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París cierra con el lujo de la camelia de Chanel y el barroco de Zuhair Murad

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La camelia de la alta joyería de Chanel y los lujos barrocos del modisto libanés Zuhair Murad pusieron fin a la Semana de la Alta Costura de París, en una última jornada en la que también mostraron sus diseños Hervé L·Leroux y Lefranc.Ferrant.
La emblemática tienda de Chanel de la plaza Vendôme de París fue el lugar indicado para la presentación de su última colección de alta joyería que, bajo el título "Jardín de Camelias", engloba 99 piezas únicas que culminan tres años de trabajo.
Esta flor asiática, símbolo de la pureza y la longevidad, según explicaron fuentes de la firma, está presente en el imaginario de Chanel desde 1923 y ahora ha servido de inspiración para configurar alhajas que desarrollan el tradicional juego de blanco y negro, la tridimensionalidad y la movilidad.
Las piezas de esta colección oscilan entre los 45.000 euros de un anillo y los 2,5 millones de euros de un conjunto, un valor derivado de los materiales y de las horas de trabajo artesanal.
Diamantes, zafiros multicolor, turmalinas, espinelas, ópalos y perlas decoran sortijas, collares, pendientes, brazaletes, broches o relojes con un diseño de referencias orientales, como a los biombos de Coromandel o al arte del origami.
En la pasarela, y como miembro invitado, el modisto libanés Zuhair Murad lanzó un órdago con su visión de la alta costura de la próxima primavera-verano, inspirada en las iglesias barrocas de Roma.
La riqueza de estos edificios configuró vestidos en oro viejo, los frescos despertaron túnicas de la Antigüedad y las naves y bóvedas dibujaron un relieve en trampantojo.
Este maestro de las alfombras rojas, cuyos diseños visten estrellas de Hollywood como Jennifer López o Kristen Stewart, viajó al siglo XVII para recuperar motivos artísticos como las conchas o las plumas.
La moda de la época se confunde con la evocada por pintores y escultores y el resultado son originales brocados en formas circulares o rectilíneas, prendas en armadura frente a tejidos fluidos y largas capas de hombreras construidas.
Los vestidos se integran con el cuerpo en una simbiosis mágica de muselinas, tules y sedas en blanco angelical, suave azul hielo o champán.
Bajo el apelativo de Hervé L·Leroux, quien se dio a conocer en los 80 como Hervé Léger, regresa a las pasarelas con una nueva insignia, tras perder el control de la que le dio la fama, y lo hace como miembro invitado de la Alta Costura de París.
Atrás han quedado sus célebres bandas, para dejar paso a una nueva seña de identidad, los drapeados, como ha quedado patente en su presentación en un "showroom"en el sexto distrito de la capital francesa.
Las tiras plisadas abrazan la figura en vestidos largos de llamativo monocolor, de amarillo a azul, pasando por berenjena, violeta, así como blanco, negro y burdeos.
Lefranc.Ferrant, firma francesa invitada por la Cámara Sindical de la Alta Costura, convirtió sus prendas en joyas, incorporando placas de metal que albergaban piedras preciosas o creando un estampado que evocaba las alhajas.
La modista Béatrice Ferrant sublimó de lujo unas prendas de alta costura de corte simple que llamaron la atención por su Jacquard, sus plumas, sus cadenas y sus guantes largos.
Los vestidos de cóctel reinaron en el primer desfile de esta última jornada de la Alta Costura de París y la armonía bicolor, en la mayoría de los casos con el negro como color integrante, sólo se vieron alterados por un "print"en tonalidades acuosas.
Los escotes se elevaron cuadrados, un rayo fluido atravesó el torso, las mangas fueron, en ocasiones, quimono o ligeramente abullonadas y las faldas, con apertura lateral.
París cerró con Rad Hourani cuatro días de alta moda, a los que precedieron cinco días de pasarelas masculinas, en los que nuevos talentos tuvieron la oportunidad de mostrar sus diseños junto a consagradas agujas.