Cultura

En Solfa

Facebook, el mal ojo musical censor

Al parecer existen unos algoritmos que deciden las publicaciones que atentan contra las políticas de la compañía, pero no está tan claro que no haya algo más

Una escena de "Edward II"
Una escena de "Edward II"archivo

Corren voces que se quejan de la existencia de una censura que supera la de décadas atrás, como queriendo comparar la situación actual con la franquista y ya se sabe que hay que recurrir a todo para echar barro a aquella época. Hay algo peor y es que una empresa privada, que cotiza en bolsa, sea quien ejerza la censura sin que nadie lo impida, y éste es el caso de Facebook. Son cada día más los que se quejan de que sus páginas de Facebook han sido desactivadas. Al parecer existen unos algoritmos que deciden las publicaciones que atentan contra las políticas de la compañía, pero no está tan claro que no haya algo más. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Díaz Ayuso, vio censurada su página por unas fotos en la plaza de toros y ni siquiera se veía en ellas un toro con banderillas. A Pedro Almodóvar le sucedió otro tanto por reproducir en una publicada en esa red el cartel de su última película en el que aparecía un pezón. En ambos casos tuvieron la suerte de su popularidad, con lo que las quejas de seguidores de la red y en diversos medios de comunicación obligaron a Facebook a levantar su censura y rehabilitar ambas páginas.

Quizá también sus equipos intervinieron para intentar encontrar un responsable a quien dirigirse a fin de remediar la situación. Si lo intentaron, ellos saben bien el martirio que eso supone, ya que no existe un teléfono al que acudir, sino formularios a cumplimentar que jamás son contestados. Lo único que la queja obtiene es un aviso de que fulanito de tal «ha expresado su desacuerdo con la decisión», con el añadido «si consideramos que tienes edad suficiente, podrás volver a usar Facebook.

Si seguimos considerando que no tienes la edad suficiente para usar Facebook, la cuenta se inhabilitará definitivamente y no podrá volver a oponerte a la decisión». Pues bien, hace más de un mes fue desactivada la página «sixtus.beckmesser», una de las más populares de la música clásica enlazada a Beckmesser.com, con la excusa «Tu publicación infringe nuestras normas comunitarias de explotación sexual infantil. No permitimos contenidos contenido que sexualizan a los niños». ¡Ya me contarán cómo puede efectuarlo una página de música clásica! Desde entonces se encuentra desconectada y su administrador no puede hacer nada con ella. Pero la cosa no queda aquí. Su administrador acudió a la sede social de Facebook para demostrar que «tenía la edad suficiente». No le dejaron acceder en el control de seguridad hasta que mostró el carnet oficial de Prensa y allí mismo redactaron un email a «la superioridad», al que no ha existido respuesta.

El ocultismo de Facebook es total. Hasta quienes tienen relaciones comerciales con ella se comunican solo por email. Pues bien, tratando de investigar si ha existido una publicación de carácter sexual, han encontrado un artículo firmado por mí en el que se denunciaba el poder gay en el mundo operístico y se acompañaba con una foto de una representación en la Deutsche Oper de «Edward II» en la que tenor y barítono se besaban, artículo publicado así mismo en estas páginas. Pero de explotación sexual infantil, nada de nada. Cualquier día también cierran el Facebook de LA RAZÓN. Señores de Facebook, reactiven a Sixtus.Beckmesser!