La redención de José María Pemán
El abogado Daniel García-Pita Pemán publica «El caso Pemán. La condenación del recuerdo» (Almuzara), obra en defensa del nombre de su abuelo, icono de las letras gaditanas
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Existe un tipo de propaganda política que se empeña en utilizar como hilo conductor al olvido. Unos tentáculos que alcanzan los recovecos de un pasado multiforme, con el fin de eliminar a gusto y a dedo lo que no es de interés para la progresía. Se trata de esa serie de normas que instigó Zapatero, difundió el juez Garzón y que el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recogió en un proyecto de ley que, por cierto, pese al fervor del momento, ha quedado en paradero desconocido. Podríamos indicar que hasta se ha olvidado, valga la redundancia. La Memoria Histórica busca regalar justicia a todas las víctimas que sufrieron desde el alzamiento de 1936 hasta la declaración de la democracia. No obstante, para Daniel García-Pita Pemán, «es algo primitivo y poco apropiado para la actualidad. Se aplican con retroactividad una serie de principios y normas que son lo más contrario que existe al Estado de derecho, un olvido total del principio de seguridad jurídica y una ignorancia completa de varios derechos». Lo explica a LA RAZÓN, en nombre y homenaje a su abuelo, José María Pemán, periodista, poeta, figura literaria fundamental en Cádiz en particular y España en general, y una de las víctimas del proyecto de la Memoria Histórica.
Se le acusa a este escritor de conspirador y depurador franquista, instigador de asesinatos, de racismo, machismo, cómplice del fusilamiento de Lorca, homófobo o misógino, entre otros aspectos. Respecto a esta última injuria, plantea García-Pita que «¿cómo va a ser misógino si dirigió una revista femenina, de las pocas que había en España, y escribió montones de libros sobre la mujer? No tiene sentido, aplicar estas leyes por instinto es muy poco civilizado». Por ello, para preservar el nombre de Pemán, realzar su inmenso legado literario y evitar que caiga en el olvido, publica «El caso Pemán. La condenación del recuerdo» (Almuzara).
En este libro, el mayor de los nietos del autor de «El divino impaciente» y también abogado, procura limpiar la imagen que recientemente se ha derramado sobre Pemán. Y lo hace dividiendo la obra en tres partes. En primer lugar, «hago una semblanza sintetizada de mi abuelo, como escritor, poeta, político o pensador. Es la base del resto del libro». Una vez reivindica su carácter como orador fogoso, gaditano visceral, pensador conservadurista y literato generoso, pasa a la segunda parte: «Un análisis de la memoria histórica. Concretamente, de la damnatio memoriae, la condenación del recuerdo», para entrelazar por último ambos aspectos y llegar a una «defensa de las acusaciones concretas que se les han hecho a José María Pemán, y que me parecen poco razonables. Un poema no es un recuerdo franquista, es un poema. Al igual que el chalé del general Varela que hay en Cádiz tan solo es una casa. Se considera que son residuos de la dictadura y se decide quitarlos del medio. No tiene sentido silenciar el recuerdo de alguien, va en contra de la libertad de expresión. Si la censura más radical que existe es la quema de libros, esto es lo siguiente. Este aparato administrativo parece sacado del ‘’1984′' de Orwell. No puedo entender esta censura feroz», lamenta el abogado.
El olvido de «Kichi»
Fue en 2015 cuando comenzó la condenación del recuerdo de Pemán. El Ayuntamiento de Jerez de la Frontera decidió retirar el busto del poeta del Teatro Villamarta, para trasladarlo a dependencias municipales. Recuerda García-Pita en su libro cómo el alcalde de Cádiz, José María Gonzalez Santos «Kichi», se pronunció entonces asegurando que «Pemán ha sido uno de los mayores representantes de las letras gaditanas. Es un embajador de las letras gaditanas y así tiene que seguir siendo». Unas palabras que, no obstante, se le debieron, cómo no, olvidar, pues en 2021 se procedió a retirar una placa que conmemoraba al escritor. Localizada en la calle Isabel La Católica de Cádiz, rememoraba el nacimiento de Pemán, acompañado de un poema suyo, y la retiraron por tener el autor un pasado ligado a la dictadura de Francisco Franco. «Esa placa no tenía absolutamente nada que ver con el régimen. Se fundamentan en que quieren evitar que se repita el pasado, para que el pueblo no caiga en los mismos errores, como si el pueblo fuera tonto. Soy muy respetuoso con las opiniones de los demás, pero esta no tiene el menor sentido», asegura el nieto del autor, y realza algo que «la gente no sabe, y es que ha estado cinco veces nominado para el Premio Nobel. No sería tan petardo...».
Pemán sigue sufriendo de manera póstuma una persecución que también obtuvo en vida. Condenas y confrontaciones que suelen imponerse hacia quienes demuestran un alto grado de independencia. Pues, tal y como escribe García-Pita en esta obra, «a Pemán le faltaba una cualidad exigible para ser un buen miembro de la tribu intelectual de la España de entonces: no era conformista, ni disciplinado, ni bien mandado, ni sumiso a los criterios dictados por la tribu. Se mantuvo en sus creencias». Asimismo, añade el abogado a este diario, lo que sí era su abuelo era «una persona enormemente amable, simpática, cariñosa y muy lista. Siempre me ayudaba en mis exámenes de literatura, y me aconsejaba cuando me presenté a diputado por Cádiz en 1979. Le quería muchísimo, era una persona abierta y nunca le he visto quejarse. Ha sido injusta esa aplicación que se le ha dado hoy, y por eso hago este libro, para dar la versión que él hubiera dado», concluye.