Bicentenario

De Napoleón al vello púbico: las obsesiones de Lord Byron

Se celebra este año el bicentenario de la muerte del autor británico, héroe del romanticismo y personaje exuberante

Retrato de Lord Byron de Thomas Phillips, de alrededor de 1835 que se conserva en la National Portrait Gallery
Retrato de Lord Byron de Thomas Phillips, de alrededor de 1835 que se conserva en la National Portrait GalleryNational Portrait Gallery LondonNational Portrait Gallery London

Se celebra el Día del Libro de 2024 alrededor de nuevas publicaciones y proyectos, y de un aniversario especial. Se conmemora este año el bicentenario de la muerte de Lord Byron, poeta romántico y rebelde, quien contrajo una violenta fiebre falleciendo en Missolonghi (Grecia) el 19 de abril de 1824. Tuvo una corta vida -murió con 36 años-, pero al autor británico le bastó ese breve tiempo para dejar huella en la historia de la literatura, siendo un revolucionario del romanticismo y en parte propulsor de la figura del poeta maldito. Fue una persona excéntrica, que normalizaba lo extremo y retrataba su época con ácida crítica. Su obra fue brillante, y su personalidad peculiar, bajo un espíritu aventurero que para nada ensombrecía su lado más subversivo e, incluso, obsesivo.

Sobre Lord Byron se han contado miles de anécdotas, y no pasa desapercibido su historial sexual. Protagonizó sendos escándalos que llegaron a desmadrarse durante su estancia en Italia. Fue allí cuando se le contabilizaron, entre prostitutas y condesas, más de 200 relaciones diferentes, fueran sentimentales o sexuales. Y es en esta etapa, además, donde el poeta lució su parte fetichista: se le atribuye ser poseedor de una colección de vello púbico, obsesión con la que cortaba un mechón tras cada relación sexual, para posteriormente guardarlos en sobres individuales con el nombre de la correspondiente dama.

Tiempos gigantescos

No todas las obsesiones del autor de "Las peregrinaciones de Childe Harold", su primer gran poema, eran tan estrambóticas. Las hubo alrededor de su ingenio literario, así como sus inquietudes se centraban en grandes figuras, como la de Napoleón Bonaparte. El británico admiraba al emperador francés, y fueron de hecho determinantes para su obra sus compromisos con los valores de la Revolución Francesa, diciendo que "vivimos en tiempos gigantescos y exagerados". Una expresión con la que querría hablar de sí mismo, pero con la que también dejaba clara su eterna admiración hacia Napoleón, con quien compartía la extravagancia y hasta una faceta glamourosa.

Byron fue, por tanto, antecesor o incluso quien consolidó la figura del poeta maldito, de ese literato delirante que fija sus versos en la belleza de lo disidente y lo diferente. Pasó a la historia gracias a su pluma, y aún hoy su figura puede seguir inspirando a los valientes soñadores, a esos héroes siempre dispuestos a seguir sus instintos. El poeta, de hecho, soñó con protagonizar una gran gesta histórica y convertirse en el nombre de la liberación de Grecia, país que le vio retirarse, marchitarse, y finalmente fallecer: primero, fue un ataque epiléptico, luego vértigo y espasmos, y más tarde llegaron las fuertes fiebres. Su cuerpo se trasladó a Inglaterra, y sus memorias arrojadas al fuego, para que solo quedasen cenizas de la vida y obra del autor obsesivo.