se les enseña que no está bien tocar su cuerpo, que no está bien amarlo. Es importante que las mujeres aprendan a saber lo que le gusta, cual es el placer de su cuerpo y cómo se puede tener un verdadero orgasmo”. “Placer femenino”constituye, en definitiva, una revelación global que denuncia la opresión de cinco mujeres que han sido capaces de establecerse como elemento activo y determinante dentro de las estructuras de poder y que han conseguido, a pesar de los impedimentos, amar su cuerpo sin sentirse culpables.