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LITERATURA

Los libros de la semana: del fenómeno editorial de Ann Cleeves junto al inspector Jimmy Perez al museo atemporal de la palabra de María Negroni

También aterrizan esta semana, Maja Haderlap, con una obra mayor de la literatura europea actual, y el análisis de citas y glosas de autores franceses realizado por Antoine Compagnon

Imagen promocional de la serie "Shetland" Filmin

Crítica de «Mujeres en la noche» ★★★★: Una emocionante obra mayor de la literatura europea actual

Maja Haderlap vuelve a bucear en la memoria de los eslovenos de Carintia a través de tres mujeres de una misma familia

Maja HaderlapLR

Por Ángeles LÓPEZ

Maja Haderlap confirma su lugar entre las voces más propias de la literatura contemporánea centroeuropea. Esta novela se impone no tanto por el dramatismo de su argumento, sino por la intensidad contenida de su lenguaje, su introspección existencial y la mirada punzante que lanza sobre la herencia traumática, la identidad binacional y la experiencia femenina transgeneracional. Desde el inicio, la narrativa palpita con una musicalidad parca, pero vivamente poética. No es casual: su formación como poeta permea cada línea. Nada sobra en su prosa, que se enuncia como un susurro cargado de significado. El silencio es aquí sustancia narrativa: «No cuentes, no preguntes» se convierte en uno de los ejes temáticos de la novela.

El texto se inscribe en la tradición de la novela generacional, aunque con un enfoque resueltamente feminista. A través de Mira, Anni y Agnes, tres mujeres de una misma línea familiar, Haderlap revela las opresiones estructurales del mundo rural, marcado por el catolicismo, el patriarcado y el desprecio hacia la minoría eslovena. En este sentido, las páginas recuerdan a la crítica de la maternidad contenida en «Propiedad» de Wolf Haas, a la que claramente remite.

Exilio interior

Como en «El ángel del olvido», la autora sigue buceando en la memoria de los eslovenos de Carintia, una minoría atrapada entre dos lenguas, dos historias… un par de silencios. En Mira, Haderlap construye un personaje escindido por el desarraigo y la lengua: «El dialecto esloveno fue la puerta por la que entró en un mundo cerrado». El conflicto identitario se vuelve corporal, emocional, y la reconciliación con la madre –nunca completa– refleja la imposibilidad de una resolución definitiva en contextos marcados por el exilio interior.

La segunda parte, narrada desde la perspectiva de Anni, ahonda en este complejo entramado de memoria, fe, dolor y deseo. En sus monólogos interiores se escucha un eco casi lírico, y Haderlap logra, sin condescendencia, dignificar a una figura tradicionalmente ignorada. Un libro que no ofrece consuelo, sino comprensión. Su crítica sutil, su lirismo contenido y su claridad ética la convierten en una obra mayor de la literatura europea actual.

Lo mejor

La prosa poética que revela silencios familiares y conflictos profundos

Lo peor

Cierta previsibilidad emocional en algunos pasajes y subtramas algo convencionales

Crítica de «Colección permanente» ★★★★★: El museo atemporal de la palabra

La poeta argentina María Negroni hilvana cincuenta y tres textos que indagan en la escritura, en el lenguaje y en el corazón del silencio

Maria NegroniLR

Por Diego GÁNDARA

Escribir, agujerear el lenguaje, hacerlo desde los márgenes y, al hacerlo, optar por el desvío, por la incertidumbre, como uno de los tantos caminos hacia la certeza, hacia el centro de lo que se desconoce pero clama, sin embargo, ser escrito. Esa es la línea que hilvana los cincuenta y tres textos de «Colección permanente», el nuevo libro de la escritora y poeta argentina, María Negroni (Rosario, 1951), donde indaga, con una mirada tan lúcida como particular, los misterios de la palabra, de la escritura, de la literatura, del lenguaje.

«Este libro está dedicado a quienes confían en los claroscuros, en las paradojas y las inconsistencias, acaso porque intuyen que la escritura es un ejercicio sin modelo, hecho de perdición y de fe, de renuncia y de promesa, de gravedad y anhelo de absoluto», señala la autora de «El corazón del daño», sin afán de manifiesto, en las primeras páginas de «Colección permanente», título que, por otro lado, alude a aquello que bien podría ser un museo no sólo personal, sino que resiste, además, al paso del tiempo.

Y eso, quizás, es la escritura para María Negroni, que en estos textos, alejados de toda cautela, se arroja al abismo de lo que está por venir pero que no llega hasta que no se consigue ser escrito. Así, mezclando la vivencia personal con las ideas de otros y de otras, la entrevista apócrifa (aquí desfilan entrevistas a Robert Walser, a Paul Valéry, a Enrik Satie, a Vicente Huidobro, a Emily Dickinson, a Macedonio Fernández, entre otros) con la figura de un maestro imaginario, Negroni consigue llegar al corazón del silencio mismo, el silencio de aquello que es inefable y, no obstante, sólo a través de la palabras, logra ser dicho.

Escuchar el silencio

Breves, heterodoxos, profundos y, por qué no, cercanos a veces a la epifanía, los textos de «Colección permanente» son una invitación a adentrarse en un museo, sí, personal, pero además es adentrarse en los límites y más allá de los límites, en el ritmo melodioso de una escritura que se hace sin por qué, sin para qué. Pero se hace. Como afirma Negroni en uno de los textos: «Escribir es también incómodo y lúcido como todo lo que está abocado a persistir en el mundo, para escuchar el silencio, para darlo a escuchar». Sea.

Lo mejor

Puede leerse como un inventario, un manual de escritura y un diario literario

Lo peor

Nada que cuestionar. Se sale de lo formal y aboga por una escritura en favor de lo indeterminado

Crítica de «Con la vida por detrás. Fines de la literatura» ★★★: Un batiburrillo tan erudito como estéril

Antoine Compagnon ha reunido sus clases en el Colegio de Francia para preguntarse por lo que denomina los «fines» de la literatura

Antoine Compagnon, French writer in 2014. Afp

Por Toni MONTESINOS

Ya a fines del siglo XVI, Michel de Montaigne, en uno de sus «Ensayos», señalaba la gran cantidad de obras que comentaban otras obras, indicando que «no hacemos sino glosarnos los unos a los otros». El belga Antoine Compagnon (1950) dedicó justamente un libro en 1979 a lo que él definió, por un lado, como «la cita», eso que subrayamos porque nos llama la atención tras una especie de flechazo, y por el otro, «el trabajo de la cita, la apropiación o la recuperación, es decir, el producto de la fuerza que se apropia de la cita mediante el desplazamiento que se le hace experimentar».

Compagnon, que es catedrático de literatura francesa en la Sorbona de París así como profesor del Colegio de Francia, profundizó en el concepto de que todo escritura es glosa, y por lo tanto, en cierto modo, todo está ya dicho. El quid de la cuestión es que existen innumerables maneras de repetir lo que se ha dicho antes, como la cita en sí y ese «trabajo» de segunda mano. Ahora, con «Con la vida por detrás. Fines de la literatura» (traducción realizada por Manuel Arranz), Antoine Compagnon sigue en su camino de rastrear pasajes volviendo a los escritores que le han acompañado toda la vida, sobre todo franceses, desde el citado Montaigne a Barthes, para abordar tópicos literarios como el duelo o la melancolía. El libro tiene un poco de amalgama elitista, con apartados titulados de modo llamativo y sugerente: «El ala del no-escribir», «Manuscritos de lo extremo», «Podría decidir no escribir más», «La vida ociosa»…, todo un «batiburrillo», por decirlo con una de las palabras que utiliza.

Los límites

Sin embargo, se trata de una sucesión de referencias que se presentan acríticamente, de forma tan amena como erudita, pero estéril a efectos de tomar todo eso y analizarlo reflexivamente. Empieza diciendo el autor que «fines de la literatura» puede entenderse de diversas maneras, y se pregunta si tiene límites la literatura, lo cual convierte en un enigma que, a sus ojos, continúa vivo. Pero no hay tal enigma; naturalmente, y hoy más que nunca, la literatura es el único espacio que carece de fronteras, el único pleno de libertad.

Lo mejor

Para un lector no iniciado en los clásicos el texto puede seducirle con grandes citas

Lo peor

El espíritu acrítico es más acusado al referirse a filósofos contemporáneos

Crítica de «Noches blancas» ★★★★: Cuando el sol no se pone en Shetland comienzan los asesinatos

Vuelve Ann Cleeves y el famoso inspector Jimmy Perez con una trama cocida a fuego lento y cuya lectura resulta un placer

Anne CleevesAgencia EFE

Por Lluís FERNÁNDEZ

La británica Ann Cleeves se ha convertido en un fenómeno editorial con sus novelas de «cozy mystery». Tres son la series televisivas que triunfan, inspiradas en sus novelas policiacas, y siete las temporadas de «Shetland» salidas de la tetralogía protagonizadas por el lacónico inspector Jimmy Perez. Las dos primeras, «Cuervo negro» y «Noches blancas», recién traducidas al español. La acción de cada una se sitúa en una estación del año. El título de «Noches blancas» alude a la luz de día perpetua del llamado «simmer dim», días interminables con noches luminosas del equinocio de verano, dada la cercanía de las islas Shetland al círculo polar ártico.

Cleeves vivió de joven en Fair Isle, donde conoció a su marido, un ornitólogo. Esos rasgos, su amor por la naturaleza nórdica, las aves de esas islas y el carácter reservado de los setelandeses y sus historias componen el núcleo central de la serie del inspector Jimmy Perez.

Ritmo creciente

Por qué se apellida Perez lo explica Ann Cleeves en «Noches blancas»: «Un antepasado suyo llegó a la costa después del naufragio de un barco de la Armada Invencible». De ahí su diferencia. De carácter reservado, típico del archipiélago, Perez es un hombre un tanto atormentado, guapo, viril, pero amable y compasivo. A los del sur, a los ingleses, les pone de los nervios la parsimonia de Perez, su forma de interrogar pausada, con largos silencios, como esos días sin noches del pueblo ficticio de Biddista, que acaban por desquiciarlos por completo.

En este espacio cerrado que es toda isla, las novelas se inscriben en el «country noir», muy en boga cuando se escribió la tetralogía de «Shetland», a comienzos del 2000. El foco de la trama son las historias familiares de los isleños, que bullen de forma silenciosa. Un asesinato pone en evidencia las múltiples historias larvadas de odios y rencores que esconden y que la investigación del inspector Jimmy Perez va sacando a la luz. El estilo de Cleeves es directo, para reflejar el carácter de los isleños. Los capítulos cortos dan a sus novelas vivacidad y un ritmo creciente. La trama se cuece a fuego lento hasta la explosión final. Tanto «Cuervo negro» como «Noches blancas» están tan bien escritas que es un placer leerlas.

Lo mejor

Sus vívidos personajes, dibujados con la precisión del mejor artesano

Lo peor

A veces, la lentitud de esta historia puede poner al lector de los nervios