Rushdie, un té ácido con Trump
El autor devuelve lo mejor de su prosa en esta obra pegada a la actualidad
El autor devuelve lo mejor de su prosa en esta obra pegada a la actualidad.
Este libro empezó a gestarse hace más de diez años, cuando el autor de «Hijos de la medianoche» barajaba la posibilidad de trabajar un personaje basado en el histriónico arquetipo de la Marvel, el Joker. Pretendía un libro pegado a la actualidad, muy contemporáneo, de aquellos que cuando editaba bajo el paraguas de la generación Granta –Ishiguro, Amis, Barnes, Boyd, McEwan y Swift– ningún editor le hubiera publicado y, entonces, Trump se colocó en la rampa de lanzamiento a la presidencia de los Estados Unidos. Un autor de su raza debía encontrar la manera de incorporarlo a su trama para parodiarlo. Aparcar, como ya hiciera en «La sonrisa del jaguar», su prosa barroca y alambicada, sus linajes indios imbricados con temas míticos y legendarios para alumbrar un thriller que tuviera la realidad norteamericana como epicentro, aunque el presidente de pelo oxigenado no fuera ni su intención ni el motivo de la obra.
El libro arranca con la elección de Obama, termina ocho años más tarde, en vísperas del ascenso del Joker, y se publica en el primer aniversario de la eraTrump. En sus páginas asistimos al ascenso del Tea Party, el renacer de un nuevo feminismo y las políticas de género, a la realidad «líquida» de Bauman y la aparición en escena de un villano zafio e inculto. En su brújula lectora, sin duda, debían de estar situados Stendhal, Baldwin y la memorable novela «Washington Square», de James, en su norte. De igual modo, Dickens no podía faltar en el inconsciente de un autor inglés porque muchos de sus personajes son operísticos, irreales como David Copperfield.
En estas páginas conocemos a la familia del multimillonario septuagenario Neron Golden y sus tres hijos adultos que se instalan en el corazón de Nueva York, procedentes de un «país que no se puede nombrar», después de huir de una amenaza desconocida. En el centro de cada personaje se encuentra la identidad: el patriarca ha asumido el nombre del último emperador romano de la dinastía julio-claudiana.
La agorafobia de Petya
De su hijo Dionisio –convertido en D.– no sabremos si es hombre o mujer, Apu –Lucios Apuleis–, el mediano, es un artista guapo y exitoso que acusa el exilio como ninguno, y Petya –Petronio–, desarrollará agorafobia, encontrando paz detrás de las puertas de su habitación. Todo ello es contado por un narrador omnisciente llamado René, un aspirante a cineasta que decide que los Golden son el tema perfecto para una película en la que es libre de imaginar lo que sucede cuando él no está.
Se ha comparado la novela con «El gran Gatsby» y «Retorno a Brideshead» por el componente temático en torno a la riqueza y la posterior decadencia, y lo cierto es que las tres obras comparten un narrador convertido en «voyeur» que informa puntual y metafóricamente de todo lo que el lector necesita saber. Cáustico, lírico y melódico Rushdie merece que, algún día dejemos de hablar de la fatwua que se emitió contra él y que la Academia sueca le reconozca su enorme aportación a la nueva narrativa contemporánea.