Florence, grandes esperanzas
Como un puñetazo con guante de seda, Florence Welch posee una voz tremenda, capaz de sacudir con bellos y dramáticos pasajes casi como si se tratara de una cantante lírica. Sin embargo, la londinense, amante del soul, el rock y el blues, dota de un alma negra a sus trabajos que compensan la épica. En «High As Hope», que publicó en 2018 y que la trae de gira por España (Barcelona el 20 y Madrid el 21), la habitualmente atribulada compositora muestra su lado más luminoso. Aunque, si la conocen, no del todo: es un disco dedicado a la felicidad.. y a su efímera naturaleza.
No en vano, la británica lleva tatuado en el brazo la palabra «soledad», pues ella considera que ese es nuestro destino. En ese trabajo, Welch reflexiona en torno a su oficio de artista y al gran vacío que puede llegar a dejar volar tan alto delante de miles de personas. Es decir, los grandes descensos emocionales de los artistas de pop. Viaja al pasado de su «South London Forever», que es el escenario de su infancia y en «Patricia» rinde tributo a su heroína Patti Smith. Pero la británica, en la madurez de su carrera, combina el desamor adolescente de «Hunger» con la reivindicación del sufragio femenino de «100 Years». Puede ver con ironía también nuestras actitudes cotidianas, como en «Big God», en el que se pregunta si siente realmente un agujero insondable en su interior «o es que te preocupa que no te contesten un mensaje».
Parece que Florence Welch, que descendió mucho en «How Big, How Blue, How Beautiful», ha encontrado el camino de vuelta con «High As Hope», aunque en su último single predique con lo último que practica: «Moderation»: «Crees que lo necesitas, crees que sabes qué es. Pero no lo querrías si supieras realmente qué es», canta antes de reconocer que «nunca lo he entendido, nunca lo hice con moderación. Era todo el sentimiento o la nada, así que tomé lo que pude». Welch, en directo, siempre da más de lo que imagina.