"Cuando España echó a andar"

Pedro Insua: "Aún no hemos digerido la pérdida del imperio"

El filósofo retrocede hasta la Baja Edad Media para dar con el origen de la nación que conocemos, un proyecto de Alfonso X que se completó con el salto a América

Entrevista con el filósofo Pedro Insua.
Entrevista con el filósofo Pedro Insua.Alberto R. RoldánLa Razón

Pedro Insua comienza fuerte en Cuando España echó a andar (Ariel). Busca «generar controversia desde la primera línea» del ensayo. Provoca sin esconderse. Agarra el Manifiesto comunista y le da una vuelta: «Un fantasma recorre España, es el fantasma del nacionalismo fragmentario», escribe.

El autor y filósofo gallego expone qué es España y cuándo se formó como nación sin hacer aspavientos. Charla de ello como el que está en casa. En las idas y venidas de la conversación asume que se nos ha hecho bola la pérdida del imperio. «No se ha digerido todavía, como les ha pasado a británicos y rusos»; y señala a EE UU como el gran imperio actual «en pro de la democracia». Es la excusa para desbordar una frontera que según los tiempos se ha hecho en favor del cristianismo (España), el comunismo (Rusia) o el código civil (Francia). En definitiva, una idea «absurda en sí misma», dice de cualquier proyecto de «gobernarlos a todos, como si fuera el anillo del poder».

Y es que la historia que cuenta Insua tiene algo de El señor de los anillos. Los separatistas se esbozan como seres muy cercanos a los hobbits «en el sentido maniqueo del bien y el mal»: «El ideal del nacionalismo vasco y catalán es la Comarca. Quieren que sus regiones sean una integración perfecta con la naturaleza». Así lo comentaba Otegi en el polémico documental La pelota vasca, donde aseguraba que cuando se cambie la Coca-Cola, la música americana e internet por la contemplación de los montes, solo entonces el pueblo vasco «volverá a seguir su destino». «Es la Comarca lo que quieren», reafirma. «Todo ecovasco».

Pero el meollo del libro está en esos primeros pasos de la España que conocemos hoy. Evita erudiciones para marcar su inicio, aunque tampoco se pone estricto con la hora y el lugar: «No voy a decir que se fundó a las 18:05 de tal día en tal sitio...», pero empujado a decir una fecha concreta, opta, con la boca chica, por 1221, «un año que no se tiene en la cabeza». Aunque podría ser otro, 1212, «mucho más reconocible».

No obstante, no es una cifra al azar. El autor pone el dedo sobre el año en el que nace en Toledo el rey Alfonso X, quien a los pocos meses será nombrado heredero en la nueva catedral gótica de Burgos. Porque es el gran personaje de este libro, el hombre que lo cambia todo. Fernando III, su padre, trazó unas líneas similares a las que desarrollaría este, y lo dejó por escrito en el Setenario a la vez que reconocía que no era el momento. El hijo, por el contrario, sí creyó que lo era y, décadas después de la visión de su progenitor, apostaría por ello. Fracasó «estrepitosamente», pero la semilla ya estaba plantada por un monarca sobre el que su abuela Berenguela ejerció una influencia significativa.

Alfonso X, como le dijo a su hijo Fernando de la Cerda, entendía el imperio como «lo más». Una actitud casi «reguetonera», ríe Insua. «Parece eso de “sujétame el cubata que voy a por el imperio”». Y a por él que se lanzó. Lo primero fue unir las diferentes poblaciones a la llamada de la monarquía, y, ya después, el grueso del plan: «Refundó Sevilla como capital imperial, formó la Armada, las aduanas, el ordenamiento jurídico, las reformas urbanísticas...», enumera.

Un plan que se completará tres siglos después con un salto a América –donde varios, como Ortega y Unamuno, señalaron el inicio de España– que vendría a ser la multiplicación exponencial del embrión que esbozó Alfonso X con el paso del Estrecho. «La estructura geopolítica que será determinante hasta la actualidad», zanja Insua de un libro que «reivindica la realidad nacional de España en la Edad Media» y confronta con la idea de que muestro país es una carcasa estatal administrativa del imperialismo castellano que se ha impuesto».

  • Cuando España echó a andar (Ariel), de Pedro Insua, 512 páginas, 20,90 euros.