Mortier: «Aún no estoy muerto, voy a dar batalla»
La era Mortier acabó como la era Moral, es decir, con un mail que certificaba el relevo como director artístico de la casa. La diferencia es que el gestor español gozaba y goza de buena salud y el belga está tratándose con quimioterapia. Hubo que insistir mucho para que el presidente del Teatro Real, Gregorio Marañón, y su director general, Ignacio García-Belenguer, admitieran que no había hablado con Mortier para comunicarle su relevo. Al parecer, no pudieron localizarle y se lo dijeron por escrito. Ambos trataron de resolver ante la prensa el «galimatías», como ellos mismo calificaron, que se ha producido al saltar la noticia del nombramiento de Joan Matabosch, actual gestor del Liceo de Barcelona, el pasado lunes y postergarse la decisión hasta ayer. Insistieron en que no se trata de un despido, sino que entienden que Mortier se irá hoy como prometió si no elegían a uno de los sucesores de su terna. El gestor belga, sin embargo, asegura que había propuesto irse al final de temporada y que no va a permitir que le despidan: «Tengo todas las competencias, pero está claro que Recio –Miguel Angel, director del Inaem– y Lasalle –José María, secretario de Estado de Cultura– me detestan, y su deseo es que me vaya directamente. No estoy muerto actualmente, aunque a alguno le gustaría, y mi intención es presentar batalla», declaró a Efe.
La indemnización
Lanzó duras descalificaciones contra la casa de las Siete Chimeneas, a cuyos inquilinos acusó de usar «métodos franquistas» y no ser capaces ni siquiera de sacar adelante la Ley de Mecenazgo. Además, dejó caer que parte de las figuras que ha logrado en la programación se caerán del cartel: «Tenemos que hablar. Lo que sí sospecho es que habrá artistas como Muti, Hengelbrock, Bychkov o Cambreling que no volverán a Madrid cuando me vaya».
La dirección del Real no habla de despido. Rescisión es la palabra. «Sigue vinculado jurídicamente con el Teatro, pero tenemos que pactar con él qué pasa en un futuro». Rescindir su contrato implica su desvinculación jurídica y negociar con la dirección general. «Y si no se llega a un acuerdo de colaboración distinto al que tiene ahora, será obligado llegar a la resolución del contrato», aseguran.
También confirman que el proceso se abrió hace unos tres meses y en la lista que manejaban había ocho nombres, con paridad entre candidatos nacionales e internacionales, aunque Marañón quiso dejar claro que el pasaporte no ha pesado en la designación: «Lo mismo que con la polémica de los cantantes españoles, quiero decir que la nacionalidad no es un criterio artístico. Tengo la absoluta convicción de que el arte no un problema de banderas, incluso perjudica a aquellos que se pretende beneficiar». Aunque se apunta que Matabosch fue una sugerencia desde del Ministerio de Cultura, ambos rechazaron injerencias políticas: «Cuando eso suceda, me marcharé», avisó Marañón.
Matabosch cumplía con el perfil de un responsable con proyección internacional, haber dirigido un teatro similar y dedicación exclusiva y presentó un «proyecto equilibrado y coherente» con la trayectoria del teatro. Sin embargo, Mortier prefería que le sucediera Viktor Schoner, que está al frente de la Ópera de Munich; ése era su candidato. «Observamos sus propuestas, pero no fueron las elegidas», asegura Marañón que considera un «error» haber querido imponer a las administraciones cómo debía seguir la marcha del coliseo después de su marcha.