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Cartarescu sueña con mariposas

larazon

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Cartarescu y el sello Impedimenta son un tándem indisoluble en castellano desde la publicación de «El ruletista». Ahora llega «El ala izquierda» –una epopeya sobre la infancia, la muerte, el sueño y el amor–, el volumen que abre la trilogía «Cegador». Un título destinado a convertirse en un clásico y que se postula como la obra cumbre del escritor, que está impulsando la novela del siglo XXI hacia horizontes desconocidos. «Una fila de trineos sin cascabeles, tirados por caballitos de crines alborotadas, con las pezuñas envueltas en bandas de piel, llevaba hacia la salvación a todo el clan de los Badislav». Así arranca el mundo onírico del autor rumano, escrito con una exquisitez inusual, con un cuidado extremo por el verbo y un aroma mítico. Todo ello convierte a este libro en una de esas obras en las que te quieres instalar, y lo consigues, porque siempre te acompañará. Superando el tiempo y el espacio, dejándonos mecer por la cadencia de su fraseología.
Mítica huida
La historia se remonta a la memoria del clan, y el propio Cartarescu se adentra en el pasado, heredado, escuchado o inventado, para concluir una narración de ensueño en la Bucarest de los sesenta y setenta. Así, conocemos la mítica huida de su bisabuelo tras una épica insurrección de los muertos de la aldea o la batalla con una horda de ángeles bizantinos que acaba en masacre y exilio. Pero también asistimos en a la llegada del comunismo a Rumanía, la naturaleza femenina o la figura de la madre. Visionario, celestial, y no por ello menos terrenal, se muestra el autor en esta entrega. Un calamar que parece moverse en distintas direcciones. «No hay otra anunciación que el nacimiento de una persona. Y cada nacimiento crea una religión», dice, pero ¿Qué e religión está desarrollando Cartarescu? Es un cóctel lisérgico entre cristianismo, budismo e hinduismo (y posiblemente islamismo) en el que las mariposas y triángulos son los artefactos clave, así como la llegada del sudario de hierro de Europa del Este en 1945 y su eliminación en 1989 son los indicadores históricos esenciales. Después está la aplicación de la naturaleza: volvemos a sus mariposas y gabinetes llenos de rarezas. Una ocurrencia importante en la cadena de eventos que llevó al nacimiento de Mircea es la violación cerebral. Un reino crepuscular, pulsátil, aberrante, raro y hechizante que nos desafía, que le obliga a correr riesgos con el lenguaje como la terminología arcana o su simbología. Un escritor ultra-postmodernista capaz de crear un mundo lo suficientemente extraño y audaz como para estar a la altura de la realidad.