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Crónica de un duelo anunciado

larazon

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La obra literaria de Luis Antonio de Villena (Madrid, 1951) se ha diversificado en variados registros genéricos: poeta del grupo de los «novísimos», narrador de la sentimentalidad homoerótica, ensayista de acendrado culturalismo, perspicaz crítico literario y desinhibido memorialista, como lo prueban las recientes autobiografías «El fin de los palacios de invierno (Recuerdos de infancia y primera juventud, 1951-1973) (2015)» y «Dorados días de sol y noche (1974-1996)», de (2017). En esta línea de evocaciones personales y reminiscencias íntimas se publica «Mamá», un sutil ejercicio de la memoria que va mucho más allá del mero recuerdo de unos hechos concretos. Nacida en la primavera de 1924, morirá con 91 años la madre del autor, una figura clave en su imaginario familiar, formación emotiva, sensibilidad lírica y experiencia moral. Esta es la historia de una convivencia maternofilial que, durante décadas, como hijo único y con los altibajos de toda estrecha relación humana, se constituye en un inventario de mentalidades de época, retrato crítico de señalados referentes culturales, reflejo de un anquilosado costumbrismo ético, recuento de oscuros secretos y disimuladas mentiras. Todo ello en el ámbito altoburgués de la sociedad madrileña de la segunda mitad del pasado siglo. Destaca, evidentemente, la semblanza de una madre sobreprotectora, fortalecida por las adversidades, sabia en sus apreciaciones y de una exquisita sensibilidad.
Y en el recuerdo la figura de un padre, en palabras textuales, «manirroto», «mujeriego» y «calavera». Ilusionado noviazgo, fracasado matrimonio, viva imagen, en suma, de aquellos «usos amorosos de la postguerra», en afortunada expresión de Martín Gaite. A partir de aquí se suceden frustraciones, regocizos, apasionamientos y desamores, momentos buenos y malos traídos de un pasado que cobra nueva vida con la muerte de la madre. Porque esta es también la crónica de un duelo.
Deshacer la casa
Otros emotivos asuntos, sin sentimentalismo alguno, recorren estas páginas: la alargada sombra de la Guerra Civil española, el previsible –aunque aquí falso– complejo de Edipo, los prejuicios morales de una aletargada atmósfera social, la homosexualidad sibarita y estetizante, una apología de la peleada libertad personal o la conciencia artística de la existencia. Impresionante la escena en que se deshace la casa de la madre difunta, una espesa ausencia de libros, objetos, testigos mudos de una vida. Esta no es solo la biografía de una singular mujer, es también el magistral retrato sentimental y ético de una época.