Andrés Calamaro: «Siento que hay alguien esperando a que me equivoque»
Inaugura hoy los Veranos de la Villa con un concierto acústico e íntimo para presentar «Licencia para cantar», su último trabajo.
Inaugura hoy los Veranos de la Villa con un concierto acústico e íntimo para presentar «Licencia para cantar», su último trabajo.
–Su último disco tiene un aire de jazz que le sienta estupendamente. ¿Se sigue considerando un músico de rock?
–Soy un músico de rock mas allá de mis propias consideraciones. En cuanto al rock como etiqueta conceptual, se puede entender que cierta esencia se ha diluido en el tiempo por la búsqueda de tendencias, la profanación del legado discográfico, y el carácter de circo con la intervención de leones y de payasos.
–«Licencia para cantar» es su primera gira acústica. ¿Qué ha descubierto?
–Un mayor rango dinámico. Aquí y ahora tengo que cantar de verdad o intentarlo. En el rock hay sitio para la apariencia; esta fórmula acústica me exige pero también me permite otra relación con el canto. Más comprometida y más genuina. En estos conciertos tengo que cantar realmente, porque importa cada nota, el color y la afinación. Se escucha hasta el ligero silbido de las caries.
–Le consideran una leyenda. ¿Es consciente? ¿se llega a asimilar esa condición sin riesgos para la salud mental?
–No lo había pensado. A veces siento que siempre hay alguien esperando que me equivoque, o que algo salga mal, para hacérmelo notar. Pero, para ser una leyenda soy relativamente desconocido, apenas si se conocen un puñado de mis canciones y no tengo pensado asimilar el estatus de leyenda que usted gentilmente me propone. En la vida diaria soy un ciudadano que compra la comida y el periódico.
–¿Las canciones surgen por inspiración, trabajo, azar o talento?
–No hay que despreciar ningún método, incluso observar la importancia de la paciencia cuando no se presenta la inspiración ni el azar. Las canciones vienen menos porque saben que su valor fue profanado.
–¿Tiene en su extenso repertorio alguna fobia especial?
–Hay discos míos que no contemplo interpretar. En otros términos la fobia es general, jamás escucho mis discos. Creo que no volví a escucharlos nunca.
–¿Es usted grafómano, como aseguran?
–Escribo todos los días, es cierto. Dedico los primeros compases del día a leer, escribir y escuchar.
–Opina con sinceridad en su Facebook, por ejemplo, y no esquiva meterse en los charcos. ¿No le importan las críticas en tromba en la red? ¿Teme perder seguidores por sus opiniones?
–Prefiero no estar demasiado atento a las críticas. Hoy cualquiera se instala en el panteón crítico sin haber roto un plato. Cada persona es un potencial opinador serial.
–Le gustan los toros, ¿le preocupa que le señalen por «cómplice de asesinato»?
–No me preocupa, me inspira una profunda desconfianza. La broma animalista no merece ser tomada en cuenta, es una epidemia virtual, porque sin internet no existiría el foro invisible de los defensores radicales de los animales. Evidentemente, no estoy adscrito a corrientes republicanas adolescentes.
–¿Con qué se identifica más de España y de Argentina?
–De España me gusta el flamenco, los toros, una cena conversando con amigos y la calidad con la que se vive aquí. De Argentina me quedo con la generosidad de sus gentes.
–En tanto que la Selección española ya ha fracasado, me veo con coartada para preguntarle por la derrota de Argentina. ¿Qué opina de la decisión de Messi?
–Hay que respetar a los rivales. Una derrota en el deporte no es un fracaso, es una posibilidad que hay que contemplar. Prefiero no engordar la importancia que tiene el fútbol. Las decisiones hay que respetarlas.