Romántica obscenidad
Uno de los personajes de esta obra resume el pensamiento de Arrabal en una sola frase: «¿Credo quia confusum?, ¿nada sería cierto si no fuera confuso?». El genio de «Fando y Lis» y «Baal Babilonia», y creador junto a Topor y Jodorewsky del Movimiento Pánico y quizá una de las personalidades más provocadoras y originales de las letras hispanas, Fernando Arrabal, acaba de publicar su última obra, «El circunspecto», donde retoma uno de sus «personajes», Miguel de Cervantes (llamado aquí siempre Miguel de Cerbantes), que utilizara en una de sus obras más interesantes, «Un esclavo llamado Cervantes». Arrabal usa citas culturales, tics de chistes, pensamientos filosóficos, el sexo, los diálogos, como un salón de espejos rotos donde la realidad se muestra tal y como es de fragmentaria, a veces trágica y otras idiota, en una amalgama de provocaciones, máscaras, caminos cerrados, pensamientos transgresores, y, en fin, recorriendo un camino cuyas claves/llaves sólo posee Fernando Arrabal, que, como los buzones antiguos, tan pronto se pone el traje de bufón como el tricornio de intelectual. Si el lector le quiere seguir, bien, si no, pues ahí te quedas, parece decir. Nunca ha deseado a, en sus novelas, obras de teatro, poemas... lectores o espectadores, sino cómplices, llevando a rajatabla la máxima de Machado: «¿Tu verdad? No, la Verdad y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela».
Jurados del Nobel
En «El circunspecto», Arrabal hace sus «alteraciones» de la realidad imaginando que se reúnen cinco personas del Comité Nobel Noruego en una sala presidida por el cuadro «El grito» de Edvard Munch, para otorgar el de la Paz. Y deciden que se lo van a dar ex aequo a Miguel de «Cerbantes» y a William Shakespeare. En la obra existen varios planos: en uno es un narrador, agente circunspecto que llega a espiar por pantallas, escribe Arrabal, a los miembros del jurado. En otro, son las varias conversaciones de los miembros del jurado compuesto por tres mujeres y dos hombres. Los diálogos son, como acostumbra a pasar en la obra de Arrabal, bastante implicada en la «teatralización» de la realidad, uno de los puntos fuertes de «El circunspecto», usando una serie de resortes verbales que los convierten en el núcleo dialéctico de la creación de personajes. Y como fondo de esos centros de la elipse, un análisis sarcástico donde el personaje Oleg hace permanentes declaraciones amorosas a una de los jurados que acaba de violar el día anterior: unión de romanticismo y obscenidad, otra de las claves esenciales de la creación de Arrabal. Con el añadido de que el lector acabará sabiendo que Oleg abusó de las tres mujeres del jurado. Con un final donde el cuadro desaparece y vemos a Oleg que quizá haya huido con una jovencita para acabar, dice uno de los personajes, «violados mortalmente él y su novia, en la selva, por la Mula Francis». Y el lector recorre todas esas escenas que nos hablan de una realidad a la que sólo la explicitación de la confusión vuelve inteligible.