Sucesos
El accidente que cambió a Pepe, el abuelo que ha matado a sus nietos: «Se sentía culpable»
Un abuelo mata sus nietos dos meses después de que su mujer y la madre de los pequeños fallecieran en un accidente en el que él conducía
Luto en Huétor-Tájar. Este municipio granadino de poco más de 10.000 habitantes ha suspendido las fiestas en honor a San Isidro que se estaban celebrando estos días. El Ayuntamiento ha decretado tres días de luto oficial por la muerte de Guillermo y Pablo, dos menores del pueblo de 10 y 13 años, a manos de su abuelo Pepe, de 72. «Estamos consternados», apuntó el alcalde Fernando Delgado, tras trasladar sus condolencias a la familia de los niños, en especial a su padre, muy conocido por su trabajo como administrativo en el instituto de la localidad.
La muerte de los menores a manos de su abuelo, que terminó quitándose la vida, es el desenlace de esta familia marcada por la desgracia. El punto de inflexión fue un accidente de tráfico hace poco más de dos meses, el 18 de marzo. Pepe conducía el coche en el que iban su mujer, su hija y sus dos nietos para trasladarse a Loja. En el camino chocaron contra un muro y falleció en el acto la madre de los niños. Dos días después, y a causa del tremendo impacto, la abuela. El conductor salió ileso y los niños con varias lesiones, pero sin gravedad. No obstante, el yerno, Antonio, nunca perdonó a Pepe haberse quedado viudo y, según los vecinos, le prohibió volver a ver a sus nietos. Fuentes cercanas a la investigación apuntan que ambos discutían con frecuencia porque el septuagenario seguía conduciendo pese a que, tras el accidente, le retiraron el carnet.
Como era de esperar, los ánimos en la familia tras el accidente estaban caldeados, pero nadie se esperaba el fatal desenlace. Pepe y su esposa vivían en el mismo bloque que su hija, su yerno y nietos, en la calle Alfredo Nobel. El domingo por la noche, Antonio avisó al 112 de que sus hijos estaban retenidos en su casa a la fuerza por su abuelo. Tras mantener una fuerte discusion con su suegro, el padre de los niños tuvo que ser trasladado al hospital con un ataque de ansiedad. Los vecinos también dieron aviso al 112 tras escuchar la discusión entre Pepe y Antonio, y varios disparos. A los pocos minutos llegó a la vivienda la Guardia Civil para convencer al abuelo de que depusiera su actitud y dejara salir a los niños. Pero su talante era desafiante. Recibió a los agentes con disparos al aire que efectuó desde una de las ventanas del inmueble, «para dejar claro que estaba armado». explicó ante la prensa el subdelegado del Gobierno en la provincia, José Antonio Motilla.
El hombre no atendía a las razones del mediador y ante el peligro que corrían los dos menores se trasladó desde Madrid un equipo de la UEI del Instituto Armado, la unidad de élite preparada para hacer frente a las acciones criminales que exijan de una respuesta rápida, tales como acciones terroristas, secuestros o toma de rehenes, como era el caso.
La UEI retomó el contacto con Pepe, que no deponía su actitud. Pero a eso de las cinco de la mañana, la conversación con la policía dio un giro. Inesperadamente, Pepe les comunicó que cortaría comunicaciones porque tenía que preparar a los niños para ir al colegio. Les aseguró a los agentes que a las 8:00 horas de la mañana, Guillermo y Pablo saldrían de la casa para asistir a clase.
Llegado el momento y viendo que nadie salía y que no se detectaba actividad dentro de la vivienda, la Guardia Civil decidió asaltar la vivienda. Fue entonces cuando Pepe, que les esperaba con una escopeta de caza, para la que tenía licencia, se suicidó pegándose un tiro. En el interior yacían los cuerpos sin vida de sus nietos. Al mayor, Guillermo, le hallaron en una habitación con una herida mortal de bala. Al menor, Pablo, le encontraron en otro dormitorio sin rastro de sangre. Según los primeros indicios de la Benemérita, pudo haber sido estrangulado, aunque serán las autopsias las que revelen las causas de ambas muertes. Los cuerpos permanecen en el Instituto de Medina Legal.
Una familia muy conocida
Fernando Delgado, alcalde del municipio, incidió tras conocerse el suceso, en el estado de consternación y dolor en el que ha quedado la localidad. «Era una familia trabajadora, buena gente», asegura. Y dio un dato que añade más confusión si cabe. Según el regidor, hace una semana, en una carrera que organiza el Ayuntamiento en el marco de los festejos de San Isidro, Guillermo se animó a participar en silla de ruedas –estaba convalenciente del accidente de coche–. «Sus amigos del cole le empujaban y detrás iba su abuelo en bicicleta para animarlo», detalló el regidor. «Se sentía culpable, pero nunca pensábamos que Pepe llegaría a ese extremo», añade.
Todos en el pueblo le conocían. Estaba jubilado tras una larga vida de trabajo regentando una empresa de áridos. En los últimos meses se ocupaba de cuidar a su mujer, enferma de cáncer. El padre de los niños también es muy conocido porque trabaja en el instituto de la localidad. Todos los vecinos consultados aseguran que, hasta el trágico accidente de tráfico, era una familila normal, que «no estaba desestructurada».
Por el momento, el padre de los niños, sigue en el hospital sedado. Todos en el pueblo piensan en él porque ha perdido a su mujer y sus hijos. La conmoción por lo sucedido traspasó el municipio granadino hasta el punto de que el presidente andaluz Juanma Moreno expresó sus condolencias.
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