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Demasiado intimismo para tan poca intriga

Susan Steiner demuestra su gran calidad en su nueva obra centrada en una desaparición.
larazon

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Susan Steiner demuestra su gran calidad en su nueva obra centrada en una desaparición.
A medida que numerosas escritoras se lanzan a la novela negra alejadas de los patrones que las han hecho imprescindibles desde el romanticismo con los relatos góticos, las novelas románticas y la novela problema –y sus variantes actuales, thriller psicológico y «domestic noir»–, se aprecia una deriva opuesta al policiaco masculino. Aquí el sexo marca más las diferencias entre escritoras y escritores que la cultura. Bucear en la mente humana, encontrar los puntos más sensibles de la psicología de los protagonistas y adentrarse en el proceloso mundo interior de los personajes femeninos, estereotipando un tanto a los masculinos, es propio de la moderna novela negra escrita por mujeres.
Para escritores ultrasintéticos como Elmore Leonard la psicología es pura basura no reciclable. Para escritoras con enjundia literaria, la psicología y el relato intimista lo son todo. Si se busca complejidad argumental, tipos de una pieza y narraciones cortantes y sucintas como breviarios, la literatura de escritoras como Tara French y Susie Steiner puede resultar una pesadilla discursiva. En «La desaparición de Edith Hind» hay tantas mujeres policías que superan con creces a los hombres y llevan la batuta de forma eficacísima. Acostumbrados a la problemática de los detectives y polis borrachos, mujeriegos, de una honradez problemática y con un matrimonio que si no hace aguas mayores está a punto del Titánic, con los femeninos ocurre lo opuesto.
La detective es una mujer solitaria y vulnerable, pero fuerte, que abusa de los chats de ligue, donde no encuentra a su media naranja y que se debate entre dedicarse a tiempo completo a su profesión o fundar una familia, como le ocurre a Manon Bradsaw, que cuando encuentra al hombre perfecto éste no está para tonterías. Es decir, mucho mundo interior femenino: ¿qué estoy haciendo con mi vida? ¿Y el amor? ¿Se me está pasando el arroz? Mientras, el caso criminal se estanca entre tanto monólogo interior, invento de una mujer muy pesada, Virginia Wolf, cuyo programa era «¿Quién soy? ¿A dónde voy? ¿Qué me pongo?».

Escribir como los ángeles

Como Tana French, la calidad literaria de esta autora es de un nivel superior a la media. Escribe como los ángeles y posee talento suficiente tanto para enganchar al público femenino como para desesperar al lector (masculino o femenino) más impaciente. Todo ese mundo personal intimista que narra ¿a qué cuento lo cuenta? Aquí reside el problema. No en lo literario, que es espléndido, sino en la concepción estructural de la novela: ¿Y la intriga? Si E.M. Forster es su modelo, la novela policiaca le debe parecer poca cosa. Este subgénero es perfecto para mostrar de forma realista la soledad y la vulnerabilidad femenina, siempre que se respeten sus constricciones: una intriga solvente y unos personajes conductores de la narración como elementos no autónomos sino funcionales. A Steiner hay que saludarla como una gran escritora capaz de crear un mundo propio tan intenso como inadecuado para la intriga policiaca.

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