Legado Lorca: en otoño llega a Granada
Después de años guardado en la Residencia de Estudiantes, el archivo del poeta se trasladará al centro que lleva su nombre en la ciudad de la Alhambra. Antes de su partida, una exposición en Madrid muestra los documentos más valiosos de este importante fondo documental.
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Después de años guardado en la Residencia de Estudiantes, el archivo del poeta se trasladará al centro que lleva su nombre en la ciudad de la Alhambra. Antes de su partida, una exposición en Madrid muestra los documentos más valiosos de este importante fondo documental.
«Esto es como una despedida, pero también es un agradecimiento». De esta manera hablaba ayer a este diario Laura García-Lorca, presidenta de la fundación que lleva el nombre de su célebre y querido tío, cuando se le preguntaba por la nueva exposición que hoy abre sus puertas en la Residencia de Estudiantes. «Una habitación propia. Federico García Lorca en la Residencia de Estudiantes 1919-1936» es un recorrido, a través de documentos, dibujos y fotos, por los años que el poeta granadino pasó en la institución dirigida por Alberto Jiménez Fraud. Bajo el certero comisariado de Andrés Soria Olmedo, la muestra nos permite conocer lo que fue aquella casa en la que convivieron algunos de los nombres que se encargarían de llevar la por entonces noventayochista cultura española hasta las vanguardias artísticas. Y si alguien lo duda, esas ganas de innovar y provocar se encuentra hasta en los telegramas, como el del 18 de marzo de 1922 en el que Luis Buñuel le anuncia a Federico: «Tienes kuarto. Te esperamos. Avisa antes. Luis». «Kuarto» con K, modernizando el idioma.
La exposición es un adiós que obedece al traslado de los fondos de la fundación al Centro Lorca de Granada. Laura García-Lorca confirmó que «esta muestra la hemos hecho pensando en que en otoño tendrá lugar el traslado definitivo del archivo. No queríamos irnos sin agradecer a la que ha sido nuestra sede lo mucho que han hecho. Con estos fondos hemos querido celebrar una relación que duró hasta el final de la vida de mi tío».
Laura García-Lorca no oculta su satisfacción por el hecho de que se hayan derribado las muchas barreras que hacían imposible la llegada del legado a la ciudad de la Alhambra. «El Centro Lorca fue pensado por la fundación para dar cabida a toda la actividad que genera. Se hizo con un programa concreto, incluyendo un teatro, una sala de exposiciones, pero también el archivo y la biblioteca», dijo la sobrina del autor de «Bodas de sangre». Lo que no se acabará con la marcha a Granada es la relación con la Residencia de Estudiantes «donde quedará una copia digitalizada de todos nuestros fondos». Laura García-Lorca reconoció que esta despedida de Madrid «es un poco agridulce porque es aquí donde hemos realizado toda nuestra actividad, pero la relación se prolongará en proyectos comunes».
En las páginas de Unamuno
Mientras se materializa este traslado, la exposición ayuda a comprender los lazos entre el poeta y esta casa. Fue aquí, como afirmó Soria Olmedo, donde Federico se alojó cuando era «estudiante y escritor adulto». Pero la relación viene de antes de la llegada de un joven Lorca que piensa más en su creación literaria que en sus estudios universitarios.
Un año antes de convertirse en residente, Lorca aboceta algunos de sus primeros poemas, como el titulado «Todo será corazón», en soportes tan curiosos como entre las páginas de un ejemplar de los «Ensayos» de Miguel de Unamuno publicado en 1918 por la Residencia. Cuando se instala, gracias también a los buenos oficios de Fernando de los Ríos, coincide con un grupo de jóvenes entre los que se encuentran Luis Buñuel, Pepín Bello, Emilio Prados o José María Hinojosa. La exposición ha tenido el acierto de dedicar un pequeño espacio a uno de los más fascinantes, el músico y escritor Gustavo Durán, el hombre que enamoró a Lorca, Hemingway o Gil de Biedma.
Una de las muchas joyas de la exposición son algunas de las cartas que el poeta escribió a su amigo y cómplice Adolfo Salazar, el musicólogo del 27. Algunas de estas misivas sirven para conocer de primera mano el pensamiento de ese Lorca y sus intenciones en ese Madrid de cafés y verbenas, como es el caso de la que le envía a Salazar mientras espera ansiosamente saber si podrá tener un cuarto en la «Resi»: «¿Ves?.. Este año tengo mala suerte, estoy “encendío” como una rosa de cien hojas, pero la realidad me encierra en su casa fea de espartos. Me escriben de la Residencia diciéndome que no tienen habitación. ¡Esto es horrible! ¿Cómo voy yo a irme a otra parte? Me asustan los ambientes Baroja y Galdós, la patrona, el estudiante vicioso... ¡Qué horror! Pues no digamos nada de los ambientes Zamacois, etc... ¡Es horrible! Así pues hasta que tenga habitación “sola” en la Residencia no voy a Madrid. ¡Qué pena! ¡Si vieras! Tengo demasiadas gamas de verte y de ver a Cocoliche [se refiere a José Luis Durán], que me escribe unas cartas deliciosas... y esto quizá sea pecado».
En las que envía a sus padres, Federico trata de demostrar que es un muchacho aplicado, merecedor de los esfuerzos que está haciendo su padre para que pueda estar en Madrid. Un buen ejemplo es lo que le dice a su familia en febrero de 1920, justo en el momento en el que se prepara el estreno de su primera obra «El maleficio de la mariposa», a manos de la compañía de Martínez Sierra. La representación será un fracaso total: «Sigo contento en la Residencia. Ahora los días son de temporal y casi no salgo de Madrid. Ayer empezaron los ensayos y parece que la cosa se estrenará en seguida. (...) Mi vida aquí es más higiénica que ahí porque me tengo que levantar temprano a tomar el desayuno. Es tan agradable la temperatura que me acabo de vestir con la ventana abierta. (...) En fin, esto es sano. Aquí se estudia y se olvida por completo de Madrid».
Entre estudios, Lorca escribe en la Residencia algunos de los poemas que formarán parte de su «Romancero gitano», versos que dará a conocer entre sus compañeros en la Colina de los Chopos. También dibuja bajo la innegable influencia de Dalí y da algunas conferencias, como la dedicada a las nanas infantiles.
Andrés Soria también ha querido detenerse en los vínculos entre Lorca y la Residencia con posterioridad a su paso por la institución. En este sentido, resultan muy interesantes los documentos sobre la Barraca, como el maravilloso álbum fotográfico de Sáenz de la Calzada sobre aquella compañía de teatro universitario dirigida por el granadino y Eduardo Ugarte. Igualmente emocionante resulta ver en una de las vitrinas el manuscrito original de la conferencia de «Poeta de Nueva York», poemario que vería la luz cuando Lorca ya había caído víctima del fascismo.