Llora el planeta
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En la avenida del Tibidabo, se encuentra el Palacete Aldaya, una elegante casa modernista, que es uno de los escenarios clave de «La sombra del viento», de Carlos Ruiz Zafón. Fue esa novela una apuesta personal de José Manuel Lara Bosch, quien quiso que fuera premiada con el Premio Fernando Lara. No pudo convencer al jurado, pero sí siguió apostando por ese texto, editándolo y convirtiéndolo en un éxito internacional. Ayer muchos tuvieron que pasar por el Palacete Aldaya para llegar al tanatorio de Sant Gervasi, en el que tenía lugar la capilla ardiente por el presidente del Grupo Planeta, fallecido el pasado sábado a los 68 años.
Centenares de personas acudieron para apoyar a su mujer Consuelo, sus cuatro hijos y sus dos hermanas durante las nueve horas que la capilla ardiente estuvo abierta al público. Numerosas personalidades del mundo de la cultura, la empresa y la política hicieron acto de presencia para despedirse de una de las figuras fundamentales para el mundo de la edición. Así lo entendieron los que acudieron hasta este tanatorio barcelonés, muchos recordando el coraje con el que hizo frente a la enfermedad, a la que plantó cara con fuerza e incluso humor.
Que quería seguir trabajando lo aseguró ayer, por ejemplo, el presidente de la Generalitat, Artur Mas, que hace pocas semanas se reunió con el presidente del Grupo Planeta y Atresmedia. «Luchó hasta el último minuto. Me hablaba de proyectos a diez años vista», apuntó Mas, que «pese a que no siempre coincidíamos», Lara Bosch «siempre hablaba con franqueza y se hacía respetar más allá de las diferencias».
Eso es algo que se quiso subrayar mucho ayer: la apuesta por el diálogo, la oportunidad de establecer puentes para conversar. Por eso siempre quiso ser claro. La creadora de Tusquets Editores, Beatriz de Moura, subrayaba la «perfecta contradicción» del editor. «A él le ponían nervioso los pequeños pactos oscuros. Es algo que no le gustaba». La editora, quien durante años ha sido una buena amiga del presidente del Grupo Planeta, recordó que «tenía una mentalidad y un espíritu bastante más libre que el de muchos intelectuales que se pensaban libres». Hace quince días habló por última vez por teléfono y tuvo la sensación de que aquello «era una despedida».
Esa misma impresión es la que se apoderó del ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, cuando se reunió con José Manuel Lara Bosch durante el día de Nochebuena. «Estuve con él y con su hijo durante hora y media. Me dio la sensación de que era la última vez que lo veía», dijo Fernández Díaz. Para el titular de la cartera de Interior, la labor emprendida por el editor a lo largo de todo este tiempo lo acabó convirtiendo en «un digno continuador del carácter de su padre». Jorge Fernández Díaz también rememoró que el desaparecido editor nunca olvidó sus raíces andaluzas, especialmente El Pedroso, el pueblo sevillano en el que nació su padre.
El alcalde de esta localidad, Manuel Meléndez, fue una de las numerosas personas que viajaron hasta Barcelona para despedirse de «un amigo inigualable, un ser con un corazón infinito». Lara, quien gustaba definirse como «cataluz» o «andalán», «ha seguido colaborando con El Pedroso. Se portó muy bien con nosotros», aclaraba emocionado a este diario. Tal era la implicación con este municipio sevillano –que visitó por última vez antes del verano del pasado año– que Meléndez lo veía como «nuestro concejal en Barcelona».
Pero por encima de todo, José Manuel Lara Bosch estará siempre ligado al mundo del libro. Editores como Elena Ramírez, Juan Cerezo o Emili Rosales estuvieron presentes en la capilla ardiente, rememorando el amor que siempre sintió Lara por el mundo de la palabra escrita, algo que también quiso trasladar apostando por autores. Guillem d’Efak, director de la Agencia Literaria Carmen Balcells, agradecía su apoyo. «Con nosotros mantuvo una relación que ha sido provechosa para nuestros autores», dijo d’Efak, quien tampoco olvidó la complicidad con Carmen Balcells. «Para nosotros ha sido una gran pérdida porque nos ha acompañado desde el principio». El agente literario añadió que Lara apostó por mantener autores como Manuel Vázquez Montalbán, Carmen Laforet y Camilo José Cela.
Tampoco dejaron de pasar por el tanatorio de Sant Gervasi autores que han publicado su obra en algunos de los sellos del Grupo Planeta, como Javier Moro, Lorenzo Silva, Marta Robles, Pere Gimferrer, Carlos Ruiz Zafón o Maruja Torres. Esta última, ganadora del Premio Planeta en 2000, se refirió a Lara Bosch como «un tipo con el que valía la pena discutir», añadiendo su importancia para la historia de la lengua. «Era hijo de una época, una persona emprendedora. Es como cuando murió Jesús de Polanco», aseguró la escritora barcelonesa.
Otro autor ganador del Planeta y jurado del mismo galardón, Juan Eslava Galán, se quedaba con la imagen de José Manuel Lara Bosch como «quien defendía con más ahínco la cultura del libro». Eslava Galán se lamentaba de que «se haya ido tan pronto».
Lara Bosch también fue un hombre que apostó firmemente por los medios de comunicación, creando el grupo ATresMedia. En la capilla también estuvieron Mauricio Casals, presidente de LA RAZÓN; Joaquín Parera, subdirector general de LA RAZÓN; Monty Parera, delegada de LA RAZÓN en Cataluña; José Antonio Vera, presidente de la Agencia Efe; periodistas como Antonio García Farreras, Luis del Olmo, Susanna Griso, Carlos Herrera y Julia Otero; y Javier González Ferrari, presidente ejecutivo de Onda Cero Radio. Este último, muy emocionado, lamentaba «la orfandad profesional» que deja Lara. «Era mi patrón. Lo voy a echar mucho de menos porque he trabajado muy a gusto con él».
Otra gran pasión que nunca dejó de lado el presidente del Grupo Planeta fue el Real Club Español. Ayer los jugadores de este club de fútbol salieron al campo con un brazalete negro. El que fuera capitán y entrenador del equipo, Mauricio Pochettino, estuvo en el tanatorio de Sant Gervasi para rendir homenaje «a una familia importante para mí, con los que llegué a Barcelona hace 21 años».
A las nueve de la noche cerró la capilla ardiente. . Quedan para recordarle los miles de libros publicados de quien fue un editor total, cercano siempre a sus autores.