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Interpretación magistral para el «Tristan und Isolde» de Sellars y Viola

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Con todas las entradas agotadas para las ocho funciones programadas, anoche se ha estrenado en el Teatro Real la versión de Peter Sellars y Bill Viola de "Tristan und Isolde", "cinco horas de belleza"que han dividido al público, subyugado, sin embargo, por la espectacular interpretación.
La lituana Violeta Urmana ha sido una Isolde poderosa y valiente, una magnífica cantante wagneriana, capaz de atraer hacia ella las miradas cuando detrás se desarrollaban las hipnóticas imágenes creadas por Viola y así se lo han querido reconocer los espectadores, que le han gritado "bravo"ya desde el magnético final del primer acto.
Muy aplaudidos han sido también el bajo alemán Franz-Josef Selig en el papel del rey Marke y la mezzo rusa Ekaterina Gubanova en el de Brangäne, y no tanto el tenor estadounidense Robert Dean Smith, aunque ha demostrado también por qué es de los pocos en el mundo que puede cantar el rol de Tristán
Y si ellos han sido muy aplaudidos y jaleados, no lo ha sido menos el director de orquesta, el francés Marc Piollet, que ha salido "a por todas"desde el famoso preludio de esta búsqueda quimérica de la felicidad.
A Sellars y a Viola les han reservado la división de opiniones, con un sonoro abucheo cuando ha aparecido el primero y algo más moderado, pero igual de enérgico, para el segundo.
La propuesta de Sellars es un escenario completamente negro, sin más elementos que una tarima, flanqueado por una gigantesca pantalla que proyecta el vídeo del que está considerado como el principal videoartista de la actualidad.
Sellars presenta la obra que está considerada como el comienzo de una nueva era de la música, como la historia de dos malheridos, furiosos y desesperados seres que tienen que aceptar su debilidad y la del otro, y su propuesta parece no ser otra cosa que el acompañamiento al vídeo.
Sí es cierto que hace que el rey Marke aparezca en el pasillo central al final del acto primero y que varios personajes secundarios, el coro de hombres o varios de los instrumentos interpreten fragmentos desde los palcos, enfatizando así la idea de teatro dentro del teatro.
La pretensión de Viola fue siempre crear un mundo paralelo a la acción del escenario, nunca ser ni el acento ni la explicación de la complicada historia del amor de Tristan e Isolde, tan profundo e intenso que no se puede contener en los cuerpos de los amantes.
Para crear las proyecciones, Viola se inspiró en las tradiciones hindúes y budistas del Tantra, y todo lo que se ve está relacionado con el fuego y el agua y con el juego de contrarios.
Comienza con un mar con oleaje. Dos personas se aproximan, en proyecciones paralelas, al público, se desnudan y luego la plácida superficie de las pilas de agua en las que se reflejaban se rompen mientras en escena los amantes se beben la poción amorosa que ellos creen mortal.
Luego se introduce el fuego. Isolde enciende velas y Tristan camina sin quemarse por el fuego. Son, a la vez, los cuerpos celestiales y terrenales de la obra, que acaban desintegrándose en cascadas de agua en la "muerte de amor"(liebestod).
Sin ser realista o naturalista en ningún caso, lo extraordinario del vídeo de Viola es que parece ser el latido de lo que ocurre en escena, el fluir interno de un drama que no es una tragedia, sino una reflexión sobre el misticismo del amor incondicional.
Los "experimentadores de emociones", que no actores, del vídeo son una pareja "terrenal"y otra "celestial", que se distinguen porque estos segundos están grabados con una cámara granulosa, una cámara de vigilancia de infrarrojos en blanco y negro que, con poca luz produce imágenes espectrales.
Para cuadrar las imágenes con la interpretación en vivo, el vídeo se editó por secciones, de unos cinco minutos cada una, y la mayor parte sigue la música pero en un par de momentos se necesita que el director marque las entradas, y quienes manejan los dos servidores de imágenes tiene que acortarlas o alargarlas en un trabajo "increíblemente refinado", según Sellars, que cambia cada noche.
El vídeo es una producción del estudio de Viola en colaboración con la Opera Nacional de parís -estrenado allí en 2005-, la Asociación Filarmónica de los Angeles, el Lincoln Center de Nueva York, la Galería James Cohan de Nueva York y la Galería Haunch of Venison de Londres.E