Josh Rouse, el discreto encanto americano
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«Vale, hacemos la entrevista, que tengo que ir a preparar los disfraces de Halloween», dice Josh Rouse (Nebraska, 1972) al otro lado de la línea, mientras le aguardan dos pequeños trajes de pirata y «de araña, o algo así». Rouse es como Batman, padrazo de día y enorme músico a media jornada, pero no es broma: estamos ante un tipo con superpoderes verdaderos para hacer canciones en las que apetece quedarse a vivir, hechas desde el anonimato de una «Bat-cueva» en Valencia, donde reside desde hace una década. Acaba de publicar «The Happiness Waltz» (Grabaciones en el mar), una auténtica maravilla de disco en la línea de su celebrado «Nashville» (2004), que contiene una colección de canciones agradables al tacto como «Julie (Come Out of The Rain)», y que presenta en Madrid en el ciclo SON Estrella Galicia.
De tan integrado como Josh Rouse está en España, sus canciones han ido tomando un aire latino que se exacerbó con «El turista» (2005), compuesto la mitad en castellano, y con mezcla de estilos que incluyen la bossa nova o ritmos caribeños. Los fans españoles, que son unos cuantos, se dividieron, como era de esperar. Pero ese debate sobre el Rouse americano o el latino no existe para él. «Ni me lo planteo, porque no soy como Neil Young o los Beatles, cuya obra tiene un impacto y vale la pena discutirla. Es verdad que la gente habla sobre los artistas que siguen, pero me hace gracia cuando personas que conozco hablan de cuál es la mejor banda de ''indie", y luego un mes después te dicen que ya no les gusta ese grupo. Yo me río y les digo que es porque da igual, hay muchos grupos como esos, de esa categoría. Lo que pasa en mi caso es que produzco bastante, tengo diez discos. Entonces, si hago lo mismo, alguien se queja. ''Ah, es lo mismo de siempre, qué mal''. Y, si cambias... ''Aaaah! antes estaba mejor''. No puedes ganar». Algunos de los infalibles temas de Rouse han aparecido en series de televisión como «House», «Anatomía de Grey» y unas cuantas campañas publicitarias. Pero el éxito de masas nunca ha sido una presión. «Había canciones en "Nashville"que eran más grandes, con un sonido Smiths, pero ahora mi enfoque es más íntimo, no escribo para tocar en un estadio. Siempre he pensado que actúo donde debo. Claro que me gustaría tener un ''hit'' o que alguien haga una versión y me hagan rico. Pero no tengo la personalidad fuerte que hace falta para tratar con estas cosas. Soy amigo de músicos que venden muchos discos y he visto cómo funciona la máquina. Carezco de paciencia para aguantar algunas cosas», asegura. Escuchando sus letras, uno se hace una imagen de Rouse como un tipo sencillo al que le gustan los placeres pequeños más que los millones. «Ese soy yo. Bajo la basura y cambio pañales».
Esperar a los 50
Sobre qué habría pasado si su carrera se hubiese desarrollado en EE UU en vez de en un país periférico en lo musical como es España, no se atreve a elucubrar mucho. «Puede que hubiera ido mejor, pero en realidad nunca me he dado de baja de mi país. Lo que pienso es que con ''Subtítulo'' (2006), mi carrera ha llegado a un punto y no ha subido. ''Quiet Town'' –que sonó en campañas comerciales– consiguió mi público más amplio, y, desde ahí, ha bajado. Y ya sabes lo que dicen de una carrera, si no estás subiendo, es que estás bajando. Es imposible que se quede estática», explica en perfecto castellano y tono muy afable. «¿Sabes? He estado hablando con la discográfica para esperar a que yo cumpla 50 o 60 años, como Nick Lowe. Esa es la edad para ser guay. En los cuarenta, que son los que tengo ahora, nadie mola (risas). Voy a hacer discos que sean una basura y llenos de ruidos, y luego publicaré uno parecido al que acabo de sacar, y ya verás, le va a encantar todo el mundo», dice con ironía. A Rouse le cuesta escribir las letras porque dicen algo. «Oigo música actual que no dice nada. Estamos en la época del Facebook y el ''na na na'' aunque parece que España está algo más viva, pero no me hagas mucho caso». Háganselo ustedes a él, no se arrepentirán.