Cine

Cine

«Loving Pablo»: Érase una vez un hipopótamo

«Loving Pablo»: Érase una vez un hipopótamo
«Loving Pablo»: Érase una vez un hipopótamolarazon

Dirección y guión: F. León de Aranoa, según el libro de V. Vallejo. Intérpretes: J. Bardem, P. Cruz, P. Sarsgaard, J. Restrepo. España-Bulgaria, 2017. Duración: 123 min. «Biopic».

El mejor amigo de Pablo Escobar era el hipopótamo, su animal favorito. Rumiante pero agresivo, así da la impresión de que lo interpreta Javier Bardem, con los ojos caídos, mascando hierba mientras marca territorio con los desechos de su mundo. Es, como siempre en Bardem, un trabajo físico, de composición, que aprovecha su brutalidad innata para la amenaza. Este crítico se pregunta por qué no llegó antes a este papel: antes de «Escobar: paraíso perdido», antes de «Narcos», antes de que el rey del narcotráfico colombiano se convirtiera en un estereotipo gastado por las imágenes. Quizá entonces Fernando León de Aranoa no se habría visto obligado a utilizar un personaje-puente para contar su historia, esa Virginia Vallejo (Penélope Cruz, en su registro más histriónico) que, más que presentadora de televisión, parece la diabólica Victoria de «Cristal», otro hipopótamo entrando en la ficción como un elefante en una cacharrería. En teoría, esa mujer chillona convertida en su amante nos aporta un punto de vista privilegiado sobre Escobar, pero su omnisciencia y su persistente voz en off acaba por falsear el relato, que se despliega como el episodio piloto de una serie de bajo presupuesto rodado con desgana, ahogado por el «spanglish», apagado por la indolencia de una dirección que pierde energía intentando retomar un tema sobre el que parecía todo dicho. No es que León de Aranoa no salga victorioso de alguna secuencia que le saca de su zona de confort –el aterrizaje en plena autopista americana, con tiroteo incluido, es que «Loving Pablo» nació caducada.

LO MEJOR

A pesar de todo, Javier Bardem inyecta esa sensación de calma tensa que es su marca de fábrica

LO PEOR

Que llega tarde, con su dirección alicaída, su mezcla de acentos y esa Penélope Cruz histriónica